Categorías: Sucesos y Seguridad

“Queremos saber por qué mataron a mi hermano, cuál fue el motivo”

La madrugada del pasado 10 de agosto, el vecino del Príncipe, Mohamed Ennakra, moría asesinado de dos disparos en la cabeza. Su vida era segada a los 33 años por unos asesinos que aún hoy no han sido detenidos.

En el hogar de los Ennakra ya nada es lo mismo. Rotos por el dolor solo quieren respuestas a la hilera de interrogantes que martillean sus cabezas desde esa madrugada.
¿Por qué mataron a Mohamed?, ¿quiénes idearon una emboscada para que, ya estando en la cama, saliera de su hogar tras recibir una llamada a su teléfono móvil que le llevó al escenario en donde fue acribillado?
Mohamed dejó dos hijos de corta edad: el varón Maisar, de solo 5 años, y la pequeña Yannat, de cinco meses. Saba, su hermana, reclama, en esta entrevista con El Faro, justicia. También explicaciones, porque hasta la fecha nadie se las ha dado.
–¿Cómo recuerda a su hermano?
–Era un chaval al que le gustaba mucho salir al campo, las motos, el fútbol... le encantaban los niños. Estuvo en el Ejército, como soldado profesional, durante tres años; tuvo además varios trabajos en Ingesa, en el antiguo Hospital de Cruz Roja, donde hacía labores de limpieza; en el Casino  trabajó varios meses... Ahora estaba esperando porque podían llamarle del Plan de Empleo.
Tras casarse tuvo sus hijos con los que estaba muy implicado. Era muy familiar. Nunca tuvo problemas con nadie porque con nadie se metía... por eso no entiendo este asesinato.
–Un crimen, además, de esa manera... por la espalda.
–Ha sido un asesinato muy perro, una muerte de un inocente. No es normal que una persona esté en su casa, con sus dos hijos, le llamen al teléfono para que salga con la idea de quitarle la vida tan bruscamente.
–Ha mencionado antes de forma tajante que su hermano no tenía problemas con nadie, ni, como se dice popularmente estaba metido en líos... para concluir, como algunos han hecho, que su muerte se trató de un ajuste de cuentas más.
–Mi hermano no tenía nada. Tampoco tenía ‘alias’, como han dicho. Le llamaban Gufito porque ése era su apodo desde siempre, desde niño. No puede ser que cuando hay una muerte digan que o ha sido una equivocación, un ajuste de cuentas o asuntos de narcotráfico o de terrorismo... No.
Lo que le pido a la gente es que cuando publique algún comentario sea discreta, porque nadie puede poner alegremente que mi hermano era otro más, porque no lo era. Que digan que se lo merecía porque era del otro grupo, cuando mi hermano no era de ningún grupo. Que pongan... uno menos. Todos los que han hecho esas opiniones no deberían hacerlo, debería darles vergüenza porque si a ellos les tocara y leyeran esos comentarios... a ver qué pensaban. Todo esto te crea impotencia.
–¿En qué piensan ahora?
–Nosotros pensamos en Dios, porque si nosotros hubiéramos sido tan perros como estos desgraciados asesinos actuaríamos igual. Mi hermano era inocente. Ese refrán de ojo por ojo, diente por diente no era el de mi hermano. Él nunca pegó a nadie, nunca levantó la mano a nadie, no era problemático.
Mis padres nos dieron una educación firme y sabemos lo que es el respeto. Mi hermano hacía una vida normal, como la de cualquier otro ciudadano. Era normal y corriente, con sus dos hijos, con su rutina. Si necesitaba ayuda para algo se la pedía a sus padres.
–¿Cómo recibís la noticia de su muerte?
–Fue impactante. Cuando supimos lo ocurrido sentíamos que el corazón se nos salía. No puede imaginarse el dolor hasta que profundidad está. Ese momento no tiene ni explicación, no hay palabras.
–Mohamed recibió una llamada aquella noche al teléfono móvil, salió de casa y lo mataron...
