Quinín’, abogado, funcionario del ministerio de la Vivienda, poeta, conferenciante, escritor y cofrade, el amor por su ciudad natal le llevó a acuñar aquello de la “Ceuta del alma” que a modo de bandera del más acendrado ceutismo presidió toda su obra, ya tiene su calle. ¿Su calle? Como escribía mi querido amigo Manuel Abad el pasado domingo, “ubicarla en el Sardinero me ha parecido de chiste, cuando su atalaya la tuvo en la Casa Marañés”, o en su particular ‘cuarto de estar’, añadiría yo: la plaza de los Reyes. “Soy ceutí en la seguridad de que siéndolo soy español. No se puede ser ceutí sin ser español. Ceuta para mí lo es todo. He nacido en Ceuta, vivo en Ceuta y deseo, si Dios quiere, morir en Ceuta [como así fue]. Por mucho que me atraiga otro sitio y hable de otros lugares, mi pensamiento lo tengo siempre en Ceuta, porque yo la llevo muy dentro de mí.”
Joaquín Amador García, ha sido uno de los colaboradores más renombrados de este diario por su larga trayectoria y su amplia producción literaria y periodística. Invitado por Francisco Lería, comenzó a escribir esporádicamente en 1950, y años después, de forma habitual, casi siempre con seudónimos como ‘Luís de Benzú’, y muy especialmente ‘Quinín’, y con los más diversos títulos para su sección, como ‘Pompas de jabón’, ‘Quinerías’, y ya por último, ‘A mi estilo’.
“Yo ponía siempre uno que no se relacionara con el tema que escribía. Tal es así que una vez, el general Fontela, me dijo que tenía archivado por curiosidad los títulos que ponía a mis escritos. Finalmente opté por uno general para no romperme la cabeza. Un estilo que algunos dirán que es sensiblero, cursi y sentimental, pero que a otros muchos les gusta.”
¿Poeta, escritor, periodista, ¿cuál de estas tres cosas fue Quinín?
“Ninguna. Me gusta el periodismo, el escribir o la poesía, pero no tengo las cualidades para ninguna de las tres. No tengo méritos de ninguna clase y trato siempre de pasar desapercibido”.
‘Quinín’ tenía bien claros los dos géneros que cultivaba en nuestras páginas:
“La poesía es una expansión del espíritu, una evasión del alma, una forma de volcarse sobre el papel, siempre con gracia y musicalidad. El periodismo es informar a la sociedad de lo que ocurre con imparcialidad. A mí me dicen que doy una de cal y otra de arena, precisamente por eso, por querer ser imparcial.”
La religión y la política Entusiasta cofrade se prodigó en el tema con el seudónimo de ‘Costalero’, Muy incisivo, pero siempre con un afán constructivo, sus críticas eran muy mal encajadas por determinados ‘capillitas’, que le devolvían la pelota acusándole de marcharse a presenciar las procesiones de la capital hispalense. “Esa Semana Santa sevillana hay que sentirla como a mí me enseñaron a vivirla. No hay otra cosa en el mundo.”
Pregonero en 1959, Joaquín Amador es también un obligado referente en el ámbito penitencial sobre la base de su profunda fe. “Que nadie se confunda, una cosa es ser religioso y otra beato. En mis escritos hablo de los demás, pero siempre con un poco de caridad cristiana”.
Al advenimiento de la democracia se comentó que ‘Quinín’ era socialista. Pero él pasó de la política y dejó claras las cosas: “Me gusta respetar todas las ideologías, pero si de derechas se entiende un régimen que respete la religión, la propiedad y la familia, en ese caso soy de derechas”.
De su época universitaria refería que cuando le preguntaron a él y a sus compañeros qué era para ellos la política, su respuesta mereció el primer premio. “Dije que la política era la hipocresía vestida de color de rosa.”
Ceuta, Andalucía misma ‘Quinín’ sufrió un gran desencanto cuando nos dejaron fuera de Andalucía.
“Ceuta es Andalucía, porque primitivamente hubo una continuidad del suelo andaluz con Ceuta. Históricamente ha sido andaluza siempre. Y si ahora eso no vale, todavía tenemos nuestra idiosincrasia, nuestra forma de ser, nuestra forma de hablar, todo en andaluz. Nuestras fiestas y procesiones son andaluzas, y si son nuestras mujeres… vamos a dejarlo a un lado. Porque ni las de Sevilla, ni las de Córdoba ni las de ninguna parte, de Sierra Morena para abajo, se pueden comparar con las de aquí”.
Personaje popular de la Ceuta de su tiempo, su figura estuvo en el punto de mira de la curiosidad de muchos. Puestos buscarle los tres pies al gato, no faltaron quienes trataron de hurgar en algo que saltaba a la vista a propósito de su soltería:
“Dios me ha demostrado en varias ocasiones que me quiere soltero, primero cuando me hizo cuidar de mi madre hasta su muerte y, posteriormente, con el fallecimiento de las dos mujeres a las que me prometí en matrimonio, una de ellas la hija del pintor Julio Romero de Torres”.
Las cosas del maestro Maestro por excelencia del costumbrismo ceutí, siempre le confesé mi condición de entusiasta discípulo suyo. “A mí no se te ocurra llamarme más así. De maestro, nada. Soy una persona como las demás, que se apoya en su fuerte memoria para recordar las cosas de la de Ceuta mi infancia y juventud.”
¿Y quién era ‘Don Corresponda’?, uno de sus latiguillos habituales.
“Yo nunca personalicé, ni tampoco concreté nombres de nadie sino que siempre dije las cosas para que cada cual se aplicara y el que supiera que iba por él, era el que tenía que responder.”
Un linotipista de la época, Pepe Benedicto, me refería su aprecio por los operarios del desaparecido sistema de composición. “Agradecía mucho el vertido de sus escritos al plomo, y no faltaba el año en el que, por su santo, aparecía por la tarde con un paquete de pasteles para los linotipistas”.
Profundamente ligado durante más de 40 años a esta Casa, de la que fue ‘Faro de Oro’, por sorpresa, ‘Quinín’ se marchó, al principio de los noventa, a ‘El Periódico de Ceuta’. Veintidós meses después se cerraba dicho diario. ‘Quinín’ ni regresó, ni volvió a escribir. Creo que se arrepintió de aquel paso. Después se marchó a una residencia en la que, cariñosamente atendido, vivió la última etapa de su vida.