Epicureísmo. La filosofía del Jardín
Diógenes, Epicuro y Lucrecio
Edición de Gonzalo Torné
Madrid, Hermida Editores, 2024
El epicureísmo, una de las doctrinas filosóficas griegas más comentadas y deformadas a lo largo de la historia, posee, a mi juicio, una notable capacidad para interpretar y para valorar algunas actitudes y conductas de nuestra sociedad actual que vive en un permanente estado de incertidumbres. Ignoro si el fundamento de estas similitudes reside en el cansancio que nos producen las interminables peleas dialécticas políticas transmitidas en los medios de comunicación escritos y audiovisuales, pero me atrevo a pensar que sigue aumentando la curiosidad y el interés por leer o escuchar a quienes, como Epicuro, renunciando al ansia de poder y a los excesos de los vicios, nos escriben o nos hablan sobre las maneras de alcanzar la serenidad y el bienestar personal, y nos invitan a que, por ejemplo, cultivemos la sana amistad.
Salvando las distancias culturales, económicas, sociales y políticas que nos separan de aquella democracia ateniense del siglo IV antes Cristo, podemos reconocer que los pensamientos de este filósofo todavía nos sirven para plantear algunos de nuestros problemas y para orientarnos en sus posibles soluciones personales. En cualquier caso, al menos, deberíamos aceptar que a todos, no sólo a los pensadores profesionales, sino también a los ciudadanos que nos dedicamos a otros menesteres, nos vendría bien leer con atención las palabras de Epicuro sobre el placer y el dolor, con el fin de mejorar nuestras maneras de pensar, de “abrir los ojos de la mente” y de sentir la vida para evitar caminar a ciegas por los vericuetos de nuestro mundo de hoy.
En mi opinión, la lectura atenta de esta edición del Epicureísmo. La filosofía del Jardín orientará a quienes hoy, también alejados de las inquietudes políticas, buscan la paz mental y las virtudes de una vida simple mediante la gestión de los deseos. Por eso propongo que, en vez de acudir a los resúmenes de los manuales de filosofía, lean directamente esta obra que, además de clara y sencilla, es interesante porque nos responde a unas cuestiones que la mayoría de nosotros nos planteamos.
Oportuno, claro y orientador es, el prólogo de Gonzalo Torner, quien, autor también de la excelente traducción, nos explica con profundidad y con sencillez cómo estas reflexiones de Epicuro nos pueden orientar para que encontremos y apliquemos remedios saludables a algunas de nuestras inquietudes. Sus diagnósticos y sus tratamientos nos pueden ayudar a quienes dudamos a la hora de decidirnos a elegir el camino del bienestar y a estimularnos para que caminemos –pensemos- despacio, tras examinar las orientaciones de este maestro. Opino que ésta puede ser una de las razones que explican por qué el interés por el epicureísmo está resucitando en nuestra sociedad actual.
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