–Le dieron dos tiros en la cabeza y uno en el antebrazo. Si esta gente desgraciada solo quería dispararle para ‘avisar’, le hubieran dado en el antebrazo y ya está, pero a mi hermano le querían quitar la vida. No entiendo el porqué.
Los asesinos tienen que dejar de matar, de llevarse a gente inocente y si tienen problemas con alguien que lo arreglen con ellos pero que no maten a personas inocentes. Han dejado a familias destrozadas, a niños sin padres, a una madre con un dolor tremendo. Confiemos en no ver un próximo asesinato.
–¿Qué esperan ahora?
–Que esto no pare. A la Policía le pido desde lo más profundo que actúen lo más rápido posible, que hagan todo lo que esté en su mano para parar estos asesinatos. Que detengan a los asesinos, delincuentes o como les quieran llamar. Solo espero que la muerte de mi hermano sea la última. También le quiero dejar claro al delegado del Gobierno y al señor Vivas que, creo yo, las noticias les llegan, las saben... qué menos que un pésame. No lo hubo. Que aprieten a la Policía, que se actúe ya.
–Ahora mismo, sin arrestos, con el caso bajo investigación, estarán en una situación desesperada, sin saber siquiera si la persona que pasa a su lado puede que haya sido el que mató a Mohamed...
–Por eso mismo es por lo que pido que la Policía actúe lo más rápido posible, que haya detenciones, investigación, que entren en las casas... pero que encuentren a los culpables porque el que menos te lo esperas puede ser.
Nosotros estamos destrozados. Cada vez que escuchamos a alguien que pasa por la puerta pensamos que sea alguno de ellos. No podemos estar todo el día pendientes de la puerta, de la ventana, a ver quién pasa. No dormidos, estamos con miedo de que los asesinos puedan estar por aquí.
A mi hermano lo conocía todo el mundo. La Policía ha comprobado que no tenía nada, ningún antecedente ni penal ni judicial... y le mataron. No tenía problemas, era una persona limpia ante la autoridad y ante el mundo... ¿cuál fue el motivo por el que lo mataron?
–Ese no saber la respuesta es lo que les atormenta ¿no?
–Es que es lo que queremos saber, el porqué, a qué se debió el asesinato de mi hermano. Busco el porqué. Y quiero que detengan al principal, al que hizo la llamada al teléfono de Mohamed.
–... porque de ahí partió todo...
–Ese también fue su asesino. No sé si participó uno, diez o quince individuos... pero que no me digan, si es que detienen a alguien, que el asesino fue solo uno, porque no, no me lo creo. En la muerte de mi hermano hubo una emboscada. Y quiero que se detenga a todos y que me den esa explicación de por qué lo mataron, el motivo. Ellos no son nadie para  haberle quitado la vida. El único que puede hacerlo es el que te la da, es Dios.
–Ahora en estos complicados y duros momentos, la fe pesa...
–Sí. Nosotros somos una familia de creyentes y lo seremos, pero estamos destrozados. Vivimos en un shock, en una impotencia, una rabia porque tenemos a los asesinos ahí. Mi hermano ha dejado a dos hijos pequeños. El día de mañana, en el colegio, ¿cómo celebrarán el Día del Padre, el de la Pascua?, ¿cómo irán a la playa, los Reyes...?
Todos los padres estarán con sus niños, mis sobrinos no. A qué padre van a dirigirse cuando su cariño, su protección la han perdido. El niño, de 5 años, estaba muy pegado a su padre, se lo llevaba al fútbol, a natación, al colegio... A donde iba mi hermano iba su hijo. Él era muy cariñoso con todos los niños, le gustaba mucho jugar con ellos, reir... no entiendo todo esto, no entiendo lo que ha pasado. Por eso le pido a la Policía que actúe, que no se quede  con los brazos cruzados, que no pase como con los otros asesinatos, con otros casos cerrados, con otros en los que dicen que no hay pruebas... ¿Qué prueba les puedo dar yo? La única que podría darles es si hubiera estado allí... pero no puedo, por desgracia no pudo ser. Si una persona hace una emboscada... ¿qué pruebas quieren?
