Durante este mes, el noveno del calendario lunar musulmán, la abstención de ingerir cualquier tipo de alimento durante las horas del día es solo una parte de los requisitos que debe cumplir el buen creyente. Los malos pensamientos, los insultos, las críticas a terceros o las mentiras, entre otros aspectos, deben de ser desterradas durante los 29 o 30 días que dura el mes más sagrado para los musulmanes, y en el que se cree que Alá comenzó la revelación del Corán a Muhammad.
“Mucha gente que ayuna no obtiene nada de su ayuno excepto el hambre y la sed, y mucha gente que reza no obtiene nada de ello excepto cansancio”. Esta fue la afirmación del profeta Muhammad, según contó después su fiel y memorioso compañero Abu Huraira.
El hadiz (dicho atribuido al profeta) ilustraba así la importancia del ayuno en Ramadán, un acto que, a pesar de la creencia más extendida, no consiste sólo en dejar de comer. Ramadán es el nombre del noveno mes del calendario musulmán y, al regirse por la luna, su fecha de inicio varía. Ayunen cuando la vean y rompan el ayuno cuando la vean, dijo Muhammad, según fue narrado por Al-Bujari.
Es una época cargada de significado para los musulmanes, quizás la más importante del año, que recuerda el momento en el que el Corán comenzó a ser revelado al profeta Muhammad. Cumplir con el ayuno total y la abstinencia sexual desde el alba hasta el ocaso durante los 29 o 30 días es uno de los cinco pilares del Islam. Pese a que los ajenos lo ven como una tortura, la mayoría de los creyentes celebran su inicio. También es un momento de celebración, lleno de visitas a la familia, cenas deliciosas y largas reuniones con amigos.
Me siento eufórica, es una época en la que me replanteó el futuro, recuerdo los errores del pasado y trato de enmendarlos. Es para mí como hacer una nueva shahada [declaración de fe en un único dios, Alláh, de acuerdo con la fe islámica y las enseñanzas de Mahoma], empezar limpia de nuevo, con más brío, explicaba Rashida, una musulmana afincada en latinoamérica muy activa en las redes sociales desde la que hace 'da'wa' (invitación al Islam). La felicidad por su llegada se debe asimismo a que es un tiempo de perdón: Al musulmán que ayuna el mes de Ramadán por Allah, le serán borrados sus pecados. Allah os impuso ayunar. En él son abiertas las puertas de los jardines (paradisíacos) y son encadenados en él los demonios, se explica en la Sunnah (costumbres de Muhammad) y el Corán.
Además de ayunar, estos días deben dedicarse más que nunca a la oración, la meditación y el acercamiento a Dios. Rezamos súplicas voluntarias y leemos mucho Corán. Hay que recordar la importancia de Dios, dedicarle tus pensamientos, así uno se encuentra mejor, explicaba Mariam, una española que abrazó el islam hace cinco años.
Lo cierto es que casi todos, sean muy practicantes o no, suelen ayunar. Ya sea por costumbre o porque encuentran, aparte del lado religioso, beneficios más tangibles. Lo hago pese a que no rezo a diario. No quiero ser hipócrita, de momento no estoy preparado para eso, pero mi compromiso con el Ramadán es muy fuerte. Me sirve además como un mecanismo de autocontrol, creo que si logras hacerlo nunca caerás en vicios, aseguraba un jordano de 30 años.
El ayuno enseña paciencia, refuerza la perseverancia y la resistencia, recuerda la importancia de cumplir la palabra y ayuda al que lo hace a estar lejos de “las maldades”, dicen los expertos. El ayuno es una barrera (una coraza y protección) así pues, que el ayunante no diga obscenidades ni indecencias y que no actúe con ignorancia y violencia. Y si una persona le ataca o le insulta que diga: 'estoy ayunando, estoy ayunando, recoge otro hadiz.
Comienza el mes de ayuno de Ramadán y con él los trastornos de comida y sueño; especialistas médicos en el mundo musulmán ofrecen una serie de consejos para convertir este mes de privaciones en un aliado, y no en un enemigo para la buena salud.
Para alimentarse
Durante este mes los musulmanes se abstienen de comer y beber o fumar desde el amanecer hasta la puesta del sol; y es en ese momento cuando los fieles se sientan ante mesas llenas de comida copiosa y platos típicos, muy condimentados, llenos de calorías, de grasas y de mucho azúcar.
Para muchos musulmanes romper el ayuno es sinónimo de comer con avidez, algo que expertos y dietistas desaconsejan firmemente porque causan un aumento de peso además de problemas digestivos y de sueño.
El nutricionista marroquí Nabil Ayachi alerta sobre esta dieta incorrecta y lamenta que muchos no capten el verdadero sentido del mes de Ramadán, destinado más bien a purificar el organismo.
“Ramadán es el único mes en el que se puede perder hasta siete kilos de peso sin riesgos” afirma Ayachi, ya que el cuerpo, como reacción al ayuno, recurre a la grasa como segunda fuente de energía durante las horas de abstinencia, lo cual puede favorecer la pérdida de peso y hasta la reducción del nivel de colesterol malo en el cuerpo. Para una dieta sana, Ayachi aconseja a los ayunantes comer alimentos saludables, hacerlo despacio y en pequeñas cantidades, comenzado por un iftar (comida con el que se rompe el ayuno) ligero, como agua y dátiles, frutos ricos en monosacáridos y fáciles de digerir. Tras romper el ayuno, es preferible esperar un rato antes de continuar el iftar, con un menú que incluya comidas ricas en vitaminas, minerales, proteínas y fibras. Por ejemplo: pan, sopas de verduras, frutas o carne, pero siempre teniendo presente la regla de beber líquidos y agua, comer gradualmente y en pocas cantidades hasta que el cuerpo se sienta saciado.
Evitar los trastornos del sueño
Comer sano significa, además, reducir los trastornos de sueño, que se convierten en un problema típico en este mes, ya que se duerme poco por la multiplicación de ritos religiosos y actividades sociales durante la noche. Muchos permanecen toda la noche despiertos, y compensan esas horas durmiendo de día, pero aquellos que trabajan en el exterior se pasan el día luchando contra el sueño y con aspecto cansado. La solución está en intentar acostarse inmediatamente después del tarawih (oración adicional del Ramadán que se hace antes de la medianoche), levantarse poco antes de la oración del alba para el sohur y volver a dormir otra vez. También se puede hacer una siesta por la tarde, pocas horas antes del iftar. Es decir, distribuir las horas de sueño en varias “tandas”.
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