Son auténticos pueblos fantasma. El terremoto se ha llevado todo por delante. Las casas de adobe y paja que hasta el pasado viernes eran hogares de familias humildes han quedado destrozadas tras el terremoto de casi 7 grados registrado en Marruecos. El guardia civil de Ceuta, Rachid Sbihi, está siendo testigo de toda esta tragedia desde su labor de intérprete acompañando a los bomberos rescatistas de Zaragoza.
Cuesta hablar de lo que consigue retener en su memoria, cuesta asimilar la destrucción que el equipo va descubriendo en aldeas lejanas a las que no han llegado los equipos de rescate ni las ayudas. Aldeas ubicadas en valles a las que solo se consigue llegar a pie.
En dos jornadas de trabajo los ojos de Rachid han visto ya de todo. Mucha miseria pero también ejemplos de hasta dónde llega la fuerza del corazón y la solidaridad. En ese camino se encontraron con Karima una niña de 7 años con un grave traumatismo craneoencefálico superviviente de una aldea en la que han muerto 55 personas, la mayoría niños. Se ha conseguido su evacuación a Marrakech.
Son los pequeños milagros que asoman en el camino, los milagros que marcan un trabajo de entrega absoluta y mucha empatía.
Tras dos horas en coche y 3 más a pie, consiguieron llegar el primer día a una aldea en la que han muerto 25 personas. Allí se toparon con heridos de gravedad. Una embarazada con fractura en la frente, otra persona con rotura de pelvis, un niño con fractura de tibia y un muchacho con la costilla rota, entre otros.
“Evacuamos también en camilla a un hombre que tenía la pierna gangrenada contando con la ayuda de soldados. En el terremoto ha perdido a su padre, su madre, esposa y cuatro hijos”, narra Sbihi emocionado.
Los médicos no paran. A cada intervención surge un drama. El segundo día encontraron en otra de las aldeas a Karima junto a su padre pero también a gran cantidad de personas con fracturas de todo tipo y una mujer con una grave infección en un muslo.
Estas personas lo han perdido todo en cuestión de segundos. El terremoto se cebó con los más pobres, como siempre. “Estamos en pueblos fantasma en los que no hay nada. La gente ha ido al cauce del río porque todo ha quedado derruido, las casas hechas de adobe y paja ya no existen”, cuenta Sbihi.
El pueblo marroquí se vuelca en ayudar a los necesitados que suman al temor de haber perdido todo la próxima llegada del frío. En esta zona la nieve alcanza metro y medio de altura, las temperaturas bajan y eso es lo que temen quienes ahora duermen en tiendas de campaña. La ayuda para las víctimas no solo se ciñe a lo inmediato sino también a lo que está por venir.
Esta pasada noche el equipo que se encuentra junto a Sbihi ha sentido la réplica del terremoto. Una sensación extraña, “como cuando una colchoneta se mueve encima de una ola”. Lo notaron en el campamento conscientes de que trabajan sobre un terreno en el que la inestabilidad continúa.
Entre los escenarios en los que han trabajado se encuentra la aldea Imlil, al suroeste de Marrakech y una de las más castigadas. El equipo de profesionales llegado de Zaragoza que cuenta con médicos, rescatistas y bomberos terminará su intervención este viernes cuando volverán a emprender rumbo a Ceuta para marchar a la Península.
En general, las aldeas en las que han trabajado son Okoun, Talat n yacoub, Agbar, Imlil, Igram, Tawrirt y Amsiwi (Agadi).
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