Esta
Semana Santa se cumplirán treinta años desde que, por primera vez tras la fundación de la
cofradía, las imágenes del Nazareno y su Virgen de la Esperanza no pudieron ser ya colocadas y engalanadas en sus respectivos pasos por las delicadas y primorosas manos del inolvidable Pepe Serón, el gran maestro de priostes ceutíes. Meses antes se nos había marchado para siempre, dejando un hueco y una huella muy difícil de superar. A raíz de su fallecimiento, dediqué por aquel entonces a su figura un reportaje en
COPE y en las páginas en este diario con testimonios de cofrades estuvieron muy cerca de él, que ahora recojo retrospectivamente. Recuerdo, por ejemplo, a Arturo Fuentes Viñas, quien en su Pregón Chico de la época, muy acertadamente lo calificaba como “el prioste de priostes”, al tiempo que apostaba que “seguro, la flor más bonita de los pasos de este año será para él”.
Al día siguiente, la hermandad del Nazareno y la Esperanza descubría una placa en cerámica Fajelauza sobre uno de los muros de la capilla de sus titulares en la iglesia de Nª Sª de África que perpetuara la memoria “de quien dedicó una vida al resurgimiento de la Semana Santa de su pueblo”, como acertadamente dijo en el acto su discípulo Miguel Ángel Villodre. A renglón seguido surgía una propuesta del Ayuntamiento para dedicar una calle con su nombre, en concreto a la que, por entonces, con el nombre de ‘Nueva’ une Ingenieros con Cervantes, separando Ceuta Center del cuartel del
Rebellín, cuando aún no se había levantado el edificio del Auditorio. Pasaron unos años y en 2013, acertadamente, se rectificaba el emplazamiento de la vía al rotularse una la placa con su nombre a la calle que conecta la plaza de África con el Paseo de las Palmeras, pasando por delante de la sacristía del templo patronal. Ningún otro emplazamiento mejor.
Tres sentidos testimonios, treinta años atrás
JULIO LLERENA HOYOS (por entonces el hermano mayor del Nazareno) “Sería muy difícil resumir una serie de vivencias en torno a esta figura carismática de la vida cofrade como fue Pepe, nuestro prioste, como a él le gustaba le llamaran en lugar de mayordomo. A él le debemos que nuestra Semana Santa no se haya perdido, especialmente en años difíciles en los que todo se improvisaba, hasta el extremo de montar los pasos veinticuatro horas antes de salir a la calle. En ese sentido hay que valorar la figura de Pepe al no desanimarse nunca, al contrario, cuando prácticamente en solitario atendía todos los avatares que conllevaban las salidas de nuestros sagrados titulares, y se multiplicaba para ayudar también a los de otras cofradías cuando una y otra vez le llamaban. De él aprendimos mucho los jóvenes que comenzamos a llegar a finales de los años setenta. Su norte y gran obsesión eran nuestras imágenes. Tanto es así que cuando se encontraba el en hospital con el gotero puesto, y pese a su estado, no paraba de recordarnos cosas: - Julio, la lotería, que hay que distribuirla. - ¿Quién le ha quitado las potencias al Nazareno? No se le escapaba un detalle, lo cual era una tranquilidad para todos nosotros. Era una persona muy exigente consigo mismo, por lo que su vacío se dejará sentir por mucho tiempo.”
JOSÉ ANTONIO GONZÁLEZ LÓPEZ (Pepe Remigio) “-¿De Pepe Serón me preguntas? Será una figura imborrable de la Semana Santa ceutí, se podrán decir de él muchas cosas… [en ese instante se me echó a llorar] Mire, le voy a pedir un favor, me es imposible hablar de él, lo quise como un hermano. Discúlpeme. Aunque hubiese insistido le hubiera sido imposible articular una palabra más. Quise respetar su silencio y profundo dolor, aún a costa de renunciar al testimonio de la persona que quizá mejor le conocía durante varias décadas.”
