Opinión

Qué querríamos ser

Si preguntásemos a un pececillo qué le gustaría ser, nos respondería enseguida que le gustaría ser el pez grande. En su mentalidad de pez habría resuelto su gran problema, su inquietud por poder ser comido por el pez grande, y a la vez satisfacer su deseo de hacerse grande para comerse a los peces pequeños. Esto en la naturaleza ha ocurrido siempre de la misma manera, desde el origen ha sido una conducta invariable. Entre los animales hay relación pero no se ha creado una conducta moral ….. una ética. En nuestro ejemplo marino el pez grande se sigue comiendo al chico después de millones de años, tal como el primer día. (entre los humanos el poderoso no se come al débil, aunque le queda la reminiscencia y lo humilla y lo domina).

La reflexión sobre el qué se quiere ser se me ocurre a propósito de la lectura de la obra de Montesquieu, Del espíritu de las leyes, donde ya en su prefacio el propio barón ha resuelto su inquietud por el qué ser, y da gracias por ello; y no sólo cómo lo resuelve él, sino cómo lo resolvieron los antiguos, y toma como ejemplo a Platón.

Montesquieu en el prefacio de su obra dice: “ Platón daba gracias al cielo por haber nacido en tiempos de Sócrates”y sigue diciendo: “ yo se las doy por haberme traído al mundo bajo el gobierno en que vivo y haber dispuesto que obedezca a los que me han hecho amar”.

El relato del ilustre francés nos da la pista de cómo analizar los distintos paradigmas; cómo cada uno encuentra la conformidad por vivir en su tiempo, cómo justifica su satisfacción y cómo da gracias por ello.

Vemos cómo la Historia en cualquiera de sus manifestaciones nos brinda la posibilidad de analizar la evolución de la humanidad (ya sociedad) con cierta perspectiva en los diversos espacios y en el tiempo. Por eso nosotros hoy podemos analizar, simplemente, a través de un pequeño texto el paradigma de la Grecia Clásica y el de dos mil años después, el de la Europa prerrevolucionaria; podemos observar que el contenido de los fragmentos, en el fondo, tienen la misma intención, y aunque los elementos aludidos, son aparentemente los mismos, tienen distinto significado según cada época.

Platón agradece haber nacido en tiempo de Sócrates (del que fue alumno). Hay que entender que Sócrates representa la transición de la mitología al logos, de la revelación oral de lo legendario admitido como creencia, como verdad y certeza, hacia lo pensado, lo analizado, debatido y consensuado (los diálogos platónicos) …..la revolución mental que supuso el cambio desde el mito a la razón. Platón se siente agradecido por haber nacido en el ambiente donde su objetivo y el de su sociedad era alcanzar la verdadera sabiduría.

En cuanto al cielo al que Platón dirige su agradecimiento, es el lugar donde está la morada de las ideas, ideas que son los modelos de toda la realidad, de lo natural y lo sobrenatural, de los hombres y los dioses; ahí están los originales de todo, lo auténtico, lo eterno, el bien lo bueno y lo bello …. lo perfecto. Lo que se percibe aquí, en la tierra, son burdas copias, imperfectas y perecederas (es el antecedente que luego copiaría el Cristianismo).

A estos tiempos, en apariencia felices, a lo socrático, a lo platónico y a lo aristotélico le sucede un periodo llamado Helenístico en el que filosofías, ya especulativas, se difunden por todo el ámbito conocido y que proporcionan un variopinto panorama al conocimiento, de contenidos que a veces se contradicen, pero que por eso mismo se “reciclan” y conforman un corpus de conocimiento tan enorme, tan brillante y de tanto prestigio que su eco ha llegado hasta nosotros y forma la base de nuestro acervo cultural social y político.

Todo este soberbio edificio filosófico y de sabiduría multidisciplinar (matemático, físico, artístico- estético- literario y astrológico) queda sepultado por una avalancha de brutalidad venida del Norte (Bárbaros germanos y asiáticos), y por otra de ignorancia, de intransigencia incomprensible e incompatible a la razón que se infiltra desde Oriente en forma de religiones (mazdeismo, mitraismo, catarismo) que junto a la judía con las revelaciones de Jehová a Moisés en el Monte Sinaí, y la aparición de Jesús en Judea, se conforma una nueva religión, revolucionaria…..el Cristianismo. Cristianismo que prevalece y anula por decreto (Teodosio-380) a todas las demás religiones del mundo occidental (en definitiva el Imperio Romano). Como toda religión monoteísta incorpora una enorme carga de fanatismo apasionado y exagerado que provoca la mayor de las intolerancias a la vez que ofrece imaginadas esperanzas y respuestas a todas las inquietudes de este mundo y sobre todo a lo que para algunos es el enigma de la muerte….

En el hombre el estado de ignorancia es insostenible; necesita la verdad para sustentar su natural evolución, y si no la encuentra por el conocimiento a través de los criterios lógicos de la razón, si por cualquier causa no tiene acceso a ella, se inventa un sucedáneo de la razón ….un dios, el que sea, que le dé respuestas y solución a las preguntas y a los problemas imposibles a la razón.

