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Ramadán lejos de casa, solos y atrapados en Marruecos

El mes de Ramadán que comienza este fin de semana será muy distinto para la comunidad musulmana este 2020, sin reuniones familiares ni rezos en las mezquitas. El Ramadán es en su esencia un mes de ayuno, pero sobre todo de oración, lectura del Corán, recogimiento y para dar a los demás. En definitiva, un mes sagrado para vivir en familia y en comunidad. Pero la pandemia del coronavirus obligará a los musulmanes a vivirlo en casa.
Muchos marroquíes residentes en España, a los que el cierre de la frontera sorprendió en su país de origen, lo pasarán a cientos de kilómetros de sus casas y además solos. Este es el caso de Laila Bougalim Ben Hammou, una española de origen marroquí de 22 años que trabaja en Madrid como auxiliar de Enfermería. Laila viajó a Marruecos el 10 de marzo porque tenía que recoger la partida de nacimiento de su marido y un documento de que no tiene antecedentes penales “para la tramitación de unos papeles” aquí en España. Estaba tranquilamente en una tienda de ropa comprando algunas cosas para el bebe que está esperando cuando se enteró de que habían cerrado la frontera.

“Es nuestro mes sagrado, de reflexión, de rezo, de estar en familia... y estoy sola”

“Me llamó mi madre desde España llorando, angustiada, diciéndome que había visto en las noticias que se iban a cerrar esa misma noche las fronteras tanto terrestres como aéreas. En ese momento estaba perdida, confusa, sin saber qué hacer ante tremenda situación yo sola”, recordó la joven.
En un primer momento fue su madre quien se encargó de hablar con el consulado español, pero después se armó de paciencia y valor y llamó ella también. “Cuando telefoneé lo único que se me dijo era que esto es lo que habían decidido las autoridades y que no me quedaba otra que quedarme aquí. Ya llevo 42 días en Marruecos”, continuó.
Cuando saltó a los medios de comunicación la noticia de que habría un vuelo el 3 de abril desde Casablanca a Madrid, enseguida llamó al Consulado solicitando que quería ir en ese vuelo. “Me tomaron los datos y me dijeron que esperara a ver si tenía suerte y me llamaba Iberia para la compra de billetes, cosa que no ha sucedido”, lamentó.
Actualmente, está en casa de los familiares de una amiga que tiene en España, que “gracias a dios me han acogido porque no podía seguir asumiendo gastos de hotel”, pero se siente sola y cada día está más preocupada porque está embarazada de siete meses y medio. “Aquí no puedo tener la cobertura necesaria, ni realizar mis ecografías ni mis vacunas correspondientes. Me siento bastante abandonada ya que ante esta situación no he recibido ni una llamada de parte del consulado ni embajada ni nada para preguntarnos simplemente qué tal estamos e intentar darnos alguna solución”, prosiguió.
Por ello solo pide volver a su casa, al lugar donde tiene su vida y su familia, y poder tener a su bebé en España. “No estoy recibiendo ayuda de ningún tipo. La única que recibo es psicológica por parte de la ONG ITRAN ya que sin ellos no sabría cómo llevar esta angustiosa y frustrante situación”, explicó. Solo de pensar que este año va a pasar el Ramadán sola “me entra una angustia por el cuerpo y rompo a llorar”.
“El Ramadán es nuestro mes sagrado, nuestro mes de reflexión, de rezo, de estar en familia, de ayudar al que más lo necesita. Es una experiencia única que se vive una vez al año y hay que pasarla con tus seres más queridos y el tener que pasar el ayuno en estas circustancias es una auténtica pena. Es el mes de la magia”, comentó Laila.
Para Abdelmalek El Idrissi, un marroquí de 28 años que lleva unos doce residiendo en España y que está atrapado en Marruecos desde el pasado 8 de marzo, el Ramadán es “un mes sagrado, muy espiritual y familiar” puesto que considera que hay que pasarlo así, en familia. Sin embargo, este año la suya lo pasará divida porque su padre y su hermano están en España, mientras que él continúa en su país de origen.
Aunque Abdelmalek vive en pueblo en Guipúzcoa, donde trabaja como dependiente en una tienda de informática, viajó el 8 de marzo en coche hasta Tetuán “para llevar el justificante que le concede a mi esposa poder viajar a España, algo que me habían dado en la Oficina de Extranjería de San Sebastián, y para celebrar nuestra boda”.
Una boda que les llenaba de “ilusión” y que finalmente no ha podido celebrarse. “No pudimos presentar el papeleo en el Consulado español de Tánger ni hemos podido celebrar la boda”, comentó entristecido.
Este joven marroquí viajó con su madre Amina, de 50 años, su hermana Hanae, 21, y su hermano Chahid, de 26, mientras que su otro hermano y su padre tuvieron que quedarse en España.
Pero Abdelmalek está preocupado por la salud de su madre. “Tiene diabetes y tiene lumbalgia crónica. Cada cierto tiempo se queda parada, sin poder andar y toma unas pastillas que le receta su médico de cabecera, pero ya no le quedan y aquí en Marruecos no hay, al menos en las farmacias donde preguntamos”, prosiguió.

“Viajé para traerle a mi pareja el permiso para poder vivir en España y casarnos”

Se enteraron de que su país había cerrado la frontera por un familiar que les mandó una noticia de la prensa local y luego ya lo vieron también en la española. “Ahí, me di cuenta que era cierto”, relató.
No obstante no llamaron a la Embajada porque todavía no habían terminado “el papeleo de mi pareja”, continuó.
“Lógicamente teníamos que celebrar la boda. Pensé que era cuestión de días y volverían a abrir, pero me equivoqué. Llevamos aquí un mes y medio. Hay mucha gente como nosotros aquí en Tetuán. No nos han ofrecido ninguna solución, es inhumano la verdad, como si no existiéramos”, reconoció.
Al principio, pudieron quedarse en casa de su hermana durante más de un mes, pero al final tuvieron que buscarse un piso pequeño porque “éramos diez personas en un piso súper pequeño”. Ahora, apenas les queda dinero y van tirando como pueden, pero “si nos dejan más tiempo tirados aquí, lo vamos a pasarlo muy mal, ya estamos con una angustia tremenda. Nos sentimos bastante abandonados”, explicó.
A su país confesó que le pediría “más humanidad”, que “mire nuestra situación y nos abran la frontera”. Además, Abdelmalek tenía que regresar a su puesto de trabajo el 8 de abril y “todavía sigo aquí”.

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