El pucherazo electoral separatista

Cuando escribo, estamos ya en el “2-O”, día después del que Puigdemont y sus acólitos separatistas votaron en el que llamaron “referéndum sí, o sí”, pero que en realidad fue el más grande de todos los pucherazos electorales. Y esto lo digo por lo que en adelante expondré.

Desconozco qué va a pasar en días sucesivos en Cataluña, pero el mismo President ya anunciado que el referéndum era vinculante (por su obra y gracia), que se han ganado el derecho a ser independientes, que pasarán el asunto al Parlamet para que ejecute las leyes de desconexión que, aunque todas han sido suspendidas por unanimidad por el Tribunal Constitucional, se disponen a proclamación de la República de Cataluña. Pero creo que, en un repaso de urgencia, merece la pena analizar las palabras pronunciadas por Puigdemont el “1-O”, en el sentido de que: “La imagen exterior del Estado español hoy ha llegado a unas cotas de vergüenza, que le acompañará para siempre”; debido, según su versión, a la violencia utilizada por las Fuerzas de Seguridad estatales; cuyos dignos funcionarios públicos, son unos simples “mandaos” que tienen por misión salvaguardar el orden legítimamente constituido y velar por los derechos y los bienes de todos los ciudadanos en la sociedad democrática y civilizada a la que pertenecemos.

Pues no, señor Puigdemont. Esa tan enorme vergüenza a la que apela es la que a usted le acompañará ya para siempre, que seguro pasará a la historia batiendo todos los records del libro Guinness por su altanería y arrogancia, torpeza intelectual, ineptitud y falta de talla política para gobernar. La mayor vergüenza que se puede arrostrar ante todo el mundo es el hecho de que los separatistas catalanes bajo su batuta de músico de la orquesta se hayan atrevido a presentar como “pacífica y democrática” una consulta tan a lo bestia por la forma como ya por dos veces han hecho el paripé de llevar a cabo la votación, violentando la reglas más elementales del Derecho Internacional, entre otros textos, la Carta de las Naciones Unidas (UN), que dispone: “todo intento encaminado a quebrantar, total o parcialmente, la unidad nacional y la integridad territorial de un país, es incompatible con los propósitos y principios de la Carta de las NU”.

También violentando nuestra Constitución, que terminantemente prohíbe la organización de referéndums secesionistas y expresamente proclama la indisoluble unidad de la Nación española y que la soberanía nacional reside en todo el pueblo español. Saltándose también a la torera todas las leyes estatales habidas y por haber, el propio Estatuto de Autonomía de Cataluña, desobedeciendo reiteradamente al Tribunal Constitucional que tantas veces le ha suspendido ya todo lo que han urdido, como su llamada ley del referéndum de Cataluña y todas las demás “leyes” que han venido en llamar de “desconexión o ruptura”, aprobadas para romper España y separarse de ella; celebrando esa consulta ilegal contra lo ordenado por los Tribunales de Justicia y sin la más mínima garantía democrática de legalidad y transparencia. Esa sí que es la más grande de las vergüenzas, que ya no cometen ni los países tercermundistas o más dictatoriales y reaccionarios.

Se votó subrepticiamente, sin censo electoral oficial, sino apañado para la ocasión, vulnerando la Ley de Datos Personales, sin junta electoral de control que velara por la legalidad y limpieza de los votos; anunciando en un principio a bombo y platillo que habría observadores extranjeros y españoles cualificados, que luego resultaron ser independentistas extranjeros y un diputado de Bildu, a quienes no se les ha visto el pelo; que se ha votado sin mesas, ni sobres, ni tarjetas censales, sin control de interventores, sin escrutinio y sin recuento público de votos, con papeletas desiguales elaboradas por los propios votantes, pudiendo cada uno votar en cualquier distrito y cuantas veces le placiera, lo mismo en vías públicas, bares, en una iglesia en la que se exhibía la bandera separatista y en la propia casa de un diputado, en urnas chinas opacas y no homologadas, más parecidas a las papeleras de basura que se instalan en la calle como receptáculo de inmundicias, que no se sabía si estaban vacías o llenas de papeletas cuando se comenzó a votar, estando a disposición sólo de los organizadores separatistas; teniendo como contadas y validadas las papeletas intervenidas por las Fuerzas de Seguridad en las urnas que les fueron retiradas y haciendo propaganda hasta el mismo momento de la votación sin respetar el “día de reflexión” que cualquier democracia que por tal se tenga respeta. Todo eso hizo que antes de que se recontaran los votos emitidos (si llegaron a emitirse y contarse). Con razón Puigdemont aseguraba la noche del cierre de campaña: “Ya hemos ganado”. ¿Pero cómo podía saberlo antes de los comicios?.

