Una vida sin examen no merece la pena ser vivida.
Apología de Sócrates
Ya entonces, en el año 399 a.C. Sócrates exhortaba a examinar la propia vida. ¿En qué sentido debemos examinarla? ¿A qué nos está invitando?
Yo diría que examinar es aquí mirar con atención y, no solo esto, sino mirar de un modo determinado, esto es, filosóficamente.
Una mirada que toma perspectiva para ver con claridad y abarcar el espacio que habitamos. Un espacio interior que, sin embargo, se refleja, en el exterior. Cómo no puede ser de otro modo. ¿Cómo vamos a conocer el mundo si no es desde nosotros mismos?
¿Desde nuestra particular mirada? Y esta mirada no siempre es clara, transparente, a veces, en muchas ocasiones diría, es una mirada filtrada por unos lentes que empañan la realidad. Es decir, interpretamos la realidad a partir de unos cristales formados por todo un sistema de creencias que no hemos cuestionado.
Podemos ahora entender la invitación socrática. Para conocer la verdad, para acercarnos a ella, hemos de examinarnos, en el sentido filosófico.
Es decir, conocernos, comprendernos, ahondar en nosotros mismos para poder aceptar quienes somos y descubrir nuestro tesoro, nuestra virtud, nuestras cualidades más esenciales. Este ahondamiento es de carácter radical, acercando al asesorado a sus creencias sobre el amor, la muerte… cuestiones todas filosóficas, que diseñan un modo de relacionarnos con el mundo. La filosofía dialogada nos ayuda a ver nuestros propios pensamientos y, así, comprenderlos. Nos ayuda a discernir entre lo que depende de nosotros y lo que no, acotando nuestro campo de acción. ¡Qué buena noticia! Dejamos de ser víctimas para protagonizar activamente nuestra propia vida.
En este asesoramiento se produce un encuentro de diálogo entre el filósofo asesor y el asesorado, en el que el primero acompaña y orienta al segundo sobre su propia vida
Todos estamos llamados a ser artistas de nuestra propia vida. (…) Estamos dormidos a nuestro verdadero ser cuando permanecemos confinados en las estrechas fronteras de lo conocido, en el circuito cerrado en el que nos mantienen nuestras limitadas concepciones sobre nosotros y sobre la realidad. Mónica Cavallé
Pero, hoy quería compartir con vosotros, lectores, qué es el asesoramiento filosófico. Precisamente se trata de ese espacio en el que cada uno de nosotros puede conocerse, comprenderse. Un espacio de respeto en el que el asesorado se descubre reconociéndose genuinamente.
En este asesoramiento se produce un encuentro de diálogo entre el filósofo asesor y el asesorado, en el que el primero acompaña y orienta al segundo sobre su propia vida. Es el asesorado el que poco a poco y a través de una reflexión filosófica pondrá luz en aquellos aspectos de su vida que, en otros momentos, velaba. No es un espacio de soluciones rápidas o de recetas externas, el camino de autoconocimiento lo debe andar cada uno. Es nuestra propia experiencia, nuestra propia reflexión la que valida el proceso. Y, es esta experiencia de la que partiremos. La vida cotidiana, lo que en ella ocurre es la que nos da las pistas de por dónde anda nuestro pensamiento. Desde ahí empezamos, desde lo que hay, para adentrarnos en lo que sentimos y en lo que pensamos por debajo de lo que nos decimos. No se trata, pues, de reflexiones teóricas alejadas de nuestra vida sino de un aprender a examinarla con el fin de encontrar nuestra propia verdad.
Mirarnos para reconocernos, para redescubrirnos y con nosotros al otro y al mundo.
El filósofo asesor es filósofo de formación que ha cursado un curso sobre Asesoramiento filosófico, pero, sobre todo, lleva “una vida examinada” y confía en el poder transformador de la filosofía. Por ello está capacitado para llevar a cabo este acompañamiento.
Con el asesoramiento filosófico uno estrena una nueva forma de vivir. El Asesoramiento filosófico no es, por tanto, un final sino un principio.
Recordándonos que una vida sin examen no vale la pena ser vivida pues entonces, solo responderíamos automáticamente y no desarrollaríamos nuestra verdadera potencia.
Solo desde esa mirada atenta y serena podemos ser plenamente humanos.
Silvia Artigues
Profesora de filosofía y maestra en Paidos
Filósofa asesora en la Escuela de Filosofía Sapiencial de Mónica Cavallé.
Impulsora de los Diálogos filosóficos en Códigos del Arte.