VALENTÍN CABILLAS CABAS “-Llamé a Pepe cuando en 1939 fundé la cofradía del Nazareno, reuniéndome con D. Bernabé Perpén en la sacristía para cederla a los estudiantes. A partir de entonces me tocó organizar la hermandad y estuve a su frente hasta 1946, encargándole a Serón el vestir al Nazareno. La Virgen de la Esperanza entonces no existía y la estación penitencial se hacía con otra imagen. También le confiamos los arreglos de la salida de la Patrona, que vestía por entonces Pilar Pacheco, la camarista mayor, para convertirse Pepe ya, a partir de 1950, ininterrumpidamente en el mayordomo de la imagen cuando esta comenzó a procesionar todos los años.
“De él aprendimos mucho los jóvenes que comenzamos a llegar a finales de los años setenta. Su norte y gran obsesión eran nuestras imágenes”
La verdad es que le llamaban todas las cofradías porque con todas colaboraba siempre desinteresadamente, por lo que se puede decir que todas las imágenes pasaron por sus manos. Vivía para ello, no lo podía remediar. Era muy devoto de la Virgen de África, pero me da la sensación de que la Esperanza era su gran pasión y devoción, quizá porque fue a encargar su talla a Lastrucci con Eduardo Fernández, y a continuación llevó adelante un constante seguimiento de la marcha de los trabajos de la talla con sus continuas idas y venidas a Sevilla. Después, cuando la imagen llegó siempre se entregó a ella noche y día, porque una y otra vez decía que había que darle un retoque.
Valía mucho Pepe, máxime cuando estaba sólo en esto. Ahora hay más gente y ha hecho escuela como con Miguel Ángel Villodres, que desde pequeñito iba recibiendo sus enseñanzas, quizá siendo la excepción porque Serón era muy suyo en todo esto. También le confiamos desde el primer momento que fuese él quien acudiese al banco para sacar la corona de oro y brillantes de la imagen de la Patrona para colocársela en las procesiones y devolverla otra vez. En general Pepe Serón hacía todo. También él sólo subía a su camarín a la Virgen y la bajaba.”
Con él llegó la revolución
Pepe Serón nació en 1914 en la calle de la Botica y después su familia se fue a vivir muy cerca de allí, al barrio de la Cigarra. Pepe marcó un antes y un después ataviando a las imágenes de las vírgenes, labores que antes de él realizaban siempre las camaristas. De Serón podría contar algunas cosas más, pero prefiero remitirles, si así lo desea el lector, al extraordinario trabajo que hizo sobre él ese gran cofrade y persona de documentada y brillante pluma en el ámbito penitencial como es José F. Gallardo Gómez, artículo que vio la luz en este diario, el 14 de abril de 2019 y que fácilmente pueden encontrar colgado en la red bajo el título “Pepe Serón: gracia, ingenio e improvisación en tiempos de precariedad cofrade”.
Así comenzaba Gallardo su particular homenaje al inolvidable prioste y artista: “Con él llegó la revolución: tocados exuberantes y trabajados, joyas, mantos recogidos a la cintura, uso de tejidos de vivos colores y búsqueda del ideal estético que ya se extendía por gran parte de Andalucía y que tenía como paradigma la belleza popular y castiza de las vírgenes sevillanas.
Para lograrlo derrochó una proverbial imaginación y creatividad que hoy nos sorprende por su desenfado y valentía. A las generaciones cofrades más jóvenes, atrapadas en la vorágine virtual de las nuevas tecnologías, acostumbradas a ver maravillas del bordado, la orfebrería y el diseño solo conectando el móvil o encendiendo el ordenador, les puede parecer poca cosa la obra de este inigualable artista de la apariencia, del sí pero no, experto como pocos en conseguir que la Virgen brille al más bajo presupuesto. Su legado puede carecer de valor material, pero es inconmensurable por su gracia y por su afán de superación. Es increíble la trayectoria de este mago del plástico, la purpurina y los abalorios, un cofrade genial con cuya memoria tenemos contraída una deuda moral que intentaremos, aunque solo sea en una mínima parte, saldar con estas páginas que le dedicamos con todo nuestro cariño y admiración. (…)”