Categorías: Carta al director

Queja sobre vandalismo

Desde un tiempo atrás, en la escalera que se encuentra entre el Edifico Artemisa y el portón 9 de Grupos Alfau (parte trasera del Bar Velero), durante todo el día, y en mayor medida por la tarde, hay una concentración de individuos, por no llamarles de otra manera, que bajo el escudo de ser menores de edad algunos esconden a vándalos y pequeños terroristas urbanos en potencia. Su presencia es en algunos casos hasta la madrugada, pero quizás a esas horas los Servicios Sociales no trabajan.
En la tarde noche del lunes 3 de febrero, sobre las 20:00 horas, mi familia y la de un vecino  tuvimos que soportar por enésima vez los atentados sobre nuestras viviendas, sin motivo alguno, solo el de entretenerse, esta vez en forma de piedras robustas, sobre ventanas semiabiertas y menores de 13 y 10 años en mi caso con sus libros de estudio en las manos, tras ellas. Otras veces han sido en forma de huevos, soportes de bombona, botellas, etcétera.
El motivo, quizás entretenerse, afinar su puntería con vistas al futuro o el regusto de  poder atentar contra hogares y quedar impunes. Desde hace tiempo, he tenido sendas charlas con los jefes de la Policía Local (actual y anterior) y se le han expuesto los casos anteriores a este, que podían quedar como gamberradas de  vecinos de la zona ,en algún caso acompañado de su progenitor, y esperando que no pasaran a otra fase, quizás de lagrimas y pañuelos. Pero, estos ya no son tan vecinos de la zona, que tampoco es justificación o eximente.
Con relación a este nuevo incidente, recalcar que tras cuatro llamadas al 112 por los vecinos perjudicados y después de 30 minutos de espera, la única solución que me dio el operador fue que llamara al 091 ya que los patrulleros de la Policía Local, tras cuatro avisos del intermediario, debían estar haciendo otra labor, seguro. No debo dudar de ello.  Volviendo al tema, de los 10 individuos que había, quedaron dos, uno de ellos mayor de edad que habían apuntado al autor de los hechos, pero que tras la llegada del 091 se resistían a rebelar, aunque viendo que eran identificados , dieron la identidad del “presunto” agresor.
Este, mayor de edad, creyendo que todavía le amparaba la niñez, (quizás se le olvido que ha cumplido 19), indicó ante los policías que el principal objetivo de su presencia en el lugar era el de robar WiFi a los vecinos. Honestidad y sinceridad ante todo. A todo esto, cuatro menores  marroquíes del Centro de Acogida, absortos en sus iPhones con “internet robada” dirigían sus miradas asesinas tanto a la Policía como a mi vecino y a mí. Nuestro delito, no soportar que atenten contra nuestras familias, casa, internet, etcétera. Y eso que ellos, esta vez, no habían sido. No les inmutó la presencia judicial. Se despidieron con un acomodamiento de genitales , al estilo Di María.
Esto que voy a decir me duele, pero no puedo más que exponerlo: la sensación de impunidad de estos incipientes delincuentes, la desfachatez con lo que reconocen actividades ilícitas de forma chulesca, la forma de dirigirse a las FCSE y a los vecinos contra los que ha atentado, la no presencia, seguro que justificada, de la Policía Local durante los 90 minutos que estuvimos en la zona de los hechos, la casi insistencia sobre los agentes del 091 para localizar al presunto agresor cuando los dos presentes habían dado su identidad y  localización, y cuyo padre tiene un negocio en las proximidades, la presencia hasta las 00:00 horas en Comisaría para denunciar los hechos, la sensación ante el agente tomador de la denuncia, como si estuviera realizando una acción ineficaz , ya que por lo visto las denuncias de este tipo no llegan a más que a las puertas del Juzgado...
Lo que más me hizo dudar de mi presencia allí fue la pregunta de los daños.  El cristal, con un piquete, tiene un grosor suficiente para evitar roturas completas, por suerte por ahora. Pero, lo material se soluciona. Lo que te indigna es la violación impune del hogar, no la casa como bien material. Y eso, parece ser, no se puede cuantificar, y por lo tanto, aplicar lo que correponda. ¡
Mientras, los que habían atentado contra mi hogar, no contra mi casa, seguían en la zona con la posibilidad de volver a tirar lo que tengan a mano, inventar algo que haga más daño,  quitarme el WiFi, etcétera. Y yo casi como culpable de denunciar. Eso sí, se me recalcó que el autor era presunto, ante el tremendo error de calificarlos sin la palabra mágica, cual programa de cotilleo.
De vuelta a casa, andando, pasada la medianoche, tras cuatro horas que espero no sean perdidas, a medio vestir con lo primero que pude coger, junto a mi vecino, pensaba que quizás tenemos lo que nos merecemos, porque están acostumbrados a que los vecinos se  escondan tras las cortinas, a que no  llamen a las FCSE, a que otro de la cara y que acaso quemen otro coche mejor que el suyo. Mis principios me impiden ser así. Lo siento. Quizás soy idiota.
Pero ante la mirada de mis hijos, sobresaltados tras el ataque, los cuales llegan a la decena, y mi conciencia, no me queda más que hacer lo que hice.
Llegar y verlos sin querer acostarse hasta mi presencia, porque quizás en su mente pensaban que no volvería de Comisaría, ya que no están acostumbrados a estas situaciones, ducharme e intentar quitarme la capa de “tonto” tras salir del Edificio de Colón, y alegrándome de no actuar movido por el primer impulso de ser humano en su defensa, de la misma forma  que esos jóvenes e impunes violadores de hogares actúan, porque entre otras cosas harían peligrar mi carrera profesional y el futuro de mi familia. Así de duro y de real. Yo saldría en primera página, seguro, con un simple amago.
Por todo ello, les remito esta  misiva, para que si les queda un hueco, la publiquen como carta al director o como noticia, para lo cual no tengo pegas en remitirles incluso la denuncia, y a la vez sirva a todos aquellos que miran entre cortinas, bajando el volumen del televisor para escuchar, escondidos en sus propias casas, con el miedo como bandera, para que al menos cambien su clave de internet para que no se la pirateen y se encuentren con un “problema” en sus carnes. A todos, nos puede tocar.
Y, sí, he omitido algún presunto, no lo tomen a mal.
Un saludo y gracias de antemano.

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