Opinión

Un psicópata en la cabina

Como me lo contaron se lo cuento: Señores pasajeros, les habla la sobrecargo: siento decirles que tenemos un psicópata en la cabina, pero él no lo sabe y, para mayor desgracia, el copiloto es un chulo que castiga. Este es un vuelo de la Compañía New Psoe en código compartido con United We Can, originalmente de Madrid a Nueva York, que ha sido desviado porque se acaba de recibir por radio un mensaje del presidente Trump, que le dice al tal Sánchez, pues así se llama el psicópata, “ que no se le ocurra aterrizar en el aeropuerto J.F.Kennedy porque le va a dar dos …(no se oye bien) .. ias, que lo va a mandar a Cuba,” por lo que , por si acaso, nos dirigimos al aeropuerto José Martí de la Habana. Las comunicaciones radio, están afectadas por las comunicaciones con el segundo, un tipo moñudo recién entrado en la Compañía, que ha pedido incomprensiblemente que también contraten a su mujer, de lo que sea, igual da, y la han colocado en el departamento de Objetos Perdidos. Después del despegue han conectado el piloto automático y como gritan, desde fuera se les oye hablar de la resiliencia del moño, aunque no se sabe que tiene eso que ver con la capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador, a no ser que la resiliencia se refiera a alguna otra palabra parecida.

Como ustedes saben un psicópata es un individuo, aquejado por una triada de deformaciones que le impiden la estabilidad, de ahí el movimiento continuo que observarán en este vuelo. Nada más despegar del aeropuerto de Madrid, el psicópata acaba de ordeñar un estado de alarma a nuestra amada capital y creyendo, psicópata él, que los ciudadanos iban a agradecérselo , se ha vuelto a encorajinar al ver después del despegue, que casi todo el mundo se iba a Talavera de la Reina unos, otros a Burgos, y algún otro a Ceuta, incluso alguna de sus ministros, casualmente la más ignorante ha huido a Bilbao, todos huyendo del tal Simón, un tipo que no es psicópata, pero que de acuerdo con el teorema de Thales, es para lelo, vamos que se acerca a lelo. En este vuelo, se les servirá caviar, varias clases de champagne, y vinos variados, sobre todo catalanes y como no el chacolí vasco, pescados del cantábrico, y chuletas de Ferraz, sin coste adicional alguno, podrán solicitar todos los periódicos del país que deseen, aunque solo tenemos uno, el verdadero, y por supuesto un chupito del chulo que castiga, todo ello, sufragado por la deuda pública española. Antes de continuar, he de informar que si entre el pasaje, hay algún asesino o torturador de la respetable banda terrorista Eta, como Ternera, o algún rufián, o separatista vasco o catalán , tengan la bondad de identificarse ante los miembros de la tripulación ya que por orden del comandante, serán acomodados en los asientos de primera clase y clase preferente.

Como ustedes saben, mejor que yo, otro de los rasgos del psicópata es el amor así mismo, de ahí el tremendo narcisismo que le invade y que no puede dejar a un lado en ninguno de sus actos, incluso los más triviales. Durante el trayecto, el psicópata tiene por costumbre salir de la cabina y pasearse por toda la aeronave, yendo a miccionar a la última toilette de la misma, para lo cual se viste de uniforme en el que están colgadas todas las medallas por los muchos estropicios realizados en acto de servicio, es más, a lo largo del viaje se pondrá otro uniforme porque la cantidad de medallas no cabe en un solo uniforme. Al pasar por los pasajeros de primera clase, se detendrá ante los vascos para bailar un aurresku de bienvenida levantando el pie izquierdo como nunca antes lo había conseguido y ante los catalanes una pequeña sardana con los miembros del tripulación, también de bienvenida. Después se trasladará a las clases inferiores No dejen de aplaudirle cuando le vean andar por el pasillo, en ese momento para anunciarlo se encenderán todas las luces y escucharán la novena sinfonía del ilustre sordo al piano. Aplaudan por favor, si es que quieren llegar sanos a su destino. Tampoco se les ocurra decirle que lo del ordeño del estado de alarma en Madrid no se le hubiera ocurrido en Cataluña ni en el País Vasco, porque contestará que, efectivamente llevan razón, y en ese momento puede despertar de su paranoia, lo que sería tremendo para la navegación, ya que este tipo no se sabe cuándo está peor si paranoico perdido o psicopático de aluvión. Por favor, aplaudan.

