Hace unos días me mandaron un relato vivido en primera persona precioso. Es la vida de una hija y un padre. La hija lo añora y el padre desde los lugares más recónditos del más allá le va respondiendo. “Papá, ¿por qué te fuiste de al lado mía?. Sabes que te necesitaba. Éramos nuestras medias naranjas perfectas. Las largas charlas que hacíamos eran como consultar a una biblioteca abierta las 24 horas. Eso era tener confidente. Ahora ¿qué voy a hacer? Los seres humanos de hoy no me comprenden. Ni si quiera mamá. Ella está intentando domar a un alma gemela nuestra que sabes que tenemos pensamientos impulsivos. No pensamos, reaccionamos. Eso según la sociedad nos hacen diferentes. Pero no somos iguales. Lo único que queremos es todo para nosotros. Por qué guardar para el futuro. ¿No es mejor disfrutar el presente y que los demás te ayuden a realizar todo? ¿Que equivocados estáis todos? Menos mal que tú sí sabes que yo digo la verdad verdadera. Hay que disfrutar el presente, el mañana no se sabe lo que nos traerá. Lo bueno que trae todo esto es que sé que vendrás a ayudarme. El lugar ya lo conozco de memoria, mi cama.
De noche. Cuando nadie nos puede molestar. Sé que eras único. Incluso en buscar el lugar, el momento y en las condiciones necesarias. Me dijiste una vez que los recuerdos son fundamentales para seguir viviendo. Y es que no hace falta tener latidos en nuestro corazón para seguir estando junto a vosotros. Por eso los difuntos se aproximan más a las mujeres. Que ¿por qué lo hacemos? Sois los que protegéis a nuestra futura prole. Les dais a parte del nacimiento unos cuidados elementales. Pero lo principal es ese legado. Aunque te parezca una tontería el hablar del abuelito y enseñarle una foto que la tienes siempre muy cerca de ti y que no la dejas ni a sol, ni a sombra. Es una transmisión oral. Eso que yo siempre te decía. Las tradiciones no mueren, lo que desaparece son las ganas de dialogar con nuestros congéneres. Y quienes son los que tenemos más cerca, pues nuestros hijos.
Hoy en día por motivos del trabajo también tenemos una prolongación, nuestros nietos que nos lo endosan en las edades cuando deberíamos de pasar a disfrutar de un nuevo mañana. Y es que a los 65 años y con las condiciones que estamos llevando, gracias a las pastillas, somos unos chavalines. Queremos disfrutar de nuestra libertad. Pero tener que cuidar de nuestros nietos es lo más de lo más. El estar en esta vida paralela y liberar nuestra mente terrana me hace poder hablar más claro. Si nunca lo he hecho. Que creo que así ha sido. Pero no te preocupes aquí no me quedo dormido viendo la tele. Aquí he aprendido que todos los instantes son fundamentales para poder comunicarme con los que más quiero. Gracias por dejarme, siempre que estas sola, mi lugar preferido de la cama. Allí me encuentro en casa.
Aunque creo que nunca he salido de allí. Me tenéis presente. Os veo vuestros pensamientos. Queréis que vuelva con ustedes. Y yo también lo deseo. Pero donde manda capitán no puede decir nada el marinero. Sin embargo podemos estar en cualquier lugar del barco y esto nos hace ser más útiles. Podemos ver, observar y adelantarnos a un fallo. Y de hecho puedo avisar de alguna eventualidad. De vez en cuando os doy alguna idea que me viene a la cabeza. Como por ejemplo el vestirme con la camisa de tu boda. Sé que supiste interpretar dos cosas. Que el casarte por la Iglesia era una ilusión mía, ya que te quería llevar al altar cogida de mis brazos y que siguieras pagando los dineros mensuales del Cristo de Medinaceli. Pero lo principal ha sido que nunca tuviste miedo de entrar en un diálogo nocturno. Aquí me advirtieron que podría ser una maniobra contraproducente. Donde muchas almas se dieron en el morro con una cosa, el miedo. Menos mal que en nuestras charlas de cuerpo presente te advertí que quería seguir hablando contigo y me aceptaste desde el primer día que pude hacerlo. No es tan sencillo de lo que lo hacemos. Pero bueno algún inconveniente tenía que tener nuestro estado.
Sé que te tildaran de loca si difundes estas conversaciones pero dos tramos tienen el creer lo que están leyendo o no creer. Tu aceptaste el buen camino para estar un rato conmigo. Y yo te lo agradezco. Ya que aunque estaría ayudándoos a todos de todos modos no sería igual. Siempre debe de advertir alguien nuestra presencia para deciros que estoy aquí. Nunca estaréis desamparados. Pena me da de no estar junto a ustedes y poder tocaros, por eso os recomiendo que cuando os sintáis solos no dudéis en buscar el calor humano. Y agradecerlo con un abrazo, un beso. Son gestos humanos que dan forma a algo. Al amor que nos sentimos. No os olvidéis de esto. Amor equivale a contacto. Un simple beso dice mucho de lo que sentimos. No nos olvidemos de salir de una habitación donde nos sentimos bien sin esa sonrisa, esa expresión de cara de felicidad y rematar la faena con un beso, un abrazo, o una palabra tan maravillosa que al pronunciar la puede derretir cualquier alma hecha de hielo. Es decir: TE QUIERO.
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