Categorías: Opinión

Queremos saber

El año que acabamos de iniciar no es un año cualquiera, es un año de elecciones municipales y autonómicas, y se nota. Desde hace algunos meses, los partidos políticos vienen calentando motores para preparar la campaña electoral. Unos haciendo balance de su acción  de gobierno y otros perfilando sus programas electorales. Cada partido tiene su estrategia: hay quienes prefieren un programa participativo y se reúnen con los agentes sociales para escuchar sus inquietudes y propuestas; otros son más beligerantes y basan su campaña, al menos hasta ahora, en intentar desgastar la imagen del principal adversario que no es otro que el Partido Popular y su líder, el Sr. Vivas. Nosotros respetamos todas las formas de entender la política que, por lo menos, no caigan en la falta de respeto y educación, sin que esto sea un impedimento para decir las cosas por su nombre. Porque más que las formas, a los ciudadanos nos interesa el fondo, es decir, las propuestas que cada formación política formulan para solucionar los graves problemas que padece Ceuta.
En la carrera electoral no todos parten de la misma línea de salida. No es lo mismo ser un partido de la oposición en la Asamblea que llevar diez años en el gobierno de la Ciudad, aunque estén allí porque así lo ha decidido libremente la mayoría de los ceutíes. A nadie se le escapa que el Partido Popular cuenta a su favor con la ventaja de disponer de la potente maquinaría burocrática de la Ciudad y administra unos cuantiosos fondos económicos que puede dedicar a actuaciones efectistas de cara al electorado o la publicidad institucional. Por otro lado, en esta desenfrenada carrera por hacerse con un asiento en la Asamblea unos tienen mucho que ganar y otros mucho que perder. Los previsibles ganadores, el PP, no quieren correr el más mínimo riesgo y están tomando una serie de decisiones que han irritado al principal partido de la oposición, la UDCE presidida por el Sr. Mohamed Alí. Los hechos que han motivado el enfado de la UDCE es el aplazamiento hasta después de las elecciones de la aprobación del nuevo  PGOU y del Plan de Gestión de Residuos, así como del concurso público para la adjudicación del contrato de la recogida de basuras.
En un artículo anterior, ya manifestamos nuestro desacuerdo con la decisión de meter en un cajón el documento del nuevo PGOU hasta que pasen las elecciones. Nos parece un acto contrario a la democracia y al sentido común. Podemos estar de acuerdo en que no se lleve a cabo la aprobación del Pleno de la Asamblea hasta que no se produzca su renovación, pero nada impide al PP, al  Gobierno de la Ciudad y al Sr. Vivas, como máximo responsable de ambas entidades, dar a conocer su contenido. Muchos ciudadanos queremos saber qué pretende hacer el partido que a todas luces ganará las elecciones con nuestro territorio. Algunas organizaciones, como la nuestra, nos preocupamos de redactar un extenso documento de alegaciones al avance del PGOU hace más de un año sin que hasta la fecha hayamos recibido la más mínima respuesta. El mutismo es absoluto y las verdaderas intenciones del gobierno permanecen ocultas para los ojos de la ciudadnía.
Como organización ciudadana comprometida con los asuntos públicos nos dirigimos desde esta columna periodística al Sr. Juan Vivas, para reclamarle que,  en coherencia con su autoproclamada transparencia en su acción de gobierno, dé a conocer el contenido del futuro PGOU antes de la celebración de las elecciones autonómicas. Los ceutíes tenemos el derecho de conocer las intenciones de cada uno de los partidos que concurren a las elecciones en asuntos claves como el urbanismo para así poder votar con conocimiento de causa. Nosotros y los más de mil ceutíes que firmaron en contra de la urbanización del Monte Hacho queremos saber, entre otras cosas, el futuro que le depara a este emblemático promontorio.  Queremos saber su intención respecto a otras zonas como el arroyo de Calamocarro, el Desnarigado o el Azud del Infierno.
Queremos saber qué edificios históricos va a proteger y cuales no. Queremos conocer su modelo de ciudad: una ciudad basada en los propósitos económicos o en los humanos. Un simple de contenedor de personas hacinadas en edificios de diez o doce plantas con tal de satisfacer la avaricia de unos pocos o en míseros barrios abandonados por la administración; o bien una ciudad que estimule las necesidades cívicas superiores: orden, continuidad, significación, valor, objetivos y designio.
En definitiva, una ciudad de los desequilibrios sociales y económicos, o una urbe que busque el equilibrio entre número de habitantes y la disponibilidad de equipamiento e infraestructuras que garanticen a todos los ceutíes una vida plena y satisfactoria, todo ello sin comprometer la conservación de nuestro patrimonio natural y cultural.

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