Mi remordimiento y mi rabia es no saber el porqué. Antes ibas al juzgado a sacar una partida de nacimiento, ayer fuimos pero para sacar una de defunción. Es que no nos lo creemos. Estamos en la casa y aún esperamos que algún día mi hermano entre.
–¿Confían en esa respuesta...?
–Es lo que esperamos. Si no pueden que nos lo digan, que dejen el caso y vengan otras personas que sí puedan. Que hagan una renuncia, que reconozcan que no pueden con estos casos, que no pueden con Ceuta y que venga gente especialista que esté capacitada para resolver los asesinatos. Porque si hubieran podido investigar lo que está pasando lo habrían hecho con el primer asesinato parando todo esto.
Las únicas personas que tendrían que tener armas son las autoridades. ¿Por qué las venden en las calles, en las tiendas... por qué?. Ahora le ha tocado morir a mi hermano.
–En la carta que usted publicaba ayer en este periódico hacía un llamamiento a las madres de esos asesinos que pueden intuir lo que están haciendo sus hijos... para que los entreguen a la Policía... Un mensaje muy directo.
–Claro. Que se pongan en nuestro lugar, con el dolor que tenemos, a ver dónde les llega, si hubiese sido su hijo en vez del nuestro... a ver cómo hubieran actuado, qué pensarían... creo que lo mismo que yo.
Si nos duele profundamente cuando escuchamos que ha habido muertes de otras personas, imagínate cuando es alguien nuestro. La pena es de la familia, pero más de sus niños, a los que les han arrebatado a su padre cuando tan solo cinco minutos antes estaba a su lado, jugando con ellos en la cama. Que los asesinos se queden con esa imagen, de estar tú entre tus hijos, salir de casa y no volver. Espero que por estos niños se haga justicia. Por estas criaturas inocentes. Estamos hartos ya.
¿Para qué tenemos una documentación nacional, para decir que somos españoles...? Si luego no tenemos derechos, no tenemos seguridad, aquí no la hay. Pasa algo, se llama a la Policía e igual ni sube. La noche que mataron a mi hermano no estaba, cuando debería haber las 24 horas del día y no solo en la carretera, sino también en los callejones. Dígame qué haces si se te enferma un hijo a las 4 de la madrugada... ¡cómo sales a la calle!
–Es la eterna reclamación, la de la seguridad...
–No tenemos Policía. Dijeron que iban a poner una comisaría, no lo han hecho. El fallo grande que han cometido es haber quitado el Poblado Legionario, cuando estaban los militares, la Guardia Civil... ahí sí teníamos más seguridad. Ahora no la tenemos.
No tenemos ganas de nada, ni de comer. Vivimos de café y agua... Espero que no se quede impune la muerte de mi hermano, que no se tire a la basura su asesinato. Pienso que todavía puede haber una posibilidad de arreglar esto, si no pueden que lo digan pero la muerte de mi hermano no puede quedar impune. ¿Por qué cuando alguien roba un bolso sí lo detienen diez o quince minutos después?, ¿a los que pasan droga también los detienen?, ¿y a los asesinos, por qué no?
Que no nos digan nada de ajustes ni de equivocación. Nadie, salvo Dios, puede quitar la vida, es el único. Nos tienen que dar respuestas a lo que ha pasado. Por qué.
Lo único que quiero es que Dios nos guíe y que le haga actuar al asesino de mi hermano para que dé la cara si es que es un hombre, porque lo que han hecho con él es de cobardes.
Ya lo es haberle sacado de su casa, pero más aún haberle dado dos tiros. No sé de dónde pueden sacar la fuerza para apretar el gatillo. Si nos da pena matar a una mosca, imagínate hacer esto, con esta crueldad. Mi hermano no hizo nada, ni tuvo problemas, no sabemos todo esto por qué.

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