Se avecinan las elecciones. Y esta vez con mayor carga de presión que en otras ocasiones. Los partidos entran a matar y hay quienes llevan con la campaña a cuestas desde el año pasado.
Como viene siendo habitual empieza a conocerse la celebración de reuniones, los intentos de acercamientos entre partidos ‘satélites’, la búsqueda de alianzas con tal de rascar votos que hagan pupa al viejo bipartidismo. A nadie extraña ya esos acercamientos. Es la resurrección de los viejos intentos por crear coaliciones que al final no llegan a nada. Cuesta creer que a estas alturas de la historia todavía haya quienes desprecien tanto al votante. Sí, es cierto, hay quienes siguen votando con la barriga; hay quienes cambian de chaqueta según las promesas que se les haga; hay quienes no entienden la política más que como una forma de alcanzar un puesto sea como sea. Pero también existe lo contrario, cada vez hay más personas a las que no se les engaña con una merienda gratis para llenar comparecencias y lucir en las fotos de los medios. Cada vez hay más personas que huyen de esos pactos encubiertos, que huyen de esos mensajes que solo se basan en consignas atrasadas y equivocadas. Los votantes piensan, aunque los políticos no asuman aún esto. Los votantes no se dejan engatusar tan fácil, ni creen en apaños de precampaña para repartirse el pastel entre gentes que no pueden ni verse y que atesoran una delicada historia de desencuentros, rupturas y demás. En el fondo, quienes estamos al otro lado de la barrera nos divertimos con el culebrón, por capítulos, que se avecina. Será interesante la lucha por controlar barriadas, los acercamientos con tal de frenar la ocupación del mercado y el mensaje del miedo que ya se hace evidente con declaraciones tan equivocadas y ridículas como las que hoy hace el diputado por Ceuta, Francisco Márquez. Si a estas alturas piensa que diciendo que “Podemos no tiene clara su postura sobre Ceuta y Melilla” va a provocar un rechazo a la formación que más terreno está cogiendo al recoger el desencanto de la gente con el bipartidismo... es más torpe de lo que pensaba. Sí, lo sé, nos vamos a divertir. Es el momento en el que caben todos en el escenario. Hasta los inútiles salvapatrias. Todos.