Qué nos devuelvan el anticiclón de las Azores. Es el título de un nuevo grupo de Facebook que hasta ahora no ha tenido excesivo éxito, pocos amigos se han apuntado a la iniciativa.
El anticiclón no está, se ha ido- se escucha- es el culpable directo de habernos convertido en un paraje de las Islas Británicas. Ha dejado el Atlántico convertido en una verdadera autopista para que las borrascas entren una detrás de otra.
“El anticiclón no es un ente, no es un fantasma que desaparece”, es lo primero que dice el delegado territorial para Andalucía, Ceuta y Melilla de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), Fernando López Cotín.”Un anticiclón es una zona donde las presiones son más altas. El fenómeno es oscilante, a veces es más potente y otras ha cambiado de ubicación: se encuentra más al norte o más al sur”. Ayer, según la página web de la agencia estatal, se encontraba sobre las Islas Canarias, normalmente su ubicación está al noroeste, cerca de las islas portuguesas que le dan nombre. Lo inusual de este año es que “se ha mantenido durante mucho tiempo debilitado, eso es lo que ha permitido que las borrascas pasaran. El debilitamiento del anticiclón es lo que marca los años muy lluviosos”. También su situación, “si estuviera más al norte también estaría parando la entrada de precipitaciones”. En las Canarias, donde está ahora, no interrumpe el paso a nada.
El anticiclón de las Azores marca en buena parte el internacional buen tiempo de España. “Si no estuviera seríamos como Gran Bretaña o el norte de Francia”- especifica el director del Instituto de Estudios Ceutíes (IEC), Simón Chamorro- “crea una especie de pared que hacen que las borrascas tengan una dirección u otra”.
Los motivos por los que se produce el debilitamiento del anticiclón son difíciles de prever. “Responden a una multitud de factores, como la fuerza de las corrientes marinas o la temperatura del mar. Muchas fenómenos meteorológicos se entienden una vez que ocurren, no antes”.
El hecho es que Ceuta ya ha superado ampliamente las lluvias que se pueden esperar a lo largo de todo un año, como ya ocurrió en los dos anteriores. La Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG) sitúa el régimen pluviométrico normal (contabilizado desde el 1 de octubre hasta el 31 de septiembre) en Ceuta sobre los 750 litros por metro cuadrado.El pasado fin de semana ya se alcanzó los 1349,7, lo que supone un 80 por ciento más de lo habitual seis meses antes de que se cierren los registros. El pasado año pluviométrico se registraron 915,9 litros por metro cuadrado, lo que también supone un 30 por ciento más; y el anterior estuvo en los 1301,2 litros, un 73,3 por encima.
El cambio climático es la respuesta estándar a nivel de calle pero explicar cualquier fenómeno meteorológico inusual. Es cierto que existe una teoría por la que se produciría un trastorno completo del sistema de altas y bajas presiones que impera actualmente en el Atlántico.
Un hecho que se ha demostrado en el pasado es que en los procesos de calentamiento del planeta suponen un debilitamiento de la corriente del Atlántico Norte. Esas masas de agua se desplazan desde el Golfo de México hasta Escandinavia recorriendo las costas de Europa. Alcanzado ese punto el agua se hunde y retorna a su punto de origen pasando por la costa americana. “Es lo que marca el hecho de que Lisboa y Nueva York, situándose en latitudes muy similares tengan unas temperaturas muy diferentes, mucho más cálidas en la Península Ibérica”, explica Chamorro.
La posibilidad está ahí. Pero es mucho más difícil encontrar a un experto que se atreva a incluir los inusuales fenómenos de los últimos años como la primera avanzadilla de los cambios globales. Eso exige pasar de la meteorología a la climatología, y requiere series más amplias de registros.
El juicio más atrevido lo daba la responsable de la campaña de Cambio Climático y Energía de Greenpeace en España, Aída Vila: “Puede ser que estemos asistiendo a las primeras consecuencias del cambio climático, pero no se puede afirmar categóricamente en qué medida se trata de un conjunto de tormentas inusual o que sean consecuencia de algo global”. Greenpeace no tiene ningún estudio concreto de cómo afectaría el nuevo clima al anticiclón de las Azores pero “en general se ha aceptado que el cambio supondrá un crecimiento de los fenómenos extremos. Uno de los impactos que se esperan es ése, por lo que no sería descabellado pensar que podrían estar asociados”.
El geólogo y miembro de la asociación ecologista Septem Nostra-Ecologistas en Acción, Francisco Pereila, es bastante más cauto que Vila: “Es pronto para saberlo. Lo mismo puede ser algo puntual, en el futuro se debe comprobar si el debilitamiento del anticiclón es algo continuo o es un hecho aislado”. Lo que contamos hasta ahora son “hipótesis y para garantizar un hecho así hace falta perspectiva histórica y muchos año de registros”. Lo que sí confirma Pereila es el cambio en la periodicidad que hasta ahora tenía el régimen de lluvias: “Va a haber momentos más intensos y otros período de sequía”. Lo que ha pasado este año podría convertirse en norma: octubre y noviembre sumaron 67,4 litros por metro cuadrado y el Gobierno hablaba de sequía; y en diciembre, enero y febrero se han contabilizado 328,418 y 339 litros por metro cuadrado respectivamente.
Ceuta también sufrirá algo semejante a un cambio de latitud, como si estuviese situada unos miles de kilómetros más al norte o al sur: “Esas bandas climáticas se van a desplazar. Puede pasar que nos convirtamos en una zona desértica mucho más árida como el Sahara o que tengamos condiciones parecidas a las del norte de Europa”.
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