Rato, Blesa y los negros de Melilla

Se desayuna en un rato, es decir en un espacio corto de tiempo, aunque estaría mejor expresado si hubiera dicho “se desayuna en un ratito”. Pero ese rato o ratito –como ustedes prefieran- da la posibilidad de conocer cómo está el mercado de la empatía y de los principios morales en nuestro país.

Es en sí la evolución de la especie humana. De niño nos gustaría ser Robin  Hood -el ladrón que roba a los ricos y se lo da a los pobres- de mayor, ya evolucionados, quisiéramos ser como Rato, Blesa, consejeros con tarjeta o un Robin Hood en sentido inverso.
Comienza el desayuno y la televisión da la noticia de los “jetas con tarjetas”, los oyentes se convierten en tertulianos y con un churro en la mano dice la primera “que poca vergüenza, la milloná que se han gastado, un robo”; el segundo “es una vergüenza, pero como no hay control, pues hacen estas cosas, vamos que a mí me dan una tarjeta y me dicen que te puedes gastar lo que quieras sin miedo, sin problemas y hago lo mismo”; el resto de tertulianos con churro en mano “claro y yo, y yo también”.
Siguen dando las noticias y nos muestren cientos de negros encaramados a las vallas escupiendo, lanzando patadas a guardias civiles y guardias civiles utilizando defensas policiales contra los negros. Los oyentes dan su opinión con churro en mano, dice la primera “que poco vergüenza, que degenerados, había que tirarlos por la valla, se ve cómo le escupen a los guardias, estas cosas no las puedo soportar son indignantes, que se vayan a su tierra”; el resto de tertulianos “es verdad, es una vergüenza y otras lindezas que mejor las obviamos”.
 Hablaba sobre la empatía o la capacidad de ponerse en el lugar del otro y saber lo que siente o incluso lo que puede estar pensando. Uno reflexiona y piensa: ¿Qué podría estar pensando Blesa, Rato y todos sus conse-jetas cuando  una anciana preferentista denunciaba que quería operarse para no quedarse ciega y tenía su dinero en las preferentes? ¿Qué podría pensar cuando una persona se quita la vida al verse desahuciado por una hipoteca de Bankia? ¿Qué podrían pensar al ver tanta desgracia y sufrimiento? No sé, pero igual realizaron un estudio sobre la empatía ciudadana  y llegaron a la conclusión de ¡si lo harían los tertulianos del desayuno, por qué no nosotros!
Haciendo una reflexión personal de la empatía, me veo más cerca de subirme o de que mis hijos se suban a la valla que de tener millones de euros, disponer de una tarjeta para comer, divertirme, hacer cruceros por la cara, comprar ropa interior por el morro, vivir como un Rato o un Blesa cualquiera rodeado de pelotas que sabiendo de estas tropelías guardan un silencio cómplice. Pero esto que expreso no es simple retórica, porque los que dependemos de un trabajo para subsistir, si lo perdemos, estamos más cerca de la indigencia o la inmigración de lo que podemos pensar, porque miles de españoles han pasado de tener trabajo, casa y estabilidad económica a perder el trabajo, la casa y verse en la necesidad de recurrir a los servicios sociales, mendigar o trasladarse a otros países.
 El telediario no está sólo para informarnos cómo unos sinvergüenzas corruptos se aprovechan de la política para desvalijar el patrimonio de todos los españoles -casos Marbella, Gurtel, Palma Arena, ERE, etc-,  las noticias están para que tomemos conciencia de que robar el patrimonio de los españoles es perder prestaciones en sanidad, pensiones, becas, subsidio por desempleo, residencias de ancianos, calidad en la enseñanza, seguridad ciudadana, carreteras... En definitiva, ir perdiendo lo que en la Constitución define como El Estado Social, que no es otra cosa, que la capacidad del Estado -de todos los españoles- de garantizar los servicios básicos a todos los ciudadanos. Estas prestaciones se garantizan con nuestros impuestos y esos con los que algunos empatizan, lo que hacen es garantizarse estas prestaciones sin importarles el resto de españoles.
 Los negros intentan saltar la valla para comer todos los días, tener un techo donde dormir, intentan buscar un mundo mejor para ellos y sus familias. Empujados por las mafias son alentados para que planten cara a las fuerzas de seguridad, algo intolerable y que está provocando un rechazo social hacia los inmigrantes, una mala publicidad que enarbolarán los racistas para hacer bandera de la inmigración irregular. Piensan que vienen al paraíso, porque podrán comer, pero en pocos meses verán que el paraíso es más duro de lo que pensaban; mientras los otros, los Bankias y compañía, estaban en el paraíso -millones de euros en sus cuentas corrientes- y si pudieran, se hacían dueño del cielo, ponían a San Pedro de mayordomo y con todo lo amortizado comprarían para ellos y sus hijos La Vida Eterna.
 Si los que lo tienen todo no son capaces de pararse en sus ansias de poder, egoísmo putrefacto, en su obsesión por amasar lo suyo y afanar lo de los demás, no podemos esperar que los que no tienen nada desistan en su intento de comer todos los días. La inmigración es un problema mundial que no lo resolverán los guardias civiles de Ceuta y Melilla, es un problema que necesita políticas solidarias capaces de acabar con el hambre, las desigualdades, el ébola y la tiranía en el mundo.
  Para terminar dos frases para la reflexión. La primera, de Montesquieu: Los intereses particulares hacen olvidar fácilmente los públicos. La segunda, de Jacinto Benavente: El único egoísmo aceptable es el de procurar que todos estén bien para estar uno mejor.