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"Putin no va a poder con Ucrania porque somos un pueblo muy fuerte"

Desde 2010 hasta 2016, Iryna Milovidova estuvo viniendo a Ceuta con frecuencia. Por medio de la asociación de acogida Andalucía-Ucrania, en Algeciras, pasaba tres meses en verano y uno y medio en Navidades en casa de la familia de la diputada del PSOE Elena Mateo. Desde entonces, ésta le insistía para que volviese a la ciudad autónoma, pero Iryna había rechazado la propuesta hasta ahora. Quería terminar su carrera de Química en su ciudad natal, Zhytomyr, donde, como era buena estudiante, el Gobierno le pagaba la universidad y un piso compartido. Desde que empezó la pandemia, sin embargo, las clases estaban siendo telemáticas. Aprovechando la coyuntura, Iryna se encontraba en Alemania compaginando sus estudios con el cuidado de un niño. A finales de enero, llamó a Mateo para preguntarle si podía venir a Ceuta aprovechando su último mes de visado, ya que empezaba a vislumbrar que la situación iba a ponerse crítica. Tenía un billete de vuelta para el día 3 de marzo. Ya nunca lo pudo usar. Actualmente, como a todos los ucranianos, el Gobierno español le permite, mediante un convenio de protección, permanecer en el país un año, prorrogable a otro más y que no es incompatible con la petición de asilo.

Seis ucranianos en Ceuta

Según cuentan ambas, hay, al menos, seis ucranianos en Ceuta. Además de Iryna, la consuegra de Mateo acogió a una mujer llamada Oksana y a sus tres niños -de ocho, cinco y dos años-, y hay también una chica de 19 años llamada Tania. Fue gracias a su consuegra como Mateo consiguió que Iryna viniera a la ciudad autónoma. Cada vez que se la traía eran 800 euros, tanto en verano como en Navidades, más el dinero para alimentarla, vestirla y proporcionarle cuidados médicos. “La primera vez creció ocho centímetros, y eso no lo había visto en mi vida”, declaró. Según desveló Mateo, hablando el otro día con la Policía, le informaron de que habían llegado una madre y un niño, aunque de momento no los conoce. Durante una conversación con desayuno incluido en un bar enfrente de la biblioteca Adolfo Suárez, Iryna narra la situación que vive su país. En ocasiones es auxiliada por Mateo, a quien llama “mamá”. Dice Iryna que Ucrania está “muy mal”, ya que “la gente ha perdido sus casas por las bombas y no hay comida, dinero, trabajo, luz ni agua”. Por eso, aunque entiende que la OTAN no se meta en la guerra contra Vladimir Putin, sí implora a la Alianza que ayude, tal como está haciendo. Dice que no quiere hablar mucho de política, especialmente de un asunto que no entiende, porque no sabe “qué quiere hacer Putin ni por qué”.
Preguntada al respecto, Iryna indica que en Ucrania hay petróleo, pero Mateo no considera que tenga tanto que ver el llamado oro negro como “el poder”, el anexionar otra vez todos los países que pertenecían a la antigua Unión Soviética (URSS). Iryna está de acuerdo y no le parece que Putin vaya a detenerse.

El siguiente, ¿Polonia?

En su opinión, el siguiente país en ser invadido puede ser Polonia, porque “ayuda mucho a Ucrania”. Su madre española intercede: “entraríamos en la III Guerra Mundial, porque Polonia sí forma parte de la UE y de la OTAN, así que no creo que se atreva”. Iryna indica que en Ucrania están su madre biológica, su hermana y su sobrina, quienes “se encuentran bien, pero escuchando todo el día cómo bombardean el país y el paso de los aviones”.
De todas maneras, ella se crió en un orfanato y sólo de mayor ha tenido contacto con su madre, quien, por cierto, perdió la patria potestad en 2010. A su padre, directamente, no lo conoce, y tampoco su madre sabe quién es. El 28 de enero pasó por Ucrania para visitar a su madre y tres días más tarde ya estaba en Ceuta. Descarta con rotunidad que pueda haber una solución dialogada al conflicto, ya que Putin “no va a parar en sus ataques a teatros o colegios”. Aunque Mateo teme que Rusia se anexione Ucrania como ya hizo en Crimea en el año 2014, Iryna opina que no será así, porque sus paisanos son “muy fuertes” y no se lo van a permitir. “Los ucranianos no queremos a Putin”, asegura Iryna, y Mateo añade que tampoco los rusos lo apoyan, vistas las represalias que están sufriendo aquéllos que se osan manifiestarse por las calles. Todo ello viene, aseguró la diputada socialista, del pasado del presidente ruso en la KGB, donde adquirió una gran formación en materia bélica. Así, en cuanto a ese campo, reconoce que Putin “es una máquina”.

