De la valla de Ceuta a Finisterre, de la 'Ruta del bakalao' al Monasterio de Yuste, Daniel Pinilla ha recorrido España para, primero, regalarse "un gran viaje" y, segundo, escribir "Expaña" (Samarcanda), tras lo cual ha asegurado a Efe que debatir sobre lo español es un deporte de riesgo".
Periodista reconvertido en director editorial de varios sellos, Daniel Pinilla (Sevilla, 1974) ha dicho a Efe que con este recorrido por la piel de toro -islas incluidas- y el libro subsiguiente ha tratado de explicarse por qué "el país más antiguo de Europa" que erigió "un imperio legendario" sigue "cuestionando de forma permanente su propia existencia".
"España se ha convertido en un país que requiere de forma permanente una definición de lo que es, fue y será; parece cosa de broma, pero lo cierto es que las señas de identidad de un sentimiento españolista sano se identifican con algo casposo", ha señalado el autor sobre "Expaña", una mezcla de reportaje y ensayo, que incluye numerosas fotografías de su viaje y que llegará a las librerías esta semana.
Pinilla dice haber constatado que "hay mucha gente que se considera extranjero en España, sin patria emocional que tenga una versión estatal".
"Si sumamos a la ecuación una clase política de manicomio, repleta de vagos, falsos mesías y ladrones, además de unos medios de comunicación irresponsables la mayoría veces, se entiende que nuestro país viva al borde de una implosión permanente".
"He pretendido desenredar qué demonios le sucede a España, cuál es la enfermedad que nos obliga a desempeñarnos de forma agotadora en una permanente definición de lo que somos o dejamos de ser", ha añadido
Para contestar a la cuestión, el autor dice haber procedido "como los antiguos cronistas", echándose al camino para tratar de comprender por qué han desaparecido tantos nexos entre españoles y "cómo y quiénes se han apropiado de los símbolos nacionales, y dónde ha desaparecido el Estado por incomparecencia".
Pinilla ha asegurado que en las cuatrocientas páginas de "Expaña" también ha tratado de "contribuir con argumentos dignos a un debate de altura sobre el futuro inmediato de España: no podemos ser un país que decida su porvenir dando voces en un bar o en tuits de 140 caracteres; nos estamos jugando un futuro en común; pensar el país es una obligación de todos".
Sobre las etapas de su viaje ha enumerado: "He recorrido la valla de Ceuta para entender si una frontera ha de defenderse, he visitado al alcalde cuyo pueblo se declaró primer insumiso fiscal en Cataluña, he recorrido las huellas de Prisciliano y de los herejes, he entrevistado a frailes en Aránzazu sobre el desempeño de ETA, he buceado en los orígenes de la Reconquista, he revisitado Al Ándalus...".
También ha asegurado que ha recuperado los escenarios vitales de héroes olvidados, que se ha emocionado "en la España que se está quedando vacía y en la que vive en función del turismo", y que ha contactado con los nostálgicos de la dictadura, además de haber caminado "a hombros de gigantes literarios".
Todo ello para llegar a algunas conclusiones, como que "las costuras de la piel de toro nos unen... y también pueden reventar", y que eso de que "lo de aquí no pasa en ningún sitio" es una creencia que existe en todas partes, tal vez porque -y esto dice que se lo han enseñado sus viajes por el mundo-: "No somos tan especiales".
Por supuesto, Pinilla, que las fronteras han de defenderse con uña y dientes. Cuando un país no controla sus fronteras, deja de ser un país. Será otra cosa, pero no merecerá el nombre de país. Y a los ilegales que intentan asaltar y violar las fronteras no les asiste ningún derecho para violarlas. De acuerdo, Pinilla, que España es un conjunto, como dices, de vagos, maleantes, politicastros, falsos mesías y demás fauna, pero sobre todo de medios de comunicación, prensa, escrita, radio y TV, que son predicadores de la mentira, son apóstoles de la defensa de esos violadores de fronteras en vez de defender el derecho que tiene España de defenderse de la entrada de quienes no sabemos quiénes son ni de dónde vienen. Asimismo, los hay quienes ponen en cuestión la Reconquista y ensalzan aquella mentira que se llamó al-Andalus. Se tira por tierra a los RR. Católicos y su labor de concluir la expulsión de la morería y se ensalza lo andalusí, como si fuera el no va más de lo paradisíaco. Ahora la izquierda y sus secuaces tratan de minimizar la Reconquista y de quitarle el valor que siempre se le ha atribuido como empresa titánica para expulsar a los secuaces del islam, que caso contrario, España sería ahora un país tercermundista en manos del islam e igual que cualquier país islámico.