Dedicado a todos mis hermanos de Las Penas, con los que he compartido sin duda los mejores momentos de mi vida, y muy en especial a Don Rafael Vinuesa, al que considero el mayor perjudicado en lo que está aconteciendo en mi Hermandad de las Penas. Con estas palabras no busco más que hacer que los momentos amargos, como son los que estamos viviendo, sean un poco más llevaderos para mis hermanos a los que más cerca les toca el tema. Porque como se suele decir “En la buenas están todos” por eso mismo en estos momentos malos, difíciles de digerir y llenos de incertidumbres pienso que unas palabras cálidas para que aquellos dañados, sientan el calor y el cariño de los pocos que se quedan cuando parece que el barco se hunde. Me gustaría lamentarme ahora por lo que está ocurriendo Rafa, porque los que estamos a tu lado sabemos cómo todo esto te está afectando, mejor dicho, como NOS está afectando, siendo tu persona la principal víctima de toda esta injusticia. Porque sí querido Rafa, como no podía ser de otra manera lo que en esta preciosa ciudad como lo es Ceuta, la envidia está a la orden del día. Bien es sabido que siempre el que innova o en este caso, destaca por ir siempre de frente y con la cara bien alta, es al que todo el mundo trata de hundir; el que está por encima de las críticas, al pie del cañón día tras día y dando la cara por sus hermanos es finalmente al que acaban viendo como al enemigo y en vez de ser visto como un ejemplo, es desvalorado y despreciado. Recuerdo como si fuera ayer ese 8 de octubre de 2011. Efectivamente, el día del cincuentenario del Santísimo Cristo de la Humildad Y Paciencia de mi querida hermandad de “Las Penas”. Cierro los ojos y aún siento esos nervios de un estudiante de secundaria que se enfundaba por primera vez un traje, los nervios de pensar que iba a ver a nuestro Cristo pasear por las calles de Ceuta. Y lo cierto es que en la vida podré olvidar el momento en el que me dieron el cirio, eché a andar y escuché tras mí esa voz rota, esa voz que tanto te distingue y sigue haciendo que cuando toques el martillo y hables se erice la piel de cada uno de los costaleros allí presentes. Al escuchar el golpe del martillo vi por primera vez como a mi Cristo lo llevaban de una levantá “a los balcones de los que ya no están” como solemos decir en honor a nuestros seres queridos y que desde allá arriba siguen cuidándonos. Hay varias cosas que no podré borrar de mi cabeza por mucho que quiera de ese día: No olvidaré como nuestro Cristo parecía flotar por los adoquines, como las interminables cuestas de Ceuta se convertían en chicotás que quedarán grabadas de por vida en nuestras retinas, como desobedecía a la orden de “no te gires”… ¿Pero que esperaban que hiciera sí tenía a mis espaldas a Las mismísimas Cigarreras y andando a su son a nuestro precioso Cristo… Sí Rafa, a nuestro Cristo, delante del cual ibas mandando con una seguridad que era normal que esa noche El Cristo de la Humildad y Paciencia y sus andares quedaran grabados a fuego en la cabeza de todos… ¿Y lo que yo daría por girarme y verte de nuevo mirando al Cristo a los ojos y hablando con él?.
