Tras la retirada de las fuerzas de seguridad, llegaron las críticas a su actuación. Los vecinos comprenden su trabajo y lo quieren, de hecho piden seguridad y estar protegidos, pero en situaciones como la de las dos últimas noches, se sienten víctimas por doble partida. “Que vengan a por los delincuentes, pero que no nos traten como si todos fuéramos unos pistoleros. Yo estaba en el cafetín y entró uno con una pistola y ya no sabía si era un agente o un sicario y así no podemos vivir”, comentaba un joven mientras varios vecinos explicaban que llegaron y comenzaron a poner a todos contra la pared dándoles patadas en las piernas, con agresividad e incluso apartando a golpes a una mujer con un bebé. “Eso provocó que se les arrojaran piedras, pero no pueden justificar que las cargas y tirar pelotas de goma era para evitar que les agrediéramos porque comenzaron antes a disparar”, aseguran.
Niños llorando, ventanas rotas, lunas de coches destrozadas y miedo. “¿No existe un término medio para intervenir? ¿Tiene que ser así, cómo si fuéramos todos delincuentes e incluso insultándonos?”, se preguntaban mientras acusaban a los agentes de golpear a menores que nunca tuvieron ningún problema con la justicia. “A mí me pidieron identificarme y me preguntaron si tenía antecedentes y cuando dije que no puso cara de sorpresa. Eso es una humillación, que te traten de delincuente por la cara”.
Piden intervenciones, pero con respeto. “Esto es lo de siempre y estamos cansados de decirlo y si hay gente en esta barriada que delinque, que paguen ellos y que no nos hagan pagar a todos”, lamentan. El lanzamiento de piedras se produjo en la calle San Daniel, los vecinos del Poblado de la Legión lamentaban que “si aquí nadie ha tirado piedras ¿por qué disparaban contra las ventanas?¿por qué ahora nuestros niños están llorando y con miedo y no van a dormir en toda la noche?”. Dicen que las operaciones policiales “saben cuando se tienen que hacer y a qué h oras, aquí conocen de sobra a los delincuentes, pero no a estas horas cuando todo el mundo está en la calle y se tiene que echar al suelo para no salir herido”.
Y los que sufrieron daños en sus vehículos, piden responsabilidades. “Es una vergüenza que pase esto, que de repente sientas que vives en una guerra, que te pueden pegar un pelotazo o que a un vecino le entre un ataque de pánico por los nervios y la tensión generada”. Algunos teorizan con que “si en el Príncipe hay gasolina, que vengan con agua, no con fuego y provocando porque entonces todo sale ardiendo”. Y lamentan, que al final, las detenciones y todo lo que sucede sirva simplemente para “justificar que se realizan una serie de operaciones donde al final no se consigue nada pero Príncipe Alfonso y su inseguridad continúa dando decenas de puestos de trabajo a unas fuerzas de seguridad que no hacen nada por nosotros”.
Y los vecinos recuerdan la época del anterior delegado y lamentan que vuelvan las batallas campales “porque no actúan como deben hacerlo, sin provocar este alarmismo y este malestar, que nos traten con educación, como a personas, que hagan su trabajo pero que no nos humillen”.
Dicen encontrarse entre la espada y la pared y sienten que son el caldo de cultivo de una delincuencia “que quieren que siga existiendo porque saben quienes son y los responsables políticos deberían actuar en condiciones pero no les interesa porque siempre es bueno que exista un barrio así para recibir fondos y seguir luchando contra la delincuencia y la marginalidad”. Dicen que vivir en Príncipe Alfonso ya es un sinvivir y que “no puede creerse que estemos en España y ya estamos cansados de decir siempre lo mismo y de que nadie haga nada por remediarlo. ¿Por qué?”.