Esta religión sustentada por la sola revelación de los profetas, amparada por la fuerza y propiciada por la debilidad que supone la ignorancia, sumergió a la sociedad de la época en un abismo de sombras que en nuestra cultura se llama Época oscura o Edad Media, que duró más de mil años …. (Siglos V al XV).

La cosmovisión medieval se distingue por su carácter teocéntrico, por hacer de la afirmación de la fe en Dios el elemento central en el ordenamiento del mundo. Todas las cosas ocupan un lugar en relación con Dios, que es lo que le da sentido y valor. Sin aceptar la existencia de ese Dios único, no es posible afirmar la existencia de otras entidades, nada tiene sentido y por tanto todo intento de conocimiento es vano; por lo tanto el papel de la razón se encuentra subordinado a la fe, y por consiguiente a una verdad revelada.

Imposible la conciliación entre la fe y la razón; ya lo intentaron San Agustín, Tomás de Aquino, y por otra vía, San Anselmo. Imposible: el intelecto humano no lo acepta, y es porque las ,propuestas sujetas a la fe no admiten ningún tipo de reduccionismo que pueda ser sometido al análisis a través de ningún acto de conocimiento……Esa pretendida conciliación significaría el suicidio de la razón.

El universo medieval es un universo de conceptos absolutos, y todo gira en torno a Dios, su creador. El principal sentido de la vida, se encuentra fuera de ella, en el más allá; es necesario procurar la salvación, no en esta vida sino en la otra vida después de la muerte.

De ahí que en esta época los más elevados ideales de la cultura se encuentren en los eclesiásticos, en los monjes, en la oración y en las vocaciones contemplativas. Todo esto supone que no han sido los hombres con su esfuerzo los que han provocado la superación de la Historia y su perfeccionamiento, sino una manifestación de la Divina Providencia…..¡Ahí queda eso!.

Poco tiempo (escasos tres siglos) separa la tortura y las hogueras, que fue el sacrificio que exigió el resurgimiento de la razón, de la época de nuestro protagonista. Estamos a mediados del siglo XVIII cuando Charles Louis de Secondat, señor de la Brède y barón de Montesquieu, expresa su regocijo por haber nacido en su época y da gracias por ello. El paradigma ha cambiado desde los griegos pero él, el ilustre francés dirige su agradecimiento al mismo cielo, pero en ese cielo ya no están las ideas de Platón ni los dioses paganos; para Montesquieu sigue estando el Dios creador del medioevo, el mismo de la Biblia. Toda una paradoja inexplicable en el que fue un genio impulsor imprescindible de la Ilustración y de la ya cercana Revolución Francesa.

Si volvemos al inicio del relato, cuando le preguntábamos al pececillo qué querría ser contestó que UN PEZ GRANDE (su razón tenía).

Si hubiéramos preguntado a un griego de la época clásica, hubiese contestado que querría SER SABIO.

Preguntado un hombre medieval hubiese contestado que querría SER SANTO (así aseguraba la salvación de su alma)

Si hubiésemos preguntado a Montesquieu (siempre fue católico en cuerpo y alma), no me atrevo a aventurar una respuesta; pues mirar al cielo y postular la tarea en la tierra en pos de la tolerancia, de la igualdad de la fraternidad y de la libertad, visto lo visto y sabido lo sabido, la verdad es que no me cuadra….veo muy difícil una respuesta coherente (no se puede servir a dos señores a la vez) o estamos con Dios en el cielo o estamos en la vida con los hombres, y el insigne francés no lo tenía muy claro (nunca sabremos si después de morirse fue al cielo o al infierno); en su respuesta, por eso, hubiese sido MUY AMBIGUO …..

Si hubiésemos preguntado a cualquier otro enciclopedista de la época, no católico, como Diderot o D’alembert, con ideología laicista, pragmática, materialista y burguesa, nos hubiesen contestado que querrían ser TOLERANTES Y JUSTOS.

¿Y si preguntásemos a un hombre del siglo XXI?

Nietzsche mató a Dios y fue muy radical, y en su detrimento propuso una nueva escala de valores; pero desde entonces (1.900) , a pesar del esfuerzo, no hemos consolidado ninguna filosofía con una moral convincente; el confusionismo creado por los que se arrogaron nuestra representación y de los que creímos que serían los líderes del progreso, de la paz y del bienestar, nos han defraudado: Dos guerras mundiales y en España una guerra civil, con millones de muertos, y en la mismísima actualidad, Monarquías y Parlamentos corrompidos…..el planeta con una biosfera abocada al colapso, y la miseria y la desesperación extendida por toda la faz de la tierra, todo ese horror no ha sido ni lo prometido ni lo esperado. Vemos que el esfuerzo y el sacrificio no ha servido para nada……

Cualquier hombre del Siglo XXI, cualquiera, elegido al azar, preguntado que qué querría ser, contestará: que NI GRANDE como el pececillo; NI SABIO como el griego; NI SANTO como el medieval; NI AMBIGUO como el ilustrado católico; NI TOLERANTE NI JUSTO como los enciclopedistas franceses.

El hombre del siglo XXI….. integrado en el sistema del consumo capitalista, desarraigado de sus esencias, y ajeno a cualquier otra inquietud que lo agobie que no sea la del dinero, SÓLO QUIERE SER RICO….

¡¡Menudo panorama!! ... ¡¡Vaya futuro!!

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