Que la gran música clásica alemana ha sido la preponderante en calidad y cantidad durante los siglos XVIII y XIX , creo que es difícil de rebatir , Bach, Haydn, Beethoven, Mozart , Brams, Haendel , Wagner,… y tantos otros han dejado un legado difícilmente repetible, del mismo modo que en la operística italiana , Verdi, Puccini, Rossini, Bellini … , han conseguido un mundo mágico de canto, también difícilmente igualable. En ese mundo mágico de la música, tampoco podemos olvidar a los grandes músicos eslavos, rusos, franceses e ingleses y como no españoles, pero el cetro, en mi opinión lo tiene la concertística y sinfónica alemana seguido de la operística italiana.
Por un prurito que no acierto a comprender prefiero siempre la ópera cantada en italiano y no la soporto cantada en francés, quizás reminiscencias de la Guerra de la Independencia ,de la misma manera que me encantan los lieder solo en alemán y no soportaría una coral de la novena del ilustre sordo que no fuera en alemán. Cada cosa en su tiempo, su momento y su lugar. Ni siquiera la ópera del italiano Donizetti ”La fille du régiment”, con libreto en francés me agrada, como no sea en la versión en italiano, ni siquiera cantada por uno de mis tenores favoritos, Alfredo Kraus . De ahí, que me encuentro habiendo abandonado a su suerte la música clásica francesa y a una pléyade de compositores extraordinarios como Debussy, Delibes, Massenet, Ravel, Dukas, Fauré, Gounod, Bizet,… entre muchos otros, sin los cuales el universo musical estaría incompleto. Algunos hablan del color de la música como interrelación entre el idioma y los instrumentos, algún duende debe haber. Hoy he decidido rectificar, a lo que va unido, además de mi arrepentimiento, cumplir mi penitencia y según la fe cristiana buscar y escuchar esa música con la misma alegría que el resto de mi universo musical.
Estando en estos trastrueques, he decidido para hacerme perdonar, bailar la Danza de la Pipa de la Paz, la maravillosa ópera-ballet de las Indias Galantes de Jean-Philippe Rameau , iniciador de la controversia primero musical y más tarde cultural que se inició en 1.752 a raíz de la visita de la Trouppe des bouffons del italiano Eustachio Bambini, que representó doce óperas bufas en la Academia Real de la Música en París, el templo sagrado de la música clásica francesa , el lugar que ocupa el actual Teatro de la Ópera en Paris. Fue la Querelle des Bouffons. El caso es que Rameau , tan desconocido para mí, ya que su época, la segunda mitad del XVIII , estaba ya repleta con los grandes músicos alemanes, de ahí mi olvido, fue protagonista principal de un episodio de los que marcan época, el choque entre la ópera italiana y el clasicismo francés. Ya la ópera italiana se había dividido en sus dos vertientes de ópera seria de acuerdo con un texto de comedia y la ópera cómica o bufa, que como todo en la viña del Señor, también tenía sus adeptos. La controversia surgió a raíz de la representación de la primera ópera bufa italiana en ese templo dedicado a la música francesa seria ; el texto y el lugar de representación originó un enfrentamiento cultural que duró dos años (1752-1754) y se extendió hasta la división entre los partidarios de la música francesa y los de abrir sus ideas a la música italiana , que en esa época tenía un éxito arrollador. Los partidarios de la música francesa estaban representados por nuestro recién descubierto Jean Philippe Rameau y los pro música italiana, partidarios de italianizar la ópera francesa, se reunían en torno al filósofo y también músico Jean Jacques Rousseau. Tras el estreno de “La Serva Padrona” de Giovanni Pergolesi , la sociedad parisina se dividió entre los amantes de la tradición musical francesa, y los partidarios de una apertura hacia la música italiana, los que abogaban por la renovación estética y formal que trajo consigo las nuevas obras italianas. Para describir la situación nada mejor que seguir a Rousseau que dice en sus “Confesiones” y en relación con las óperas bufas italianas “Todo París se dividió en dos bandos, mas enardecidos que si se hubiese tratado de un acto de fe o de religión. Un bando, el más poderoso, compuesto por los grandes, los ricos, y las mujeres defendía la música francesa; el otro, más vivo, orgulloso, y más entusiasta, estaba compuesto por verdaderos expertos, hombres de talento y hombres de genio”. Puede verse una disparidad difícilmente comprensible, porque no se entiende que ”las mujeres” todas estuvieran en un bando o los “ricos” o los “grandes” y por el otro bando los “orgullosos” , los “expertos” o los de “talento”; esta heterogeneidad, y de una manera burda se simplificaría por lo que cada música les “hacía sentir” a unos y a otros.