Elogios a Zelenski

Preguntada sobre el actual presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, Iryna lo elogia. En primer lugar, resalta el hecho de que no haya huido del país, sino que siga en Kiev “trabajando y haciendo las cosas que tiene que hacer un jefe de Gobierno”. En su opinión, “es un muy buen presidente”, probablemente “el mejor” que haya tenido el país desde su última fundación, el 24 de agosto de 1991. ¿Y qué tal en España?, se le pregunta a Iryna. “Muy bien”, asegura enmarcando la frase en una sonrisa colorista. “Muy bonita”, añade. Además, habla con conocimiento de causa, pues no solamente ha estado en Ceuta, sino que con su familia caballa viajaron durante años anteriores a Asturias, Galicia, Huelva, Málaga o Cádiz, entre otros lugares. De entre todos estos sitios, Iryna afirma que Asturias es su preferido.
Enseguida pasamos a hablar de su vida en Ceuta, pero antes Iryna quiere recalcar algo, y es que “Ucrania tiene mucha fuerza y Putin no va a poder con ella”. Mateo intercede nuevamente: “Eso me lo dice mucho y, además, aunque ganen y se queden con algunas ciudades, cuando el pueblo no los quiere, se tienen que marchar”. Actualmente Iryna se encuentra terminando la carrera a distancia y, por la tarde, perfecciona su castellano en unos cursos para extranjeros que imparte la Cruz Roja. “Ha perdido un poco, pero lo hablaba muy bien”, tercia Mateo. Este periodista puede corroborar que su nivel es más que aceptable, bastante bueno.
Aquí, sus amigos son su familia, que son, además de Elena, Francisco -su padre-, Adriana -su hermana, que trabaja en la Cruz Roja precisamente- y sus hermanos Jaime y Javier, además de tres sobrinos. A modo de anécdota, el otro día, uno de ellos preguntó a Mateo cómo era posible que Iryna tuviera otra madre aparte de ella. “Me hizo una gracia...”, deslizó. De la misma forma, al ver a Iryna hablar con su hermana de Ucrania por teléfono, le preguntó si es que tenía otra hermana y por qué él no la conocía. Todos sus sobrinos se refieren a ella como “mi tía”. Sobre sus planes a corto plazo, Iryna reitera que su intención es acabar la carrera, seguir con el castellano y trabajar en algo relacionado con la química, siempre en función de que la convalidación de la carrera sea posible. Le gustaría quedarse en Ceuta con su familia, con la que se siente totalmente cómoda después de tantos años, ya que nunca perdieron el contacto entre verano y Navidad y Navidad y verano. Como anécdota, Mateo relata que, cuando Iryna vino a Ceuta la primera vez, decía que era caballa y que no quería volver a ucrania. Iryna lo corrobora: “me acuerdo de eso”. “Y las primeras Navidades escribió su carta a los Reyes Magos en castellano perfectamente”, añade Mateo. Y es que es por todos conocida la facilidad de los ciudadanos del este para los idiomas.

Una ceutí trae a 11 ucranianos a España y se ofrece a volver a por más

Encarni González llegó ayer a España procedente de Cracovia (Polonia) con un total de 11 ucranianos de cuatro familias que vivirán entre Barcelona, Torrevieja (Alicante) y Murcia en unos hogares que ya habían sido asignados de antemano. Ello fue posible gracias a la intermediación de la Asociación Organizada del Mar Menor, ubicada en la provincia murciana. En concreto, se trata de un niño de dos años, dos de tres, uno de 13 y otro de 16, además de cuatro madres y dos abuelos. Ayer ya estuvieron en Barcelona y entraron de visita en el Camp Nou, que era una ilusión muy grande que tenía uno de los niños. Según explicó González, encontró la asociación metiéndose en un grupo de furgonetas y se ofreció como conductora. Se trata, dijo, de “una experiencia inolvidable y preciosa” que los pequeños recompensan con abrazos y besos, aunque, según puntualizó la ceutí, con sólo ver las caras de estas personas -y de los niños, particularmente- ya se siente reconfortada. Hasta el momento, desconoce de qué ciudad son estos ucranianos, ya que durante el viaje no les preguntó nada acerca de su vida para no provocar más dolor en ellos. Tan enriquecedora le pareció la experiencia que ya está pensando en volver a Ucrania a traerse a más personas de ese país. Los interesados en sufragar el viaje pueden contactar con Encarni González en el número de teléfono 626680459.

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