¿Qué pasa con la Aduana Comercial de Ceuta?

Extraña mucho que, a pesar de las buenas relaciones que aparentan tener España y Marruecos, tras haber suscrito ambos países el pasado día 7 de abril el acuerdo de sus respectivos Jefes de Gobierno de buena fe adquirido, comprometiéndose ambos a alcanzar la "plena normalización de la circulación de personas, mercancías y los dispositivos apropiados de control aduanero y de personas a nivel terrestre y marítimo", luego, sigan las restricciones marroquíes en la aduana y, encima, nos salga el presidente de la Cámara de Consejeros del Parlamento de Marruecos, Enaam Mayara, declarando que su país descolonizará y recuperará Ceuta y Melilla, aunque esto último luego negó que lo hubiera manifestado.

Con el debido respeto por mi parte, pero también con la contundencia que Amaam Mayara a pulso se ha ganado, debo replicar que no tengo más remedio que dudar de las supuestas seriedad y autoridad de su importante cargo, dado que Ceuta y Melilla, por mucho que el dicente se esfuerce en hacer ver lo contrario, la realidad oficial e indiscutible sobre ambas ciudades es que, eran ya españolas muchos cientos de años antes de que él existiera y de que Marruecos se constituyera en Estado. Concretamente, Ceuta lleva ya siendo española 443 años, desde 1580, cuando el rey Felipe II rigió a la vez los reinos de España y Portugal. Esa realidad histórica y legal, entiendo que no se puede ignorar y que hay que defenderla.

Aunque mucho antes, el año 930, fue precisamente un árabe de la relevancia del gran califa Abderramán III, quien bajo su reinado, expresamente reconoció que Ceuta no era políticamente africana, sino española, al haberla hecho él depender de su califato de Córdoba, justificándolo porque dicha ciudad: "nunca antes había dependido de ningún poder africano". Y ese reconocimiento califal se hizo hace ya 1033 años, cuando ni siquiera existía Marruecos como Estado, porque no lo fue hasta 1956, cuando España le concedió la independencia.

Y el súbdito marroquí, Anaam Mayara, debería saber que, como tales ciudades de plena soberanía española que Ceuta y Melilla son, así figuran registradas en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas desde que dicho organismo internacional se constituyó en 1945; y que las mismas ya eran españolas muchos cientos de años antes de que Marruecos llegara a ser considerado como sujeto de derecho internacional. También, que Ceuta y Melilla, jamás fueron tenidas en la O.N.U. como territorios no autónomos a descolonizar, que es condición "sine qua non" para poder descolonizar un territorio; como tampoco han estado nunca incluidas en ninguna listas de territorios a descolonizar que se elaboraron en los años sesenta, ni en el llamado "Comité de los 24" de la O.N.U, ni en el Comité de Fideicomiso del mismo Organismo internacional; porque al considerarlas desde tan antiguo de plena soberanía españolas, así, ya no hay nada que descolonizar en ellas; son españolas.

Es cierto que, algunas autoridades marroquíes se empeñan en reivindicarlas como suyas, disfrazándolas falazmente de ciudades marroquíes "ocupadas", "oprimidas", "subyugadas", "explotadas" por España, más un sinfín de exabruptos con engaño inventados. A lo que, con mi mayor consideración, pero en legítima defensa y en honor a la verdad, hay que oponer de contrario que, ya quisieran quienes con tanta falsedad eso dicen, entre ellos el susodicho señor Anaam Mayara, gozar del nivel de democracia, libertad y demás derechos fundamentales de los que disfrutan los españoles (cristianos y musulmanes) de Ceuta y Melilla. La prueba se tiene en que son muchos los marroquíes que diariamente intentan escapar a nado y en pateras incluso jugándose sus vidas, con tal de pasarse ilegalmente a Ceuta, Melilla y al resto de España. En cambio, a ninguno de los españoles residentes en tales ciudades se les verá de intentar escapar hacia Marruecos.