La Ópera francesa más llena de héroes y divinidades del Olimpo , tuvo que medirse con argumentos y músicas más pegados a la tierra, pero lo más extraordinario es que se relaciona la época tradicional con el apego a una forma de gobernar autoritaria. La disputa musical no fue más que un campo de batalla en el que combatían oposiciones ideológicas y públicas en un momento en que las ideas y valores de los ilustrados luchaban por resquebrajar los pilares de la sociedad en la que se asentaba el Antiguo Régimen, que reposaba sobre el monarca que reina y gobierna. La renovación musical se convirtió en una excusa para que los partidarios de la razón y la libertad pusieran en cuestión la falta de libertad de la sociedad de aquellos tiempos. La “Querelle” se manifestó a través de intercambios de escritos. La Academia Real de Música ya en 1754 acabó aceptando el cambio.
La renovación musical se convirtió en una excusa para que los partidarios de la razón y la libertad pusieran en cuestión la falta de libertad de la sociedad de aquellos tiempos
Es extraordinario ver este fenómeno desde los dos puntos de vista, es la música la que llena el vaso de la nueva esperanza para poder desbordar el Antiguo Régimen , o bien el vaso de la libertad estaba ya colmado y un pequeño pretexto musical derramó el vaso. Pero ¿cómo se sabe cuándo es el tiempo del cambio?. Y no tiene que estar siempre anclado totalmente a la política, aun cuando es muy difícil sustraerse de ella.
La reflexión viene al hilo de haber escuchado hablar a uno de los presidentes de las diferentes asociaciones de portorriqueños que desean unirse a “la madre Patria”. Puerto Rico la más pequeña de las Antillas mayores, y que gracias a la estratagema cobarde de los estadounidenses originó la guerra hispano- estadounidense de 1898 , con la derrota española y por el Tratado de París , España entregó la isla, donde la lengua y el catolicismo son los elementos predominantes. Nos dice ese presidente que no están contentos con el estatus de Estado Libre Asociado de Puerto Rico a los EE.UU que les concedió la nacionalidad estadounidense en 1917 , aunque no pueden votar en EE.UU, y que ellos consideran que solo les sirve de reserva para su Ejército por lo que quieren volver a pertenecer a España , ya que ellos no lucharon por independencia alguna contra España, lo que me ha hecho recordar las guerras de independencia de todos los países hispanoamericanos que en esencia eran guerras civiles ya que luchaban españoles de ultramar contra españoles de la metrópoli, españoles todos. Es la lengua española la que puede ejercer el papel de la música en la querella de hace siglos de los franceses. Es necesario crear un gran pacto sobre la lengua común hablada por cerca de seiscientos millones de personas en 20 naciones, compartimos esa lengua, no estamos solos. No tenemos nada más importante que la lengua española, y esa lengua debe ser el nexo cultural , de libertades y de democracia que debe impulsar España al que se debe unir el libre intercambio entre los países que se sumen a ese pacto, una Comonwealth hispánica y muy superior a la Francofonía francesa. Siempre han tratado los grandes poderes de fragmentarnos, para lo que han infiltrado élites intelectuales para halagar a las locales para convencernos de que más nos valdría afrancesarnos ,britanizarnos, o germanizarnos, según las épocas. Lo nuestro no vale, y por lo tanto hay que eliminar nuestras raíces en pos de otras supuestamente mejores, y utilizando la fragmentación como arma, primero la metrópoli de sus provincias de ultramar, de sus virreinatos después y de los 20 estados americano más tarde. Ahora dentro del país con los malditos nacionalismos lingüísticos. Hay que levantarse y forjar una estrategia hispanoamericana en base a nuestra lengua, somos muchos millones de español hablantes esparcidos por el mundo. Todavía no sabemos cómo denominarnos, latinos, iberoamericanos, no, somos Hispanoamericanos, ni Francia ni Italia pintan nada salvo dividirnos como continuamente hacen los países anglosajones. Esa plataforma lingüística, a pesar de que la gran mayoría de esos españoles residen en el continente americano tiene que ser impulsada por España, lo que yo llamaría la Unión Hispanoamericana de la lengua, la cultura , la economía, la libertad, la justicia y la democracia o sencillamente Hispania, y entendiendo que se busca forjar una entidad inclusiva de todos dentro de esa Unión pero en el que España sea la columna vertebral, una entidad de amplio espectro que vaya mucho más allá de los aspectos lingüísticos y culturales y se proyecte hacia la cooperación económica, científica, industrial, educativa, migratoria. A ver si una diatriba de los “bufones” en Puerto Rico alimenta la esperada Hispania.
¿O realmente estoy soñando?.
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