Y aun es mayor vergüenza la utilización descarada de niños inocentes como “escudos humanos” que oponer a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad para cuando llegaran a retirar las urnas y su llamamiento en los colegios por muchos profesores y Asociaciones de Padres de Alumnos para que acudieran sábado y domingo a formar barreras humanas para obstruir la entrada de tales funcionarios en los colegios electorales haciéndoles frente, disfrazando tales actos de “actividades culturales y recreativas” durante toda la noche y madrugada anterior, con el claro propósito de impedirles su entrada a tales servidores públicos, que sólo hacían obedecer a los Jueces en sus mandamientos judiciales.

Eso sí que es vergonzoso y triste, que se utilice como arma política la santa inocencia de niños pequeños para arrastrar a la población a la desobediencia, embaucando a las pobres criaturas en menesteres de tanta irresponsabilidad y vileza como niños subidos en los hombros de sus padres pegando carteles de propaganda separatista, o jaleando puño en alto en pro de la independencia. Eso es instrumentalizar a los niños, trasladando también a la calle el odio que se promueve y fomenta en las aulas contra España y lo español. Y los niños no son políticos, no entienden de banderas ni de banderías políticas, sólo entienden del odio que se les inocula. A esos niños lo que hay que hacer es enseñarles y educarles desde la verdad, la imparcialidad objetiva y la libertad de pensamiento. Creo que no hay nada más deleznable, vilipendioso y ruin como dirigir, manipular e instrumentalizar la inocencia y candidez de los niños.

Y qué decir de las amenazas y coacciones separatistas para la entrega de las llaves de los colegios a la Generalidad, las presiones a profesores, funcionarios e instituciones, a periodistas, corresponsales de prensa y Reporteros sin Fronteras. O del tremendo daño que con tan grave desafío secesionista se está haciendo, dividiendo a la sociedad catalana en “buenos” y “malos”, según sean o no partidarios de la independencia, llamando charnegos “fachas” a todo el que quiere continuar siendo a la vez español y catalán, o discriminando entre los que “ayudan a votar” y los que “ayuden a evitarlo”, según dicen; entre quienes son adeptos al aparato separatista gobernante de pensamiento único y entre los “señalados” en listas negras de colegios y comunidades de vecinos simplemente porque no piensan como ellos. Incluso se están rompiendo muchas familias si en ellas unos son partidarios de la independencia y los otros no. El sectarismo político ha alcanzado así en Cataluña niveles intolerables, propios de regímenes fascistas y totalitarios.

Todo eso, en fin, ha sido y es verdaderamente patético, esperpéntico, estrambótico, surrealista y auténticamente vergonzoso, que ha dado una imagen bochornosa de la deficiencia intelectual de quienes han preparado todo ese entramado y farsa, absolutamente incompatibles con las reglas más elementales que rigen la convivencia en sociedades civilizadas. Incluso vulnera la propia ley “ilegal” que por su cuenta y riesgo los días 6 y 7 de septiembre aprobaron sin apenas debate y cercenando los derechos de la oposición. Dicha ley, suspendida por el TC, dispone en su artículo 33, que el censo electoral contiene la inscripción de las personas que reúnan los requisitos para ser electores, que nadie puede estar inscrito en varias secciones ni varias veces en la misma sección, exigiendo que los sobres y papeletas validados sean oficiales y únicos.