Pero de esa noche tan especial me gustaría destacar tres cosas que a día de hoy siguen haciendo que me emocione. La primera de todas, ese izquierdo en la puerta de los Remedios donde las maniguetas entraron completamente en la iglesia, donde el paso cuadró al milímetro, donde se derrochó señorío y arte. La segunda, ver a nuestro Cristo por la Calle Real al son de “la trabajadera de metal”, como a base de izquierdos hacían que el paso pareciera que no pesara, como con cada izquierdo ganaban y ganaban, siempre de frente. Y por último, nunca olvidaré como aquella noche me juré que desde que me dieran la oportunidad hasta que me muriera, sería los pies de ese, mi Cristo de la Humildad y Paciencia. Recuerdo el llegar a casa y llorar hasta quedarme dormido por no dar ni la talla ni la edad para haber podido entrar ese año, en ese cincuentenario, lo que hubiera dado por vivir una sola “chicotá” bajo sus trabajaderas con mis hermanos y contigo delante… lo que hubiera dado Rafa. Hace 5 años tuve la oportunidad de entrar en la “Cuadrilla” ¡En nuestra cuadrilla! en nuestra familia. Y ni una sola vez he fallado a un ensayo, aunque no pudiera ensayar porque estuviera lesionado o porque era demasiado joven, pero desde ese cincuentenario siempre he acompañado a mi cuadrilla en cada ensayo. Con todo esto, querido Rafa, lo que quiero decirte es que son 5 años en nuestra hermandad, sí, tengo la certeza de que son muy pocos, pero he encontrado a mi familia. Recuerdo las horas y las noches haciendo costales, con nuestras marchas de fondo, como nos recogíamos unos cuantos la madrugada antes del Jueves Santo en ese rincón de la hermandad para hablar, para estar juntos, para disfrutar las horas previas a la salida de nuestros pasos a la calle, haciendo de aquellas noches y de aquel rincón parte de nuestra vida, parte de nuestra casa. En estos 5 años recuerdo los bocadillos después de los ensayos hablando sobre qué mejorar, que corregir, los miles y miles de “igualás” y retoques que hacíais para que cada costalero fuera en su sitio, ayudando con las cruces, con las papeletas… Y desde hace 5 años, volviendo a soñar como aquel niño del traje chaqueta y contando los días que faltan para que vuelva a ser Jueves Santo, para que nos volvamos a reunir en nuestro pequeña habitación, con nuestras marchas y con toda la noche por delante. Para volver a ser la persona más feliz bajo la trabajadera de nuestro Cristo de la Humildad u Pciencia… el de los “Estudiantes” como a ti te gusta llamar. Quiero que sepas que en esos 5 años he hecho una familia, la mejor familia que jamás nadie imaginaría. He hecho hermanos, he hecho “padres”, he encontrado referentes. He tenido la suerte de que Javi y Jorge Pérez hayan sido mis mentores, me hayan tratado como un hijo suyo más. No sabes la suerte que he tenido de que entre todos vosotros hicierais de mi un buen costalero, o como ellos prefieren llamarlo, “un buen peón”. No sabes la suerte que he tenido de conocer al “Cata” y las risas que nos hemos echado hablando sobre cualquier tema, haciendo más amena cada espera. No sabes la suerte que he tenido de poder “vivir” en tu casa en Sevilla año tras año, acogiéndome como un hijo más. No sabes la suerte que he tenido de pertenecer a esta gran familia, de sudar hombro con hombro con la gente de mi trabajadera. He compartido momentos inolvidables, y ahora veo como mi familia se rompe, como una injusticia hace que mi familia se quiebre, como una decisión ha hecho tanto daño a mi familia… Espero que todo esto solo sea una broma de mal gusto, pero como ya te dije Rafa, con mi familia voy a donde haga falta y si eso incluye dar la cara en los momentos duros como estos, ahí estaré hombro con hombro contigo y con mis hermanos. Por mis hermanos, por mi hermandad y por ti el primero ¡siempre de frente Rafa, siempre! Solo decirte que espero compartir muchos más abrazos antes de meterme bajo los pies de mi cristo y otro nada mas salir. No hay que buscar culpables de lo que está ocurriendo, porque el culpable está dentro de “casa” y hay que solucionarlo y la única manera es con unas elecciones como tú pides: Libres y democráticas. Y como alguien muy querido me dijo “ llevo muchos kilos ya en esta “chicotá” pero tranquilo que aun me caben muchos más kilos” Así que Rafa, esto lo afrontaremos de la única manera que sabemos, hombro con hombro, con la cara descubierta, esperando a que nos lluevan las críticas, y como solo nosotros sabemos hacerlo Rafa, de frente ¡siempre de frente, valiente!. Ante todos los golpes que nos hayan dado y nos darán ¡siempre de frente Rafa! que esta “chicotá” va para largo y habrá que apretar los dientes, echar la mirada al frente y sudar hombro con hombro con nuestros hermanos, pero estoy seguro que será una “chicotá” de la que se hablará durante años. Porque como toda buena “chicotá comienza con una “levantá” en la que los kilos se reciben con la cara bien alta y por derecho y no agazapados y que otros hagan el trabajo; donde no se le tiene miedo a los “kilos” que caigan y no escondiéndose nunca ¡porqué tú no tienes de que esconderte ¡Nunca lo has hecho!… tal vez otros, sí ¡Siempre de frente valiente! De todo corazón, espero vivir miles de momentos más a vuestro lado. Un abrazo