“Queremos que se apruebe de una vez la ley para prescribir medicamentos”

Ángel González, presidente del Colegio Oficial de Enfermería de Ceuta, concede una entrevista con motivo del Día Internacional de esta profesión, que se celebra hoy. El gremio reclama esta “autonomía” porque trabaja a diario con ciertos productos, está capacitado y obtendría respaldo jurídico.

 

Con alrededor de 450 miembros, el Colegio Oficial de Diplomados en Enfermería de Ceuta constituye el gremio más numeroso de la ciudad, por encima de médicos y abogados. Una profesión muy joven que hoy celebra su Día Internacional, una jornada en la que conmemoran la contribución de los enfermeros a la sociedad.
Ángel González Ramírez, su presidente desde hace ocho años, repasa la actualidad de un oficio “en proceso de evolución”; analiza la Enfermería como víctima de la crisis; y recuerda que el Colegio vela por la “defensa de los derechos y los deberes” que tienen “de cara a los usuarios y a los pacientes porque, en definitiva, son nuestra razón de ser”.     
–¿Qué ventajas tiene estar colegiado?
–Actualmente, para poder trabajar como enfermero, tienes que estar colegiado porque existe una ley de colegios profesionales que así lo establece. No obstante, algunas autonomías sacaron algunas leyes autonómicas que liberaban a los profesionales de estar colegiados. Algo que se recurrió y se ganó a nivel del Consejo General de Enfermería. En el Colegio de Ceuta, por un lado, damos un servicio que es de su interés general: velamos porque la profesión en sí no se vea menoscabada ya que, por ejemplo, a nivel laboral, nos negamos a que los enfermeros realicen trabajos que no son de su competencia y corresponden a otras categorías profesionales. Tanto de las inferiores como de las superiores, ya que el trabajador se arriesga a una denuncia e incluso a la inhabilitación por haber cometido una infracción. A otro nivel, el profesional, por el mero hecho de estar colegiado, dispone de una póliza de responsabilidad civil, asesoría jurídica y otras prestaciones sin necesidad de coste alguno. También ofertamos cursos de formación gratuitos que permiten mantener una formación de posgrado.
–Alude a las funciones atribuidas al enfermero, ¿se ha avanzado en la regulación de la indicación, uso y dispensación de medicamentos recogida en el Pacto por la Sanidad de 2013? 
–En este tema ocurren varias cosas. Estamos pendientes de conseguir que se lleven a cabo varias leyes que están aprobadas pero que todavía no se están cumpliendo como debieran. Gracias a ese Pacto se ha llegado a un acuerdo entre los colegios profesionales y el Sindicato de Enfermería para unificar la manera de trabajar. Y, entre otros asuntos, queremos conseguir esa ley del medicamento, la cual está pendiente de desarrollar. Es muy curioso que el enfermero no puede prescribir o darle a un paciente un paracetamol sin que haya una orden médica de dispensación. Sin embargo, un vecino puede recomendarle que se tome un fármaco porque a él le fue bien. Y no solo un vecino, sino el mancebo de una farmacia. Pero el enfermero puede ser denunciado por dar a un paciente una medicación sin que haya previamente una prescripción de un médico que le autorice. Es importante que esta cuestión se termine de regular porque estamos capacitados para ello y, sin embargo, no estamos legalmente amparados. Queremos que esa ley del medicamento se apruebe de una vez y tener así autonomía y un respaldo jurídico que nos permita hacer nuestro trabajo sin esa espada de Damocles sobre nosotros. Hay cosas que por lógica deben estar reguladas.
–Cuando esta medida sea efectiva, ¿colisionarán sus competencias con las de los médicos?
–No vamos a meternos en sus funciones porque no vamos a recetar aquella medicación que esté fuera de nuestros conocimientos, como por ejemplo fármacos para el hipotiroidismo o la hipertensión. Solo productos muy determinados. Tenemos conocimientos, son con los que yo trabajo a diario, y lo normal es que tenga esa facultad habilitada o bien para aquello que está descrito en guías clínicas y que está protocolizado. Yo he llegado a un domicilio a curar a un paciente que está encamado y al que, por estar inmovilizado, le han salido úlceras. Yo, que tengo que atenderle, sé que necesito un tipo de apósito o pomada determinada. Sin embargo, tengo que coger al familiar y decirle: ‘Vaya usted mañana al médico y dígale que le recete ésto’. Y el médico ni siquiera ha visto a ese enfermo porque quien lo atiende soy yo. A la larga supone una sobrecarga que el enfermero le quitaría a ese médico de la rutina normal de pacientes que ve a diario en el centro de salud.
–¿Persiste ese concepto del enfermero como ayudante del facultativo?
–Antes éramos casi como ayudantes del médico, recordando a los practicantes y los ATS, pero ya somos una profesión por derecho. Ahora tenemos funciones que son dependientes porque son de colaboración o colaborativas con el médico y otras que son totalmente independientes. Pero ese concepto de antes, que el enfermero era el ayudante del médico, ese ya pasó a la historia pero no ahora, hace muchos años. Hemos llegando a un punto en que somos profesiones que trabajamos juntos, simplemente tenemos que saber qué funciones corresponden a cada uno y cuáles son compartidas. Porque, evidentemente, nosotros no trabajamos de espalda al médico ni éste de espalda al enfermero. Sino que lo hacemos en colaboración.
