Los guardias civiles de Ceuta lo llamaban el Laureado. Fue jefe de la Comandancia con el grado de comandante. Era un hombre peculiar en el trato y en su particular forma de hablar con sus subordinados. La historia de su vida puede que tenga algo de leyenda, pero también algo de historia de este país.
Nació en Carballeira (Orense), una aldea de unos 40 habitantes. Sus padres eran modestos campesinos de la aldea. Contaban los guardias que trabajaba como agricultor después de terminar la guerra, en la que fue condecorado con la Laureada de San Fernando, la mayor distinción militar del ejército de Franco. Una mañana, una pareja de la Guardia Civil de correría por la aldea, lo animó a ingresar en la Guardia Civil, porque con esa condecoración podía tener una muy buena carrera profesional en la Benemérita y así fue.
Cuentan los guardias de la época –muchos de ellos todavía viven- que no dudaba en llamar la atención a los subordinados diciéndoles: “Te doy una patada en los huevos” y a los que no bebían alcohol les decía coloquialmente -como una broma- que eran unos maricones. Era una persona muy peculiar en unos años donde los derechos de los guardias civiles brillaban por su ausencia.
Rafael Rivera Selas es el nombre del que fue comandante jefe de la 253ª Comandancia de Ceuta. Ingresó en la Guardia Civil en 1944 y se retiró como coronel en 1984. Hasta ese momento el máximo empleo al que llegaba un guardia no procedente de la Academia General Militar era capitán. La Laureada de San Fernando fue sin duda la mejor carta de presentación para ir ascendiendo, porque en solo seis años llegó al empleo de sargento, algo inédito hasta ese momento en la Guardia Civil.
Lo que está documentado es que el soldado Rafael Rivera Selas fue reclutado en agosto de 1937 por el ejército de Franco, combatiendo en Asturias hasta el derrumbamiento del frente, siendo evacuado al hospital de Santiago de Compostela por la congelación de ambos pies. Una vez dado de alta combatió en lo que vinieron a llamar la reconquista de varios pueblos de Huesca, siendo condecorado con la medalla Militar Colectiva.
Posteriormente luchó en el Frente de Teruel, donde fue ‘Distinguido’ en la toma del pueblo de Cubla, interviniendo a continuación en la ocupación de La Puebla de Valverde, Villastar y Sarrión. Seguidamente, pasó a la provincia de Castellón, donde combatió para la ocupación de Barracas y El Toro, destacando en el combate que tuvo lugar el 21 de julio, en el que, adelantándose a la vanguardia de las fuerzas atacantes, fue el primero en llegar al choque en el asalto a la posición de la que salieron varios adversarios armados con fusil y bayoneta, a los que hizo frente arrojándoles primero granadas de mano y acometiendo después, con el asta de la bandera, al soldado enemigo más próximo con el que luchó cuerpo a cuerpo hasta deshacerse de él, y apoderándose de sus armas eliminó igualmente a dos enemigos más, haciendo huir a los restantes.
“Han pasado muchos años, pero la figura del Laureado permanece en el recuerdo de los guardias de la época. Algunos fallecidos como Juan Bendala, que en los mucho servicios que compartimos me relató innumerables anécdotas del Laureado”
Su valerosa actitud dio lugar a que sus compañeros se hicieran dueños de los parapetos enemigos, resistiendo con tenacidad los contraataques del adversario. Fue citado por esta acción como “muy distinguido” y propuesto para la Medalla Militar Individual, abriéndosele por orden del general en jefe del Ejército del Norte expediente de juicio contradictorio para la Cruz Laureada de San Fernando, que le fue concedida por orden de 5 de octubre de 1943.
Al término de la campaña estuvo destinado en diversos puntos de las provincias de Valencia y Navarra, siendo trasladado en noviembre de 1939 al Regimiento número 45 y al mes siguiente al de Artillería número 30, en Tetuán. Tras ser licenciado en 1941, al año siguiente fue movilizado y destinado al Regimiento de Artillería número 28, concediéndosele en junio de 1943 la licencia indefinida y cuatro meses más tarde la Cruz Laureada de San Fernando.
En 1944, ingresó en el Cuerpo de la Guardia Civil, pasando a prestar sus servicios en la provincia de Orense, dos años después ascendido a cabo, alcanzado el empleo de cabo primero en 1948. En 1950, fue destinado a la Guardia Colonial del Golfo de Guinea y fue ascendido al empleo de sargento. Tres años después fue ascendido a brigada y en 1957 al empleo de teniente y en 1961 al empleo de capitán. En 1966, fue ascendido a comandante y destinado como jefe a la Comandancia de Melilla, en 1971 fue destinado a Ceuta como jefe de la Comandancia hasta 1978, que fue destinado a la Comandancia de Huelva, al ascender a teniente coronel en cuyo mando cesó en 1983, al haber ascendido al empleo de coronel.
Han pasado muchos años, pero la figura del Laureado permanece en el recuerdo de los guardias de la época. Algunos fallecidos como Juan Bendala, que en los muchos servicios que prestamos juntos me relató innumerables anécdotas del Laureado. Un hombre que tuvo una vida compleja y llena vicisitudes, algunas reales, otros chascarrillos o fabulas de compañeros de una España que necesitaba héroes.
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