La noticia me trae a la memoria el refrán ‘Las cosas de palacio van despacio’. Me refiero a la demolición de la antigua fábrica de conservas de Benito Lamorena, junto a la playa de Juan XXIII. Van despacio porque en 2010, Silvia Vivancos escribía en este mismo medio que en meses comenzaría la demolición. Doce años después, los cimientos de una empresa emblemática son demolidos para dejar espacio o dar paso a una nueva iniciativa.
Demora aparte, el derribo es la consumación de lo poco que queda de aquella Ceuta industrial en la que había fabricas que daban empleo a muchos ceutíes. Han pasado muchos años, pero poco a poco se dejó caer la Fábrica de Cervezas y se dio paso a un Polígono Industrial que fue un pelotazo para los promotores. Atrás dejaban la emblemática África-Star y a sus muchos trabajadores y, sobre todo, una marca propia.
Lo mismo pasó con la elaboración y embotellamiento de La Casera y la de refrescos Konga, que se encontraban donde hoy está Mercadona del Sardinero y con la leche conocida como ‘Vayavaca’ de nombre ‘leche Almina’, que elaboraba la empresa CRISA, que estaba junto al garaje de los autobuses de la estación; sin olvidar la fábrica de harina y hielo y la pérdida de la industria pesquera, donde cientos de barcos faenaban y miles de familias comían de este sector.
“Una licencia para dos emprendedores no es mucho pedir”
Desconozco si desde la administración se hizo algún esfuerzo para que estas empresas ‘MARCA CEUTA’, que tanto se reivindica ahora, no cerraran la puerta. Industrias que estaban funcionando. Eran realidades, no eran proyectos con pocas posibilidades de prosperar como las anunciadas a golpe de talón y de ayudas públicas.
Ayer, leía en este medio que Mercedes y su marido, ambos sin empleo, decidieron montar un puesto de buñuelos para sacar adelante a una familia de cinco hijos. Lo hicieron pidiendo un préstamo, algo que los honra, porque no todos los negocios se montan con esfuerzo en esta ciudad. Ahora esperan con desasosiego que se les autorice continuar haciendo buñuelos.
“Mercedes tiene apoyo ciudadano para seguir vendiendo buñuelos”
Dos ceutíes que montan una empresa con recursos propios, que salen de la lista del paro gracias a su esfuerzo, encuentran como respuesta trabas para continuar ganándose la vida honradamente, algo que no llego a entender. Y no lo llego a entender porque hace unos días se aplaudía la idea de montar una escuela de pilotos que costará muchos millones a los contribuyentes, porque creará empleo y, ahora, nos encontramos que dos ciudadanos que montan un negocio con sus propios recursos no les conceden la licencia de apertura. Dos ciudadanos que abandonan la lista del paro y los planes de empleo.
Mercedes Torres León, a la que no tengo el gusto de conocer, pedía en este medio apoyo ciudadano para poder seguir vendiendo buñuelos. Apoyo para ganarse la vida honradamente, y hay que ser muy insolidario para no mostrarle nuestra solidaridad y admiración en una ciudad donde se llenan la boca para pedir a los cuatro vientos la llegada de emprendedores y a los que tenemos en casa le damos una patada en el culo alegando falta de licencia administrativa.
Mercedes ha impregnado de muy buen olor la Plaza de Los Reyes y niños y no tan niños se pasan por su puesto de buñuelos para endulzarse la boca. Un olor característico, como aquel olor que desprendían las garrapiñadas de Antonio Romero ‘el Almendrita’. Él tiene una estatua en un paseo emblemático de Ceuta; tú tienes otra en el corazón de tus hijos, porque ellos saben y sabrán lo que sus padres lucharon para sacarlos adelante y, por supuesto, el reconocimiento y solidaridad de miles de ceutíes.
Una licencia para dos humildes, pero honrados emprendedores. No es mucho pedir.