–Otro de los acuerdos alcanzados en el Pacto por la Sanidad es el reconocimiento de las especialidades.
–Es una de las cosas por las que estamos luchando. Hay una serie de especialidades enfermeras que están aprobadas por ley pero que no se han desarrollado. Sería una salida profesional muy importante para el conjunto del colectivo. La profesión enfermera ha ido evolucionando de forma que, en la actualidad, no es lo mismo el enfermero que trabaja en un quirófano, la UCI o un servicio de urgencias que aquel que desarrolla su labora en una sala de partos o en servicios que son más generalistas. El año pasado, en Madrid, hubo el caso de una chica que recién contratada le dio a un crío una medicación y provocó un problema. Aquello fue muy sonado. Eso se evitaría si se empezara a trabajar con enfermeros especializados para ejercer en servicios que sí requieren unos conocimientos más avanzados que los que se tiene al finalizar la carrera. Es igual que en otras profesiones como la Medicina. Una cosa son los médicos generalistas y otra cosa son los anestesistas, cirujanos, neurólogos… La especialidad te hace competente en ciertas ramas. Nuestro gremio ha pasado de ser el de los clásicos practicantes que solo ponían inyecciones y hacían curas a tener unas funciones muy especializadas. Es necesario empezar a desarrollar las especialidades porque nos va a evitar que ocurran casos como el de Madrid.
–Dentro del personal sanitario, ¿son quienes más expuestos están a las agresiones de pacientes o familiares?
–Casi todos los colectivos sanitarios estamos expuestos a las agresiones. Ya de por sí el proceso de la enfermedad conlleva una alteración en el estado normal de un paciente o de un familiar. Eso hace que las personas, cuando acuden al centro de salud o al hospital, ya de por sí van alterados porque el estado anímico no sea el mismo. Lo que ocurre es que, a veces, cuando tienes que esperar más de la cuenta o consideras que el médico o el enfermero debería hacer algo y no lo hace, surgen las tensiones. Usuarios y acompañantes tienen que tener en cuenta que los profesionales sanitarios saben en todo momento cuál es su labor y qué tienen que hacer. Las personas ajenas a los servicios sanitarios pueden tener un poco idea por lo que han visto en la televisión o han leído en internet. Ahora todo el mundo, más con internet, sienten un dolor y acuden rápidamente al ordenador. Se autocualifican como para poder diagnosticarse e identificar aquello que leyeron en internet con sus posibles síntomas. Pero no es tan sencillo, porque entonces todo el mundo tendría una carrera de Medicina o de Enfermería. Hay que dejarlo en manos de los profesionales.
–¿Qué situación atraviesa la Enfermería en la actualidad?
–Con la crisis surgen una serie de problemas, sobre todo el paro, que nos está castigando duramente. Recuerdo, cuando empecé a trabajar –hace 32 años–, que en Enfermería no había paro. Terminabas la carrera, pagabas los derechos del título y automáticamente estabas trabajando en las sustituciones de verano. Eso, actualmente, la verdad es que está bastante complicado... Ingesa ha abierto las bolsas de trabajo para que los profesionales presenten méritos y hay una auténtica avalancha de personas llevando documentación, cursos o días trabajados para la Administración –independientemente de ser presidente del Colegio, soy director de Enfermería de Atención Primaria–. Hay mucho paro y, además, con la crisis también se está recortando. Manejar una situación de crisis es siempre igual, tanto a nivel institucional como a nivel personal o familiar. Cuando las cosas están complicadas en casa, se intenta ver por dónde se puede recortar. Si antes a lo mejor se compraban productos de marca, ahora tienes que recortar comprando marca blanca. Vas viendo cómo solventar la situación. A nivel de la Administración ocurre lo mismo. Tienes que ver por dónde meter la tijera de la manera menos traumática posible sin que se recorten los derechos y las prestaciones que se dan a la población. Es un poco complicado. Los sindicatos, los trabajadores, todo el mundo va diciendo: ‘Oye, ¿de lo mío qué?’. Intentamos mantener un equilibrio entre todas esas cosas y es complicado. Pero se intenta llevar.
–¿Cree que la población es consciente del coste de la sanidad pública?
–La crisis, tanto a nivel de profesionales como de usuarios, ha hecho que la población se de cuenta de que las cosas cuestan dinero. Parecía como que todo aquello que procede del Estado es gratuito, como si viniera del cielo, y tanto los productos como los servicios sanitarios cuestan muy caros. He visto también que los profesionales, muchas veces, desechan y gastan material con una alegría como si las gasas y las jeringuillas no tuvieran un coste y las regalaran. Los usuarios también están tomando conciencia. Se dan cuenta de que no es válido eso de ‘si yo cotizo, tengo derecho’. Por supuesto que tienen derecho, pero no es gratis. Va a servir para que la gente utilice los servicios sanitarios con más cabeza, de forma más racional.

