No sé si sabrán que el pueblo anda mosqueado y no digo algunos, sino todos, por pagas no recibidas, por sueldos recortados… mosqueados los bomberos, los maestros, los sanitarios…Ya les digo todos, pero esto se traduce no solo en protestar y andar a la gresca con el gobierno que toque- estatal, autonómico o local- sino también con los mortales que está senda trotamos con ellos, con nosotros mismos, porque andamos todos hasta las narices de recortables de Caperucita, de dedos que apuntan a nosotros para pagar o sufrir y de que nos resquebrajen el futuro, a corte de pelo de camello.
Lo último que me ha llegado es que en algunos colegios no van a dar fiesta de fin de curso, porque ya que no le pagan las horas a los maestros y éstos se niegan a estar en ellas. Se ha armado la de Cristo, ya ven qué tontería porque si se ponen a pensar , qué mas da, pero miren ahí que la cosa tiene su parche , porque los Ampas se nutren de esa fiesta para sus mayores ingresos, porque ponen barra de refrescos y bocadillería varia y los padres van y vienen a cada rato, excusándose de escuchar a sus hijos y los de otros hacer piruetas sobre un estrado y la bolsa se va llenando, para después sufragar gastos del año siguiente, en forma de ayudas a excursiones, salidas o inversiones varias, siempre en el ámbito escolar. Si no hay fiesta, los beneficios se disipan, sobre todo teniendo en cuenta que la voluntad de dar es poca y menos con los tiempos que corren. Hay ampas que llevan muy a rajatabla eso de que el que paga disfruta de beneficios, como cualquier club privado y que los que no, pues que se busquen las matas, pero hay algunos que comparten y reparten por igual, con lo cual, metáforas de la vida, aún se aporta menos. El hecho es que andamos descolocados, sin saber a dónde mirar como gallina con cabeza cortada, con cumpleaños en los que la empleada de la hamburguesería dedicada al evento bosteza ostensiblemente a cada rato y le pinta a los niños las caras como si le debiésemos dinero, se equivoca con los pedidos más de tres o cuatro veces y si le pides un vaso de agua , porque estás seco, te mira con tanta cara de pocos amigos que vas con tu euro y te pagas un refresco. Si creen que les voy a decir que a vacas flacas más trabajo o más sufrimiento se han equivocado de columnista, a mi la vida me parece placentera y edonista, hecha para gozar con ella, no para jorobártela tú mismo, pero creo que estamos perdiendo el norte, no ya de tener un trabajo y valorarlo, que no es por tiempos de crisis, sino por propio egoísmo, sino de saber vivir con los demás. Porque, qué sacan los niños de que no haya fiesta de fin de curso, seguramente nada, pero con los enfados de los padres, podrían llegar a pensar que los educadores solo miran el euro, que está muy bien y es muy licito, ya les digo yo que lo aplaudo, pero que no contribuye mucho a hacer eso que algunos llaman una mejor educación y en valores, porque solo les estaríamos dando a valorar lo monetario. Supongo que buscarán fórmulas en los meses que quedan para ponerse de acuerdo, eso espero, no por ellos, padres y maestros, sino por los otros, los que si no decoran las madres las aulas, están sin ellas decoradas, porque los maestros han dicho que tampoco es trabajo suyo, cuando en mi casa, educación avanzada y compartida, se hace entre todo, desde el más mayor hasta el más chico y se comparte , no por tradición , ni por creencias, sino por estrechar lazos y sentirnos, juntos y en familia, disfrutando de nuestra mutua compañía. Qué mejor que en un colegio, en una clase, para compartir cosas, mejores o al menos iguales que las educativas, siempre en horario de clase, siempre sin que se renuncie a un euro, porque para eso están las actividades, que se puede llamar inglés y hacerlo hablando en inglés o lengua, contando un cuento. En fin, que si se quiere, la mayoría de las veces, con el permiso y la comprensión de muchos, se puede y desde luego se recoge más entre nuestros afines dando abrazos que no patadas, que esas están para los que nos joroban que sabemos quiénes son y dónde dan los discursos, para que podamos abuchearlos, pero nunca agriarnos la vida.