A altas horas de la noche, saldrá el segundo, el del moño, que también tiene que hacer sus necesidades, ese tiene una verborrea insoportable, incluso dice que es capaz de azotar hasta sangrar a alguna periodista, por ello es sugiero que cojan las caretas de cartón de caras sonrientes que encontrarán en el respaldo de los asientos delanteros y se las pongan mientras ustedes duermen plácidamente. Este grita y ladra mucho pero muerde poco, aunque dirá que al que no le mire le organiza una en los tribunales, ya que sostiene que los maneja con una tal Lola. Este hace el mismo paseíllo que el psicópata, mismo uniforme, un galón menos en la bocamanga, y alguna condecoración menos pero son de mayor tamaño, este se tranquiliza con las muñecas de plástico hinchables tamaño Din A 24 que regala el ministerio de igualdad y que llevamos a modo de salvavidas.

En nuestro vuelo, casualmente viaja el conocido sociólogo señor Tez-ano, que como saben en latín vulgar significa que tiene el rostro como el tafanario, aprovechando esta casualidad les será entregado un documento en el que tienen que valorar el resultado de este vuelo entre cuatro opciones: Excelso, Maravilloso o Fabuloso. La opción” No sabe No contesta” está dirigida solamente a la tripulación. Para facilitar la elaboración de la encuesta, previamente les serán retirados los pasaportes que les serán entregados en nuestro destino final en Nueva –York, perdón en La Habana, una vez comprobada la correcta puntuación del formulario.

Después de un vuelo plácido, porque los pasajeros no están para levantamientos, se entró en el espacio aéreo cubano, y comenzó la aproximación al aeropuerto José Martí, mientras por radio se oían las distintas comunicaciones que increíblemente se pasaron a la cabina de pasajeros “¿Cuántas maletas de Dalcy hay que recoger, para quienes son unas y para quienes son otras, como las distinguiremos, estará mi embajador presente?, las respuestas debían de ser del agrado de los pilotos, pero nadie entendía nada, porque Ábalos no estaba entre el pasaje. La azafata comenzó su información rutinaria, “Señores pasajeros en breves momentos tomaremos tierra en el aeropuerto de … La Habana…”Mientras tanto, el comandante de la aeronave había comenzado el descenso pero estuvo indeciso para la toma de tierra, entre una pista con viento cruzado porque decía que a él eso era lo que le ponía o con viento en cola, que todavía le ponía más, que fue la que eligió, en contra de lo aerodinámicamente establecido, ya que según su teoría, susurrada al oído del segundo, era que con el viento en cola, el aterrizaje era más corto, porque el aire es de la tierra, según le había sugerido el ministro del interior, recién salido del armario, pues efectivamente , todo lo que venga desde la retaguardia, se comprende mejor y es más placentero, no solamente el viento, aunque la aerodinámica en este caso lo desmintiera.

El aterrizaje fue catastrófico, la pista era corta, las ruedas reventaron, los frenos echaban humo, los flaps y todo tipo de sustentadores se fueron al garete, y la pista se quedó atrás. Finalmente pudieron parar la máquina volante unos cientos de metros después del final de la pista, y entonces un pasajero, un tal Casado, y que hasta entonces había permanecido en silencio, gritó al comandante, “Cumbre, comandante, has estado cumbre”.

Los pasajeros todos ello entregaron la encuesta con el resultado esperado, ya que para mayor gloria del sociólogo del tafanario, todos habían clasificado el vuelo de Excelso, aunque después de que se les entregara el pasaporte decían que en su vida volverían a volar con esta compañía.

Mientras los cubanos, cálidos ellos, pasearon en hombros al del moño, cantando como siempre, ”Libertad o muerte, venceremos”.

*José Manuel Adán, Economista e Inspector de Finanzas del Estado

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