Es un auténtico problema al que nadie le pone solución. Es la simulación de esa pescadilla que se muerde la cola, que está marcada por el riesgo y los peligros potenciales sin que quienes tienen responsabilidad actúen con la celeridad debida. Ceuta se está convirtiendo en un particular cementerio de vehículos intervenidos por estar implicados en la comisión de delitos que no son retirados a pesar de las denuncias continuadas.
Los escenarios son diversos. Sucede, por ejemplo, en el puerto deportivo. El Servicio Marítimo ya no tiene espacio para sus embarcaciones, ni siquiera puede maniobrar con la seguridad requerida. Las semirrígidas intervenidas por tráfico de drogas o inmigración se van acumulando. Algunas incluso han quedado semihundidas. Es la imagen que se da a todo el que llega a un puerto que quiere proyectar turismo. Constituyen además un riesgo porque ya se han producido incendios de embarcaciones o robos. No es el mejor lugar para que la Benemérita disponga de su base y a pesar de las reiteradas quejas los responsables nada hacen por cambiar. Incluso la Asociación Náuticos de Ceuta lo ha denunciado a través de este medio sin obtener atención alguna a su protesta.
A unos metros del deportivo está el muelle. La zona restringida en la que hace poco más de una semana se produjo un incendio que calcinó hasta 16 coches y un remolque. Hoy siguen ahí. Nadie los ha retirado ni siquiera se ha ordenado la limpieza de la zona. Es la imagen que ven los turistas nada más desembarcar del ferry. En Benzú, a pie de perímetro, cada vez hay más coches apilados. Allí también se han producido incendios, su cercanía a la playa constituye además todo un atentado medioambiental.
¿Quién le pone el cascabel al gato en este asunto en el que nadie parece querer adoptar medidas? Buena parte de esos vehículos son del juzgado y es la Gerencia de Justicia la que debe hacerse cargo de los mismos y ordenar su retirada ejecutada por los depositarios que carecen de grúas. Se han cursado escritos dando las quejas por esta situación: no han tenido su efecto.
Hay otros cuya destrucción debe ser ordenada por la Delegación del Gobierno, son los vinculados con asuntos de inmigración que no hayan pasado por el juzgado. Al parecer no hay partida presupuestaria para ejecutar esta acción. Nada se hace al respecto. Coches, pateras y embarcaciones se acumulan formando auténticos cementerios de vehículos: amasijos de riesgo y germen de atentados medioambientales. A la vista de todos. Sin reacción y sin consideración o como algunos dicen: el cuento de nunca acabar.
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