La Autoridad Portuaria de Ceuta espera recibir durante las próximas semanas del Ministerio de Transición Ecológica y el Reto Demográfico el informe positivo que espera desde hace ya un año sobre su proyecto para dragar la dársena de Levante y mejorar las condiciones de acceso al nuevo atraque adosado al de Poniente, actuación que ha tenido que ser sometida a una evaluación de impacto ambiental simplificada. Si así fuera, su plan pasa por licitar la ejecución del proyecto “antes de fin de año” o, en el peor de los casos, a principios de 2023, y acometer su desarrollo durante los primeros meses del próximo ejercicio.
La institución que lidera Juan Manuel Doncel considera que este proyecto, cuya tramitación se remonta a hace casi 3 años, “es de gran importancia para Ceuta y para su puerto dada su contribución al desarrollo económico de esta ciudad tan escasa de recursos”.
La apuesta carece de alternativa: “Cuando se trata de conseguir calado no se puede hacer mucho más que realizar un dragado, que en este caso será de primer establecimiento, o programarse con la marea”, algo que generaría múltiples complicaciones en un puerto donde el nivel medio de marea es de 70 centímetros.
El objetivo de las obras será “garantizar la seguridad de la maniobra de acceso de los buques a plena carga admisibles al atraque adosado a la tercera alineación del muelle de Poniente”. Para ello se prevé la ejecución en el interior del puerto de una plataforma de casi 16.500 metros cuadrados a una cota de menos 14,2 metros medidos en la bajamar viva equinoccial. Para conseguirlo será necesaria la extracción del fondo marino de un volumen de 9.129 metros cúbicos de materiales.
La generación de ese “espacio seguro de navegación” es clave para atraer “un tráfico estratégico de buques para repostar combustible”, nicho de mercado en el que la Autoridad Portuaria se ha fijado con mira puesta en los buques que atraviesan el Estrecho de Gibraltar. Con ese impulsó construyó las obras de construcción de una terminal de bunkering adosada a la tercera alineación del Muelle de Poniente para el abastecimiento de combustible a barcos.
Para la ejecución de la nueva terminal se emplearon dos cajones de hormigón armado fondeados a una distancia de separación respecto del muelle “con la intención de conseguir el mayor calado posible”.
Su emplazamiento se eligió porque cuenta con calado suficiente y por su “relativa facilidad para el trazado de las conducciones de abastecimiento”.
Antes los buques repostaban combustible en sus depósitos en el muelle de Levante, donde al existir un calado menor sólo se podía ofrecer este servicio a los de menor porte. Los de tamaño superior no podían llenar sus tanques por completo para evitar el contacto del casco del buque con el fondo marino, o repostar mediante gabarra en mar abierto para llenar sus depósitos por completo.
El material no rocoso presente en la zona a dragar presenta un contenido “alto en arenas medias”, superior al 40%. El siguiente tamaño mejor representado es el de las gravas con un porcentaje medio superior al 10%. Por último, presenta un contenido medio en finos inferior al 3%. La proporción de materia orgánica ha resultado ser “muy baja”, según la caracterización de sedimentos que se ha realizado.
“L elevada presencia de sustrato rocoso en el material a extraer limita en gran medida los posibles usos que se le puedan dar” y “la retirada se llevará a cabo por medios terrestres”. Teniendo en cuenta estos dos factores, los principales usos previstos se centran en los descritos para obras públicas, “excluyendo la regeneración de playas por la propia naturaleza del material”.
Según el proyecto elaborado por la Autoridad Portuaria, el buque petrolero máximo que actualmente accede a la dársena de Poniente tiene 220 metros de eslora total y 10,2 de calado. Del estudio realizado por una empresa consultora para determinar el buque máximo admisible que puede acceder a la terminal de bunkering maniobrando en condiciones de seguridad se concluyó que sería un Panamax de 235 metros de eslora, 32,20 de manga y 12,50 de calado. Ahora la profundidad mínima que se alcanza en la dársena de Levante es de 13,20 metros y en la de Poniente de 13,40. Así, para permitir el acceso del petrolero con un calado de 12,50 en condiciones de seguridad es necesario “garantizar en el espacio seguro de navegación del buque una profundidad mínima de 14,20 metros en la dársena de Levante y de 13,60 en la de Poniente. Por tanto, las necesidades que satisfacer con el dragado propuesto consisten en “un aumento de calados”. La obra se acometería con una draga formada por una retroexcavadora hidráulica montada sobre un gánguil autopropulsado con una capacidad de cántara de 250 metros cúbicos. El material extraído se llevaría al vertedero terrestre autorizado en camiones basculantes.
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