En la Cataluña separatista actual, todo se rige por la mentira, el engaño, las tretas y las argucias más torciteras. Todo allí es una farsa política; todo es propaganda encaminada a dar la apariencia internacional de gente demócrata, pacífica y civilizada, que está siendo sometida y expoliada por la malvada España que les roba, les reprime y atenta contra los derechos humanos del pueblo catalán, montando la ficción de que son un pueblo oprimido al que se niega su “derecho a decidir”, que ni siquiera existe, sino inventado por ellos. Asimismo, en los incidentes con la Policía el “1-O”, todo su afán ha sido la captación de imágenes de cara a causar impacto en la sociedad internacional, incluso han utilizado imágenes de otros incidentes anteriores, para dar la impresión de haber sido duramente maltratados y reprimidos con pelotas de goma y gases lacrimógenos.

La misma Generalidad exhortó a los supuestos heridos que, según ellos, hubieran sido objeto de cualquier clase de maltrato o lesiones, a que lo denunciaran ante los Mossos de Escuadra, que son los suyos y de su plena confianza independentista, y más de fiar, hasta el punto de que han circulado imágenes en las redes sociales en las que aparecen algunos separatistas acariciándole tiernamente la barba a uno de los mossos, que con gran deleite y complacencia se sonríe y regocija; desobedeciendo abiertamente a los Jueces y Magistrados y traicionando la confianza y lealtad de los Cuerpos de Seguridad del Estado.

Pues sépase que en mayo de 2014 se celebraron elecciones europeas. Desafiando entonces algunos grupos políticos que ahora tanta leña echan al fuego la prohibición de aquellas urnas por la Junta Electoral y el Tribunal Supremo, los instigadores montaron 271 urnas en las calles de 120 municipios catalanes en una votación a su manera que llamaron “multireferéndum”, en el que una de las preguntas que se formulaba a los votantes era: ¿La Generalidat debe pagar la deuda pública?, para que votaran a favor o en contra de los transgénicos. Los Mossos de Escuadra, por orden entonces de Mas identificaron a 510 personas y les obligaron por la fuerza a desmontar 148 mesas y aprehendiéndole las urnas, levantando 261 actas de identificación; luego, resultaron condenados 13 activistas por tales actos de resistencia, que pertenecían a la grupos populistas radicales, que tanto se rasgan ahora las vestiduras.

La violencia que el día “1-O” se desató tuvo su origen en las consignas instigadoras dadas a los separatistas por la propia Generalidad, y en la resistencia y hostilidad opuesta luego por quienes obedecieron las consignas y se encerraron en colegios y centros de votación con la firme determinación de no dejar de entrar a la Policía y Guardia Civil, a los que rodearon, acosaron, empujaron, insultaron y en muchos casos apedrearon. Y ahora tan dignos profesionales sufren escraches y boicots separatistas, echándoles de los bares, hoteles, tiendas y donde se acercan a comer o a comprar.

Se ha difundido una imagen que vale más que estas dos mil palabras mías, que dice: “En este establecimiento no se acepta Guardia Civil ni Policía Nacional”. Incluso la alcaldesa de Barcelona ha divulgado que se han cometido agresiones sexuales.

Y a la hora de cerrar este artículo, se informa que el próximo día 3 de octubre se declarará en Cataluña una huelga general “política”, que están prohibidas por el Real Decreto-Ley 17/1977, de 4 de marzo, a la que no sólo se ha sumado la Generalidad, sino que ha animado a secundarla a sus funcionarios haciéndole saber que el día de huelga no le será a nadie descontado.

En resumen, que todo el mundo sabe ya en España y en el extranjero que todo es una farsa, un teatro puesto en escena a modo de tragicomedia de cara a aparentar que con sus largos y profundos sufrimientos se tienen ya más que ganado el estado independiente que tanto claman.