Tres años y medio después del estallido de la pandemia de la enfermedad del coronavirus, que puso el punto y final definitivo al negocio del ‘comercio atípico’, el eufemismo con el que se denominaba al negocio del fardo hacia Marruecos, los polígonos del Tarajal han iniciado una lenta reconversión que entre 2022 y 2023 ha permitido la concesión o tramitación de cerca de una veintena de licencias de actividad.
De la expedición y almacenaje de ropa que terminaba en el país vecino sobre las espaldas de miles de porteadoras se ha pasado a nuevos negocios que miran hacia la demanda local sobre todo en los sectores de la venta de muebles y enseres para el hogar, prendas de textil y talleres de neumáticos, chapa y pintura y reparación de automóviles.
El plan que, en 2021, asumió el Pleno para dedicar fondos europeos a dinamizar la zona ubicada junto a la frontera no ha dado hasta ahora ningún fruto y sobre el terreno los propietarios activos lamentan que la falta de fondos propios genera un “círculo vicioso” en forma de falta de servicios básicos como limpieza y seguridad.
La administración debe valorar con estudios reales si es factible y rentable a corto, medio y largo plazo dar un empujón a la actividad en la zona, donde aseguran que existe interés por emprender que a veces ahuyenta la necesidad de realizar inversiones iniciales de acondicionamiento de naves, siempre y cuando se genere empleo directo y estable como el que no existía alrededor del comercio transfronterizo, un nicho que afortunadamente desde todos los puntos de vista no va a volver.
El tarajal lo que tienen que hacer es pintarlo de verde y que se lo coman las vacas.
Es lugar es insalubre, viejo, asqueroso más bien parece un poblado chatarrero la imagen es patetica.
Lo tendrían que tirar entero y hacer un parque.