“El espíritu de entrega a los demás es esencial ya que la Enfermería es el arte del cuidado”

De la oferta universitaria disponible en la ciudad, destaca el Grado de Enfermería que incluso atrae a alumnado procedente de la península. En fechas próximas a los exámenes de Selectividad, ¿qué perfil debe reunir el estudiante que quiere matricularse en la Facultad de Ciencias de la Salud? “La Enfermería es el arte del cuidado, de modo que lo primero es que hay que tener ese espíritu de, digamos, entrega a los demás. Hay que valorar si verdaderamente eres ese tipo de persona. Una empatía que, cuando llega hasta tí una persona que tiene un problema, verdaderamente te llena ayudarle. Porque si eres una persona que se enfada, se malhumora y trata de mala manera al que tiene enfrente, pues mal va la cosa”, explicó González .
“La Enfermería es una mezcla de multitud de elementos: hay que ser un poco psicólogo, humanista, curandero, tienes que tener una mezcla de muchas cosas pero, sobre todo, es importante tener psicología y saber tener ese feeling con la persona que viene con una patología o una dolencia en busca de ayuda”.
“Una de las cosas de las que más se queja el paciente es de que no se le de información, que no le cuenten qué le pasa. Soy de la opinión de que se le diga a las claras cuál es el problema, aunque sea algo de mal pronóstico. Es súper importante”, valoró el presidente del Colegio de Enfermería. Pienso que no es buena señal tener a una persona con cáncer o con una enfermedad muy grave e intentes eludir decirle qué le pasa. Hay que decirle las cosas como son y eso el paciente lo agradece. Lo peor que puede haber es estar en ese mar de dudas: qué está pasando; qué es lo que ocurre y más cuando estás en un hospital o un servicio de urgencias, un lugar que provoca temor a una persona ajena al mundo sanitario porque estás lleno de aparatos, de sanitarios para arriba y para abajo. En esos momentos solo quieres encontrar a alguien que te cuente, te diga, te explique. Una palabra amable se agradece mucho en esas circunstancias”.

"Los hiperfrecuentadores buscan más un centro social que asistencia sanitaria”

González indicó que los profesionales locales han comprobado que, con bastante asiduidad, hay pacientes que acuden a las consultas sanitarias. Son los denominamos hiperfrecuentadores, usuarios que abusan de estos servicios. “Ves a estas personas por la mañana en el centro de salud; por la tarde en el SUAP de las Puertas del Campo; y por la noche en Urgencias del Hospital Universitario. Así hasta que, al día siguiente, otra vez aparecen en el centro de salud. Llega un momento en el que no andan buscando asistencia sanitaria, sino que necesitan un centro social”, explicó el presidente del Colegio de Enfermería. “Son personas mayores que viven solos o bien tienen un determinado nivel cultural. Necesitan más un centro social o de reunión donde ver a otras personas, charlar y contarle a alguien lo que les pasa”, describió González a estos hiperfrecuentadores. No obstante, consideró que el abordaje corresponde más a otras instancias públicas. “He comprobado que usuarios, después de un viaje del Imserso, han vuelto como nuevos. Se olvidan de todo. Pero cuando están solos en casa, empiezan a autoescucharse: ‘Me duele aquí, me noto allá’. Yo creo que es más cuestión de encontrar alternativas para que estas personas tenga opciones de ocio y entretenimiento. Así se evitaría que la gente utilizara de forma excesiva estos servicios”, señaló.

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