35 años. Y cada 23 de noviembre en Ceuta una familia se une aún más de lo que está para recordar a un padre, a un esposo y, ahora también, a quien habría sido el mejor de los abuelos. Se llamaba Mohamed Ahmed Abderrahman. Un hombre joven, que vestía con orgullo el uniforme de la Policía Nacional, y que encontró la muerte a manos de la banda terrorista ETA en la localidad guipuzcoana de Irún, en donde estaba destinado. “Lamentablemente hace 35 años unos asesinos decidieron quitarte la vida, apagar tu luz destrozar tus ilusiones, borrar nuestra felicidad y poner un cerrojo en el camino de tu vida. Pero nunca podrán quitarnos tu recuerdo y tu amor de nuestro corazón. Tu familia no te olvida”, exponen en un mensaje, acompañado de este mensaje a modo de rezo en su honor: يَا أَيَّتُهَا النَّفْسُ الْمُطْمَئِنَّةُ ارْجِعِي إِلَى رَبِّكِ رَاضِيَةً مَّرْضِيَّةً فَادْخُلِي فِي عِبَادِي وَادْخُلِي جَنَّتِي.
Los asesinos mataron a Mohamed, pero no consiguieron acabar con su recuerdo y eso es, precisamente, lo que lo mantiene vivo entre sus familiares, entre los amigos que tenía en Ceuta y en las páginas de un periódico que deja su espacio como homenaje merecido a quien fue una de tantas víctimas que ETA dejó en su camino de sangre.
Mohamed estaba con otros dos policías más de servicio en las proximidades de la autopista de Bilbao, manteniendo vigilancia sobre los camioneros franceses a los que debían dar protección, cuando fue alcanzado por una ráfaga de disparos. En pleno trayecto al Hospital murió tras recibir el impacto de una granada en la parte de la espalda que lo destrozó. Tenía tres hijas y su mujer, Aixa, estaba esperando el nacimiento del cuarto, que fue el esperado varón. Precisamente el que le hizo hace dos años abuelo de un pequeño que lleva su nombre. La familia de Mohamed no le olvida. Nunca. Siempre le tienen presente, en todo momento, en cada detalle, en cada recuerdo. Y hoy, más aún, cuando se cumplen 35 años de una jornada para olvidar, una jornada en la que unos criminales con nombre y apellidos segaron la vida de este policía. Antonio López, conocido como ‘Kubati’ está ya en la calle tras beneficiarse de la Doctrina Parot y cumplir 26 años de cárcel después de haber matado a varias personas, entre ellas a este ceutí.
A la fatalidad le dio por aparecer precisamente esa noche en la que Mohamed no tenía servicio, pero lo cambió para poder llevar a su hija, que nació con parálisis cerebral, al médico. Estaba destinado en el País Vasco para poder ganar un poco más de dinero y hacer frente a los gastos médicos. Aquella noche terminó todo.
Aixa saca fuerzas para seguir adelante, lo hace apoyada por el mayor de sus tesoros: la gran familia que pudo formar junto a su marido, formada por personas íntegras y luchadoras. El sufrimiento, las secuelas por esta injusticia las llevan siempre como una losa sobre sus espaldas. Pero ese mismo sufrimiento ha hecho aún más fuerte a una familia que cada 23 de noviembre asume que alguien falta entre ellos, que alguien no se sienta a la mesa, no mantiene confidencias, no aporta esa referencia tan importante que solo un padre puede dar en el hogar. Cada 23 de noviembre, siempre en Ceuta, el agente Mohamed está en el recuerdo, está presente y sigue vivo gracias a su memoria.
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