Lo que propone Juan Vivas es un plan para darle la vuelta a las debilidades de la economía de Ceuta, que suspira cada vez que el gobierno de Marruecos se acuerda de que debe seguir con su causa de ciudad ocupada y aplica esas típicas recetas hostiles que justifica con peregrinos argumentos acerca del supuesto daño que el comercio ceutí le produce. Nunca se sabe exactamente la causa de estos arreones, aunque algunos apuntan a que siempre hace cosas similares cuando España está débil e incluso hay quien apunta a que es por el pacto del PP con Vox. El director de Aduanas del gobierno marroquí ha intentado explicar las causas, pero tampoco ha convencido a nadie.
Ceuta y Melilla se quedaron fuera del espacio Shengen para permitir la casi libre circulación de personas y mercancías entre ambas ciudades y sus provincias marroquís limítrofes. Este comercio se consideró tradicional y beneficioso para ambas partes, pero su tal vez excesivo dimensionamiento ha provocado alguna alerta en las autoridades de Marruecos, que ven mal o eso dicen, tanta dependencia de Ceuta y de Melilla para desarrollar su norte y apuestan, según reiteran, por un desarrollo propio, condenando el comercio transfronterizo como contrabando indeseable. De consolidarse esta política, la excepción a Shengen sólo tendrá como resultado el uso y abuso de los servicios públicos de Ceuta y Melilla por ciudadanos marroquíes, así como la clara probabilidad del aumento de asentamientos ilegales en ambas ciudades. Este hecho, así como la devolución de la oración por pasiva, es decir, con el mismo argumento, es probablemente lo que ha llevado al Presidente Vivas a trazar un plan para que el desarrollo de Ceuta no dependa tanto de los intercambios con Marruecos. Justo la misma tesis que se defiende desde el otro lado. Y del mismo modo, con la misma fina educación, afirma que la buena vecindad es deseable.
El plan esbozado por Vivas está trazado con líneas gruesas y algunos de sus rasgos ya han despertado recelos entre las organizaciones empresariales, pero siendo discutible, parece un buen comienzo, porque nace abierto y se somete a un amplio consenso. De hecho, siempre arriesga quien propone frente a quien se posiciona conservador ante cualquier cambio. Lo cierto es que Vivas no ha dado la callada por respuesta cuando las circunstancias se han tornado adversas y ha planteado esencialmente un desafío que podríamos encarar empezando por formular algunas preguntas:
- ¿Ceuta debe seguir fuera del espacio Shengen o del espacio común aduanero comunitario?
- ¿Sigue mereciendo la pena?
- ¿No ha sido Rabat quien ha condenado el comercio transfronterizo, supuesto motivo de la excepción a Shengen?
- ¿Reducir la dependencia de Marruecos en relación con el crecimiento de la riqueza y del empleo en Ceuta, es bueno, arriesgado o tal vez una quimera?
- ¿Es fiable Marruecos para Ceuta como “socio” comercial?
- ¿El Gobierno de España reaccionará como Ceuta se merece?
Muchas preguntas y muchas respuestas por construir.
Creo sinceramente que el Presidente Vivas ha dado la cara en defensa de los intereses de Ceuta, porque ya está bien de esa posición ambigua y claramente inamistosa, mostrada cada vez con mayor intensidad por el Gobierno de Marruecos. Lo ideal, lo normal, sería que Marruecos aceptara la integridad territorial de España, país al que llama amigo, pero al quiere amputar. También sería normal que España, manteniendo ese fuerte lazo de amistad con Marruecos, dejase claro y cristalino que con nuestra tierra no se juega, porque a un amigo se le quiere y se le ayuda, pero no se le consiente un ataque a la propia familia. Si lo ideal fuese lo cotidiano nadie estaría hablando de estas cosas, pero ni el gobierno marroquí ni el español, que al parecer hablan, están dando las claves que los ceutíes esperan. Por ello es lógica y plausible la iniciativa de Vivas. Pero este asunto es cosa de todos, es verdad. Más que nunca Ceuta necesita un nuevo y gran Pacto Social y el presidente de Ceuta debe liderarlo oyendo a todos y alcanzando amplios consensos.