Hace algunos años, una de las fórmulas mas usadas para despedirse de alguien era la de desearle “que usted lo pase bien”. Una frase amable, que parece haber caído en desuso de forma casi radical.
Y es que en el lenguaje actualmente en boga, eso de pasarlo bien se ha convertido, no se sabe por qué, en una oración reflexiva. “pasárselo bien”, o recíproca, “nos lo pasamos muy bien”. Ambas son ahora expresiones absolutamente corrientes, cuando, en realidad, lo más adecuado, desde un punto de vista gramatical, sería decir “pasarlo bien” o “lo pasamos muy bien”. Es muy posible que este absurdo giro idiomático haya sido la causa de que ya no suela oírse aquel cariñoso deseo del “que usted lo pase bien”. Desde luego, en mis viejos tiempos, los jóvenes “lo pasábamos” bien, y ni se nos ocurría decir que “nos lo pasábamos”. Salíamos de paseo, íbamos al cine o a bailar, con la idea de “pasarlo bien”. El “se” o el “nos” sobraban, y siguen sobrando en la actualidad. Pero cualquiera los quita ya, cuando han arraigado tan profundamente en el modo de hablar de las nuevas generaciones de españoles.
Quienes no lo están pasando bien son los agentes de Fuerzas y Cuerpos de la Seguridad del Estado destinados en nuestra ciudad, sometidos, como están, a ese tipo delictivo tan deleznable que consiste en la quema de sus vehículos particulares, llevada a cabo por venganza, tras haber intervenido en cualquier operación de tipo policial que afectase a aquellos que quisieran que aquí imperase la ley de la jungla. Ni eso se puede admitir como algo inevitable, ni mucho menos como normal.
De ahí que se venga clamando, desde distintos foros, algo tan difícil como que se garantice la seguridad ciudadana. Cierto es que en el artículo 11.1 de la Ley Orgánica 2/1986 se establece que las Fuerzas y Cuerpos de la Seguridad del Estado tienen, entre otras, y textualmente, la misión de garantizar la seguridad ciudadana mediante la prevención de la comisión de actos delictivos, pero eso es un desiderátum, una utopía total, pues está más que comprobado que, por mucho que se haga, por muchas reuniones que se celebren y por mucho que se intente coordinar, la existencia de delitos resulta, por desgracia, inevitable. ¡Qué más se quisiera que poder evitarlos en todos los casos! Aunque si, por lo menos, se lograse dar un par de buenos escarmientos, quizás se lo pensaran mejor.
Es en esa misma ley donde se atribuye a las Policías locales una labor de colaboración con las citadas Fuerzas y Cuerpos, únicas competentes en materia de seguridad ciudadana. Colaboración que puede ser importante, pero que sin duda no les otorga funciones directas en materia de seguridad. Por eso no resulta justo que cuando alguien, en nombre de la Ciudad Autónoma, manifiesta que la Policía Local carece de competencias al respecto, surjan las críticas más feroces.
Es más que evidente que algo hay que hacer en cuanto a las reiteradas quemas de vehículos y de contenedores, máxime cuando incluso ponen en peligro las vidas de muchos inocentes en los casos en que se producen en garajes situados en los bajos de edificios de viviendas. Pero, se haga lo que se haga, mucho me temo que seguirá siendo muy difícil poder prevenirlo.
Hace tan solo unos días, oí en una radio local las declaraciones de Juan Amado, Secretario Nacional de Acción Asociativa de la Asociación Unificada de Guardias Civiles (a cuyo Cuerpo profeso un particular afecto, pues no en balde el abuelo de mi mujer fue Coronel de la Benemérita). Amado se quejaba, con razón, de la reciente quema, en nuestra ciudad, del coche particular de un Guardia Civil. Hasta ahí, todo correcto. Pero también lo oí decir algo así como que hechos de este tipo justifican a los agentes de la autoridad con destino en Ceuta que residen fuera de aquí, una circunstancia que da lugar a ciertas críticas por parte de la ciudadanía. Hombre, la Guardia Civil, aunque a algunos no les guste, es un cuerpo militar, y, que yo recuerde, en las Reales Ordenanzas se establece, como un honor, que los militares han de estar siempre listos para desempeñar los puestos de mayor riesgo y fatiga.
Solo queda desear, aun reconociendo las dificultades, que este tipo de delincuencia pueda ser extirpado de raíz, para que todos, Policías Nacionales, Guardias Civiles y Policías locales, se vean libres de la amenaza de seguir sufriendo tan vengativos desmanes. En definitiva, que todas las personas decentes lo pasen bien.
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