De vez en cuando, como el Guadiana, algunos ponen sobre el tapete el manido tema de la Unión Aduanera y con frecuencia sin estudiarse los antecedentes, las ventajas o los inconvenientes de una integración de Ceuta y Melilla en la misma. Siempre surge el asunto cuando existe la evidencia de que estamos en cierto sentido aislados de Europa.
Con una Aduana comunitaria en Algeciras o Málaga, con los DUA presentes siempre y perseguidos por la desconfianza nacional y europea, es evidente que algo tenemos que hacer.
Vengo trabajando en el tema de la Unión Aduanera desde la misma adhesión de España a Europa, pero en 2001 comprendí que el hombre de la calle e incluso los pequeños o medianos empresarios desconocen a veces como puede afectarles un concepto tan técnico y lejano como ése de la Unión Aduanera.
En Interservicios realizamos hace tiempo una encuesta y entonces los resultados fueron esclarecedores, ya que muy pocos sabían cómo podía influir estar dentro o fuera de la misma. Vale la pena por tanto aproximarse a tan importante asunto, pero sin tecnicismos innecesarios.
Antes de integrarse España en la llamada entonces Comunidad Económica Europea (CEE), a Ceuta se le presentó un dilema: entrar en esta organización como el resto de España o hacerlo de forma especial. Si en dicha integración se nos consideraba como cualquier región, ello podría significar la pérdida del régimen económico-fiscal del que gozaba la ciudad.
No podríamos importar de todo el mundo sin pagar aranceles y estarían en riesgo las bonificaciones fiscales. Entonces el negocio con Japón y otros países de Oriente estaba en auge y existían graves riesgos para la economía local. Algo parecido ocurría en Melilla.
Pero si nos integrábamos de forma diferente al resto de España, seríamos distintos de nuevo y tendríamos una Aduana en Algeciras y solo un paso fronterizo con Marruecos, por lo que estaríamos aislados comercialmente.
No podríamos vender al resto de España y tampoco a nuestro vecino del sur de forma regular, con lo que nos condenábamos al aislamiento y al comercio atípico. En esos momentos, el flujo de clientes peninsulares era muy importante y se decidió quedarnos con nuestro tradicional régimen-económico fiscal y asumir la diferenciación con el resto de España. Así conservábamos nuestros ingresos por los entonces llamados Arbitrios Municipales y nos librábamos del IVA.
Elegimos, por tanto, estar en la Unión Europea naturalmente, pero no integrarnos en la Unión Aduanera, con lo que las mercancías iban a circular libremente por toda Europa hasta llegar a Algeciras.
Allí se establecería una Aduana comunitaria y, además, ningún producto saldría de Ceuta ni vendría de territorio europeo, sin los controles y aranceles de cualquier país no comunitario (salvo los de origen real Ceuta). En resumen, seríamos europeos pero no en el aspecto aduanero.
Creo que la decisión, en la que muchos participamos activamente, fue entonces acertada y después, la Cámara de Comercio, encargó dos estudios, en diferentes épocas, para saber cómo evolucionaba la situación.
En el primero, se decidió que no valía la pena correr el riesgo de cambiar. Pero ya en el segundo, realizado en colaboración con Melilla, comenzaron a plantearse serias dudas. Entonces los turistas peninsulares ya no venían a comprar en Ceuta porque los precios habían dejado de ser competitivos, Marruecos anunciaba un desarme arancelario con Europa, con lo que tampoco podríamos vender al país magrebí y los fabricados en Ceuta encontraban serias dificultades para entrar en Europa que desconfiaba de una ciudad a la que se consideraba –y considera todavía- un territorio franco sospechoso.
Ante todo esto, el ciudadano normal y el empresario se preguntan de nuevo cómo les puede afectar que Ceuta se integre de pleno derecho en la Unión Aduanera y, por tanto, su status sea igual al de Sevilla o Madrid. Esta es la gran pregunta que necesitamos contestar.
Si Ceuta se integrara totalmente en Europa, también desaparecería la Aduana de Algeciras que pasaría a estar en el Tarajal, ya que ésta sería el límite aduanero sur de la Unión Europea. Las mercancías fabricadas en Europa pasarían libremente a Ceuta sin controles de ningún tipo y viceversa.
Los productos de Oriente pagarían aranceles al entrar en la Ciudad Autónoma como ocurre en el resto de España y Marruecos cobraría aranceles a las mercancías que entraran legalmente en este país desde Ceuta. Ya veremos las necesarias matizaciones a todo esto.
La gran duda de las bonificaciones fiscales y del IVA tendría una solución diferenciada y creo que se establecería un largo período transitorio para que cualquier cambio fuera suave, sin descartar que pudieran conservarse al menos las mencionadas bonificaciones fiscales.
Por experiencias anteriores, todo ello no se haría de forma automática, sino en virtud de un plan perfectamente establecido por la Unión Europea con una especie de plan de desarrollo regional, un POSEI como el que se elaboró para Canarias, convirtiéndose así en una garantía para todos.
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