Opinión

Los prisioneros de las bandas rebeldes

Lo que derivaría en la Guerra de Ifni-Sáhara, era producto de la campaña orquestada, auspiciada y dirigida del partido Istiqlal, en contra de los intereses de España, tal y como está demostrado el 25 de octubre de 1957, cuando en un poblado del interior de Ifni, aparecieron varios pasquines con este texto: “¡Hermanos! ¡Viva Marruecos!, libre e independiente, ¡Vivan las pistolas!, ¡Viva el terrorismo!, ¡los traidores han de morir a tiros!”

Pobres hombres, coacciondos y engañados

El jefe de las Bandas Rebeldes del Ejército de Liberación Marroquí, Ben Hamu, antiguo sargento del ejército francés, y sus lugartenientes reclutaban por los poblados de Marruecos a gente semianalfabeta y de condición muy humilde, unas veces engañados y otras con amenazas. El fallecido periodista y gran conocedor de Marruecos, Ramiro Santamaria Quesada, el cual fue corresponsal de guerra en la Campaña de Ifni-Sáhara, así narra lo que vio en un interrogatorio: “Hamed Ben Abdellah dice ser de Casablanca, en cuyo poder las tropas españolas le cogieron un fusil y 300 cartuchos de fabricación española. Otro prisionero, Lhasen Ben Mhand, dice fue soldado del ejército francés, y que luchó en Indochina. Otro Aomar Ben Hosein, ‘Gomu’ del ejército francés, era componente de las fuerzas armadas reales de Marruecos”.

En otro interrogatorio en el Grupo de policía de Ifni, Ahmed Ben Lahsen Ben Hosain dice que es labrador y que jamás militó en política, y que atacó Ifni cumpliendo órdenes del ‘Mokaif’, y que le llevaron a la fuerza al ejército de liberación, junto con otros 40 marroquíes al mando del sargento Aluch, y en dicho día les ordenaron atacar los polvorines del grupo de tiradores, incorporándose a estas bandas por temor a represalias.

Otro de los miembros de estas bandas, capturado por las tropas españolas en los primeros días del ataque, dice lo siguiente: “soy de Mahaford, me llamo Ben es Ben Said y soy padre de cuatro hijos, y me cogieron las bandas rebeldes en el poblado lc el Hach Tudya Ait Braian, y me obligaron a ir con dichas bandas y atacar los puestos españoles”.

Sigue en el mismo interrogatorio y recuerda que: “el 22 de noviembre de 1957, dos miembros del Ejército de Liberación vinieron a mi casa, y como no hice caso a sus peticiones de que me incorporara a dichas bandas, volvieron más tarde con el alguacil, y a la fuerza me condujeron a Tafraut”.

Este mismo también dice en dicho interrogatorio lo siguiente: “recuerdo que el jefe de este grupo de rebeldes marroquíes era un tal Bachir Ben Hossaihn, y llevado a la fuerza con este y otros miembros fuimos los que atacamos Sidi Ifni, hasta que fui hecho prisionero”.


Un día antes del 23 de noviembre de 1957 había llegado noticias al Gobierno General de Ifni de que, en la frontera de Tafraut, el ejército de Liberación Marroquí estaba repartiendo armamento a campesinos, y que se calculaba que el número de atacantes era de unos 5.000 hombres, y así se demostró que la mayor parte de los atacantes eran marroquíes.

En los interrogatorios por el entonces comandante Francisco Mena Díaz, no podían ocultar o tratar de engañarle, puesto que el comandante dominaba el árabe a la perfección, ya que había estado destinado varios años en el Protectorado Español de Marruecos con varios cargos de interventor en varias cabilas.

Cabe destacar que uno de los patrocinadores en materia económica a las bandas rebeldes era el acaudalado Ali Bu Aida, súbdito español por una parte y marroquí por otra, que llegaría a ser gobernador de Tarfaya (antiguo Cabo Juby) premio por lealtad a Marruecos y traición a España.

Del penal de Puerto de Santa María a Tenerife

Hace unos años, en un diario nacional, en un extenso reportaje, unos individuos que decían ser saharauis y otros de Marruecos, solicitaban a través de una abogada española que les incluyesen como represaliados por el anterior régimen en el campo de concentración de Fuerteventura en la Campaña de Ifni-Sáhara, por haber sido torturados y maltratados en el tiempo que estuvieron detenidos. No estoy en contra de lo que pidan, que ellos creen que les pertenece, pero si estoy en total desacuerdo, cuando se amparan en la mentira y falsedades, demostradas en los documentos del presente artículo.

En el campo de concentración de Fuerteventura, prisión de Las Palmas de Gran Canaria y la de Santa Cruz de Tenerife, fueron tratados con todas las garantías, y la gran mentira es que afirman que les obligaron a trabajos forzados. Allí recibían la misma comida que un soldado, y podían pasear por dicho campo y tenían habilitadas para su estancia tiendas cónicas.

Según escrito del delegado gubernativo del África Occidental Española, el entonces comandante Francisco Mena Díaz, de los 28 detenidos de las Bandas Rebeldes del Ejército de Liberación Marroquí, todos eran miembros de dichas bandas o colaboradores del partido Istiqlal, el partido marroquí que alentaba, protegía, encubría y financiaba a los grupos que atacaban los territorios del África Occidental Española. Grupos que, con anterioridad asesinaron al cabo 1° de policía de Ifni, jefe del puesto de ‘UGU’, Ángel Jiménez, y que posteriormente también asesinaron a traición a un alférez nativo y a un capitán de Tiradores de Ifni, ambos musulmanes.

En febrero de 1958, una nota informativa del Gobierno General de África Occidental Española, nº 78 de carácter secreto, dirigida al teniente coronel-jefe del Estado Mayor así dice: “como continuación a la nota de información nº 77, se ha tenido conocimiento de que el grupo de musulmanes detenidos, lo fueron en Barcelona, y según manifestaciones que hizo la Guardia Civil que los conducía, tal motivo fue por contrabando de armas. Procedían del penal del Puerto de Santa María y siguen viaje a Santa Cruz de Tenerife”.

Según la relación de otro grupo de detenidos que llegaron a Las Palmas de Gran Canaria, de un total de 28, encabezaban dicha relación Mohamed Lhasen Ahmed pasaporte nº 4593, y finaliza la misma Mehaud Hamed Abdel Lha pasaporte nº 4938.

Contrariamente Marruecos sí que trató de forma inhumana y contraria a los derechos de la convención de Ginebra a 32 militares españoles y ocho civiles, entre ellos, tres mujeres y dos niños, que sufrieron un cautiverio doloroso, sin ninguna atención médica, como lo avala que la esposa del cabo 1° de la guardia civil, María Luisa Díaz Alcoba, por no atender su estado de embarazo, tuvo un aborto. Testimonio de estos prisioneros españoles es que nunca los visitó un médico, a pesar de que había heridos; lo más les visitó un sanitario musulmán que había trabajado en el hospital de Sidi Ifni.

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