Opinión

R-Evolución

Hace relativamente poco que he vuelto a experimentar esas cosas que nos identifican a cada uno como un ser único. De bien pequeños vamos tomando notas en lo que nos gusta y finalmente queremos destacar. De pequeña, mi espíritu libre determinó mis curiosidades. Mi sino era buscar y encontrar. Me gustaban las películas capaces de trasladarte a otros lugares lejanos, a otras vidas anónimas. Mis favoritas hablaban de historias donde el hombre "civilizado" era el conquistador que depredaba la tierra fértil y atesorada por gentes con sabiduría superior a la que colonizaba. Esas películas donde figuraba el respeto por la naturaleza, la relación trabajada con la tribu que uno elige y el respeto y amor profundo de buscar en el otro, un@ compañero de vida. Esas películas con valor interno que te cava en las entrañas el verdadero camino que todos deberíamos seguir. Mas tarde, mis gustos se fueron nutriendo de todo ese mundo gestado en mi infancia, cuando esperaba que llegara el domingo para ver mis películas favoritas que alimentaban y nutrían mi joven alma. Yo quería ser Pocahontas, montar a caballo por el bosque, quería enamorarme de un hombre fuerte, salvaje y con un corazón puro. Esas fantasías se habían sembrado solas, como cuando el viento sacude ligeramente a una flor arrancando su semilla hasta posarla en un lugar húmedo cuando decide pararse. Esa relación con la identidad que uno va forjando conforme va pasando el tiempo, retorna en mis años cónclaves de niña a mujer. Al ver, que eso solo pasaba en las películas, mi refugio de experiencias negativas con el amor y la familia, empezó a ser el Mar.

Hoy me preguntaba cuando había nacido en mí, esa irrestible relación con él. Mi introspección me ha contestado un diálogo que siempre he mantenido conmigo misma, diciéndome que apareció cuando empecé a sentirme sola. Entonces comencé a sentir la necesidad de ocupar mis espacios físicas, mentales y emocionales. Fui recogiendo todo lo que me suscitaba admiración y lo fui albergando todo en el corazón de mi casa, mi habitación.

Al cabo de los años tenia todo un santuario dedicado al Mar y a un amor que nunca llegaba para consolar esa sensación de soledad enquistada. Era casi como el sagrario de una iglesia, ese pequeño rincón de ofrendas que me otorgaba paz y tranquilidad. Luego vino una mal decisión cuando tiré un día de levante todo lo que había ido recogiendo en tierra no firme y bajo el agua. Me deshice de mis reliquias y lo peor de todo, de mí. Le hice un sitio a la superstición, creyendo que el resto me iría mal si seguía conmigo toda esa naturaleza fosilizada agrupada dándome compañía.

Abandoné mis aficiones, volviéndome mas fría y falta de sueños. Mas racional. El corazón lo dejé aparcado para muchas cosas y mi rebeldía empezó a aullar.

Ahora me siento como esos raros y desconocidos mamíferos que pocos conocíamos como yo hasta ahora y no nos explicaron en clases de ciencias su verdadera historia evolutiva. Si, he sido un mamífero que se le había olvidado sus orígenes. Me he pasado media de una vida pegada al Mar pastando como esos seres en marismas, de otros seres que me han ayudado a crecer, otros no; pero entre toda esta.

R-Evolución, mi mente, mi cuerpo y mi alma, me han vuelto a dictar a donde pertenezco. Poco a poco, sin saber por qué he retornado inconscientemente a mi verdadera esencia. Miro a mi alrededor y veo mis cuadros de Coral, mi bello y pequeño cuadro rustico de una sirena pintada como un fresco lienzo, una bola de cristal con esas orejas de Mar que decidí (por suerte) no tirar por si aparecía el arrepentimiento un día de lo que me quise deshacer. Una ballena reposalibros y un faro que en breve recogeré de una tienda que me tienen apartado y me enamoré perdidamente de él.

Me ha pasado como esos mamíferos cuadrúpedos con el aspecto de piel de una ballena que me imagino con facilidad [tras una conversación de lo más interesante que tuve con los importantes y tan necesarios biólogos marinos como en especial:

Óscar Ocaña Vicente "Director del museo del Mar" de nuestra ciudad autónoma de Ceuta y Manuel García Díaz "biólogo marino en funciones", que trabajan duro por la conservación, difusión y demás proyectos científicos del patrimonio natural marino de nuestras costas litorales], al escuchar atentamente concentrada bajo mi sorpresa, de que estos seres además de mamíferos también rumiantes, nunca terminaron de adaptarse al medio terrestre y que un buen día decidieron caminar, andando lo sobre andado adentrándose de nuevo retrocediendo instintivamente en las aguas remotas de sus ancestros, para volver en un peregrinaje involutivo siguiendo las huellas de un recuerdo que habían dejado marcado miles de años atrás sus congéneres, en un camino que ellos solo conocían hacia el Mar que siempre les esperó.

Hoy ya sé quien soy.

"Si hay magia en este planeta,

esta contenida en el agua".

Loran Esiley_

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