A algunos marroquíes, con el fervoroso afán reivindicativo del epigrafiado Anaam Mayara, les vendría bien, antes que pretender a anexionarse Ceuta y Melilla por las bravas y con tan irresponsable ligereza, pues que se pusieran a instruirse mejor sobre la historia de ambas ciudades españolas, porque, si no, seguirán corriendo el inminente riesgo de hacer el ridículo al reclamarlas sin poseer ningún título que acredite su propiedad, sino que sólo lo hacen para intentar llamar la atención, hacer ruido, confundir y crear tensiones, por aquello de que "a río revuelto ganancia de pescadores".

Pues esa parece haber sido la osadía cometida por el señor Amaam Mayara, a quien toda su fuerza reivindicativa parece habérsele escapado por la boca volviéndose contra él mismo, tras haber formulado su desaforada reivindicación, porque, luego, hasta se vio obligado a negar que él la hubiese formulado, pese a que la misma resultó ser rigurosamente cierta. O sea, que habría faltado a la verdad dos veces, cuando calificó a Ceuta y Melilla como ciudades marroquíes, que nunca lo fueron; y cuando la versión de su dicho fue tan irresponsable y tendenciosa.

Y extraña también a la opinión pública que, por otro lado, determinados súbditos marroquíes continúen con ese victimismo deliberadamente calculado que les caracteriza, retrasando la plena apertura de la acordada, tan traída y llevada aduana comercial del Tarajal del lado marroquí; pues si bien es cierto que, en principio, el anuncio del aparente pacto RAN (Reunión de Alto Nivel) sobre dicha aduana se hizo público con gran alarde de medios, en una especie de simulacro del paso de algunas personas y vehículos con mercancías, aquellos buenos augurios iniciales parecen haberse frustrado con posteriores "restricciones" marroquíes que hacen lo acordado de todo punto inviable el paso normal pactado y comprometido de personas y mercancías en ambos sentidos, porque las autoridades aduaneras marroquíes sólo se permite el paso desde Marruecos a España, pero no en sentido contrario, desde Ceuta hacia Marruecos, que, si acaso, el paso en tal dirección sería muy restringido o casi nulo. Por eso, la opinión pública no hace ya más que preguntarse qué está pasando con esa aduana.

Debe saberse que, en materia de acuerdos, existe un principio general de Derecho que "obliga al cumplimiento de los pactos, de buena fe y en sus propios términos", entre países que se tengan por mínimamente serios y responsables, que igualmente se recoge en la regla "pacta sunt servanda", que reitera el ineludible cumplimiento de lo acordado, con seriedad y rigor; de manera que, incumpliéndolo a base de imponer restricciones unilaterales en el tráfico aduanero y mercantil, pues estaría ocurriendo que habría total libertad de exportación desde Marruecos hacia Ceuta y resto de España, pero un paso muy restringido, o casi nulo, de personas y mercancías españolas desde territorio de Ceuta hacia Marruecos; quizá por aquello de que en el vecino país, su propio director general de aduanas hasta ha llegado a negar la evidencia de que tenga fronteras y aduanas con España, que es tanto como negar la evidencia más clarividente. Y también existe otro principio internacional llamado de "reciprocidad" entre Estados, que debe aplicarse en los mismos términos e idénticas condiciones a ambos lados.

Y, si nos atenemos a toda la serie histórica desde cuando Ceuta fue portuguesa hasta que fuera "cedida" a España (que no "ocupada" como falazmente se dice), pues resulta que, desde el 4 de abril de 1418, poco más de dos años después de la conquista de Ceuta, según consta en el Archivo Secreto Vaticano, volumen 110, folio 178, documento 142, páginas 277 y siguientes, el rey portugués don Juan I escribía una carta al Papa Martín V solicitándole autorización para que los habitantes de Ceuta y cuantos a dicha ciudad fueren, pudieran comerciar con los sarracenos, en la compra y venta (importación-exportación) de toda clase de géneros, principalmente víveres y artículos de primera necesidad.

