El 31 de octubre de 2007 ha pasado a la historia como la fecha en que una llamada llevaría a la ciudad a vivir uno de los momentos más esperados por los ceutíes. Porque ese día el presidente Vivas descolgaba el teléfono para recibir el anuncio de la Casa Real de que Sus Majestades los Reyes visitarían Ceuta cinco días más tarde.
Juan Antonio Osuna, jefe de Protocolo de la Ciudad, se encontraba trabajando cuando le informaron del acontecimiento:
“Me avisaron a las ocho de la tarde. Aún no había trascendido la noticia y de inmediato nos pusimos a trabajar porque teníamos en contra que el día siguiente era fiesta y había un fin de semana por delante para tenerlo todo listo”.
La llamada de la Casa Real marcaba el inicio de cuatro días de intenso trabajo. Y no era para menos, hacía 80 años que no se producía la visita de un rey a nuestra ciudad. Comenzaba una carrera a contrarreloj y era necesario poner en marcha todos los recursos disponibles para que el evento fuera perfecto.
El Departamento de Protocolo de la Casa Real se trasladó a la ciudad 24 horas después del aviso. Era el día 1 y los medios de comunicación publicaban en primera plana el tan esperado acontecimiento desde hacía décadas.
El regocijo de la ciudadanía se sumaba a los entresijos de los preparativos internos. En muchos de ellos fue fundamental la ayuda de varias entidades. Como la de la Federación de Fútbol de Ceuta, cuyo presidente, Emilio Cózar, se comprometió a trasladar las miles de pequeñas banderas que los ceutíes ondearían el día de la visita real.
“Pagaron a un taxista para que fuera hasta Valencia a recoger las banderas que había en la Federación Nacional de Fútbol”.
Superado este escollo, voluntarios de la Federación Provincial de Asociaciones de Vecinos se puso manos a la obra para montar las insignias en pequeños mástiles:
“Lo más complicado fue tener todo en Ceuta porque las vallas de separación de las calles venían de fuera, hubo levante y el barco se tuvo que volver. Aunque el Departamento de Protocolo llevaba seis años trabajando y teníamos rodaje en ese tema, eso fue un escollo”.
Osuna lo recuerda como “días muy agotadores pero muy apasionantes”, donde se “trabajó mucho y se descansó poco”, pero con la satisfacción de que “valió la pena porque el pueblo reaccionó mayoritariamente y salió a recibir a sus Reyes”.
Todo tenía que estar perfecto y en esa premisa, el Salón del Trono fue otra de las actuaciones marcadas. A sólo 48 horas de la visita real, el suelo de la estancia tuvo que ser rehabilitado.
“Algunas losas se movían y tuvimos que levantar gran parte del Salón, sabiendo que teníamos muy poco tiempo. Fue arriesgado pero teníamos que hacerlo. Estuvimos mañana, tarde y noche aquí pero se consiguió para que los Reyes tuvieran un recibimiento digno”.
Para atender la demanda mediática que generó esta visita, fue necesario habilitar una tarima de grandes dimensiones en tres niveles que diera capacidad al gran número de medios de comunicación, tanto locales como nacionales, que cubrieron todos los detalles de la noticia.
Con un bagaje en visitas institucionales, la diferencia protocolaria con la llegada de Sus Majestades la marcaba la seguridad.
“Es muy diferente porque la ciudad se blinda. Si viene un ministro las puertas del Palacio Autonómico no se cierran, pero ese día sí se hizo”.
La visita se convirtió en un “hecho histórico del que éramos actores de ese momento tan relevante”. Durante varias horas, los ceutíes vivieron unos instantes que han quedado marcados en las páginas de oro de la vida local, cuando todo un pueblo se volcó con un encuentro esperado durante ocho décadas.
Alude el jefe de Protocolo de la Ciudad, Juan Antonio Osuna, a la sencillez que tanto caracteriza al monarca emérito y que se evidenció durante la visita cuando Juan Carlos I rompió en alguna que otra ocasión el protocolo. “Fue muestra, una vez más, de la cercanía del Rey”. Varias de ellas las vivió en primera persona el presidente de la Ciudad que, ateniéndose a las rigurosas reglas protocolarias que marca la Casa Real, se quedó perplejo en esos momentos. “Hoy día lo recordamos como unas anécdotas muy curiosas”.
Todos los que tuvieron la oportunidad de conocerlos han coincidido en que Sus Majestades son personas “llanas y cercanas”. Durante la visita se produjeron numerosos momentos que así lo demostraron. Uno de ellos tuvo lugar en el Helipuerto cuandos los monarcas se disponían a tomar el vuelo finalizando así su estancia en la ciudad. “Fue una sorpresa para nosotros porque, después de despedirse de las autoridades, la Reina se acercó al personal de Protocolo y nos agradeció todo. Seguidamente lo hizo el Rey y allí mismo nos hicimos una foto. El trato fue muy cercano y en todo momento se interesaron por las personas que tenían a su alrededor”, rememora Osuna.
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