La prisión de Mendizábal, en Ceuta, va recuperando la normalidad adaptándose a unos tiempos de pandemia en los que se van aparcando las restricciones más duras, con el saldo positivo de ser una de las pocas cárceles de todo el país en donde no ha habido brotes, dado el celo adoptado en las medidas aplicadas. La situación actual ha propiciado la recuperación de los vis a vis, que ya se están manteniendo desde este mismo mes. Se fija, no obstante, una limitación de aforo.
Así, por ejemplo, en los vis a vis familiares solo se permite el acceso de dos personas como máximo, cuando en condiciones normales eran 4. Tienen que pertenecer al mismo núcleo de convivencia, al objeto de garantizar que no hay riesgos sanitarios en este tipo de entradas en donde el contacto es mayor. En las comunicaciones que no son de carácter familiar sino íntimo, entra solo la pareja.
La prisión adopta medidas menos restrictivas pero sin olvidar que sigue habiendo un constante goteo de casos y que la pandemia permanece, por lo que se establece a modo de prevención que los internos guarden una cuarentena de cinco días tras haber mantenido la comunicación, siguiendo los controles sanitarios que marca la propia cárcel para evitar que haya riesgos.
Al igual que la recuperación de los vis a vis, también han vuelto las salidas de permiso, que habían sido canceladas en el periodo más complicado de esta pandemia, cuando los casos se dispararon sobre todo con el efecto de la variante ómicron, mucho más contagiosa.
En esas salidas de permiso se adoptan los mismos controles a su regreso al centro.
En el caso de las cuarentenas, tanto de los no vacunados con pauta completa como de los vacunados pero todavía no inmunizados, se ha ido reduciendo de 14 a 10 días y, después, de 10 a 7, que es la norma ya aplicada desde esta misma semana.
La cárcel busca regresar a una cierta normalidad pero sin bajar la guardia. Por eso también se ha recuperado el programa de actividades como la escuela, salud mental, seguridad vial, deportes, asistencia religiosa o talleres que ayudan a la formación del preso y a su reinserción gradual. Siempre se tiene en cuenta el aforo y la vacunación a la hora de aplicarlos.
En los tiempos más duros de la pandemia, la cárcel de Mendizábal se tuvo que blindar para evitar la entrada del virus y, sobre todo, que hubiera contagios masivos entre la población penitenciaria.
Fueron momentos complicados en los que se tuvo que combinar el cuidado de los presos así como de los propios funcionarios con el cumplimiento de las penas por las que habían sido ingresados.
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