Aclaro que tal autorización papal era entonces obligada por parte de España para poder comerciar con los musulmanes, habida cuenta de que las relaciones comerciales entre cristianos y musulmanes fueron totalmente prohibidas en el tercer Concilio de Letrán del año 1179, reiterándose tal prohibición en el cuarto concilio de 1215. Dicha autorización papal fue luego concedida a los cristianos mediante la Bula "Super Gregem Dominicum", de 3 de julio de 1418, dada por el Papa Martín V.

"Ahora ya, con la nueva aduana comercial marroquí, sería muy de esperar que, de ningún modo se dé lo que de aquí para atrás vino en llamarse 'comercio atípico', que en realidad no era otra cosa que contrabando tolerado"

El mismo rey portugués fundamentaba entonces su petición en que, sólo un buen intercambio de la convivencia entre ambos lados de la frontera y las buenas relaciones entre los vecinos de una y otra parte, sería una de las mejores formas de lograr la armonía y los intercambios comerciales. Por consiguiente, se autorizaba por la Santa Sede a los ceutíes a comerciar en sentido amplio con Marruecos.

Pues, si en el año 1418 ya existían relaciones comerciales autorizadas entre ambas partes, que se consideraban como algo estrictamente necesario y vital de lo que no se podía prescindir, ahora en 2023, con el moderno tráfico mercantil, más tratándose de una nueva aduana comercial tan recientemente reinstaurada entre Ceuta y Marruecos, que desde 1956 tantos años ha costado reabrirla, pues difícilmente se podrían justificar ahora restricciones aduaneras en la misma, máxime estando considerada la del Tarajal, como aduana exterior de la Unión Europea, con la que Marruecos tiene suscritos sendos acuerdos de asociación y mutua colaboración, además de estar fuertemente subvencionado y así exigirlo las intensas y modernas relaciones comerciales, sociales y de toda índole que nacen entre Estados limítrofes, que hacen de todo punto razonable y objetiva la apertura permanente de una aduana comercial entre ambos países para encauzar, regular y ordenar el comercio transfronterizo, tanto las expediciones comerciales como los pequeños envíos transfronterizos en régimen de viajeros.

Por cierto, que, ahora ya, con la nueva aduana comercial marroquí, sería muy de esperar que, de ningún modo se dé lo que de aquí para atrás vino en llamarse "comercio atípico", que en realidad no era otra cosa que contrabando tolerado, pero que ahora deberá reconducirse y ser reemplazado por el "comercio legal", previo devengo, pago, o exención, en su caso, de los derechos arancelarios, conforme al Arancel de Aduanas.

Es por ello, que ahora que las anunciadas relaciones entre ambos países aparentemente discurren por cauces normales de entendimiento y buena voluntad, a pesar de tan incisivas y desaforadas declaraciones reivindicativas del súbdito marroquí, Anaam Mayara, se aborde con carácter serio y definitivo esta importante cuestión tan importante y provechosa para ambos países, toda vez que de la existencia de una aduana comercial a pleno funcionamiento, que tantas dificultades y negociaciones ha costado superar, pues parece de sentido común que se utilice normalmente en ambos sentidos y no en uno solo, según a algún que otro Anaam Mayara de turno convenga, o en función del grado de contento o disgusto que su ánimo se encuentre, o la presunta animadversión que hacia España pueda tenerse; lo que sería muy injusto.

Pues, en mi condición de simple ciudadano de a pie, me permito sugerirlo, con toda mi buena fe y sana intención constructivas, a fin de que se puedan promover, impulsar y fomentar las anunciadas buenas relaciones hispano-marroquíes y que dicha aduana comercial en la frontera del Tarajal funcione de forma permanente y en ambos sentidos, sin que ninguna de las partes deba imponer las medidas restrictivas y medidas tan radicales que con sus bravatas reivindicativas nos augura el súbdito marroquí, señor Anaam Mayara.