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La prisión de Ceuta, en el punto de mira de los narcodrones

Alrededor de 20 vuelos de drones, cargados de hachís o teléfonos móviles, han afectado en el último año a la prisión de Mendizábal, en Ceuta. Aparatos manejados desde las inmediaciones de la cárcel que podrían tener como objetivo hacer entregas a presos pero que, en todos los casos, fueron abortadas gracias a la pericia de los propios funcionarios o a la intervención de la fuerzas de seguridad. En la misma tarde de ayer se detectó la intrusión en el perímetro de la cárcel de uno de estos elevadores que llevaba como carga un teléfono móvil con tarjeta, unos 100 gramos de hachís y puntas de destornillador de distinto calibre. Los funcionarios de servicio escucharon el ruido, comprobaron la existencia del elevador en terrenos de la propia prisión y la Guardia Civil actuó. ¿Resultado?: el receptor de esa carga no consigue su objetivo gracias a esa coordinación.
Los investigadores del Instituto Armado ya han dejado constancia en sus informes internos, derivados de las operaciones ejecutadas contra los narcodrones, de varios intentos por colar sustancias estupefacientes y celulares destinados a internos. La estadística de los narcodrones correspondiente a vuelos que han afectado el espacio del centro penitenciario así lo demuestra. Son drones que cayeron dentro de la propia prisión, aunque los investigadores no tienen claro que todos ellos tuvieran como destino atender peticiones de presos. Lo que sí es seguro que ninguno pudo cumplir el objetivo previsto ya que la carga no llegó a su destino. Como el de ayer tarde que tenía un claro beneficiario entre rejas.
La operación Rond-Hornet, llevada a cabo por la Guardia Civil y la Policía Nacional, fue la primera desarrollada en toda España contra un negocio delictivo ideado tras el cierre de fronteras, en marzo de 2020, debido a la pandemia. Fue entonces cuando se descubrió que el funcionamiento de la red no tenía solo como objetivo trasladar pastillas o cocaína a Marruecos y traer a cambio hachís, sino también intentar la conexión con presos como si de una particular ‘teletienda’ se tratara, haciendo entregas de droga y móviles a requerimiento. Ninguno pudo conseguir el objetivo, sobre todo por la celeridad de reacción que tuvo la cárcel de Ceuta, que adoptó medidas de control para luchar contra otra forma de violar la seguridad del centro.
De hecho no hay otra prisión en toda España que se enfrente a esa constante presión tan repetida en el tiempo como la de nuestra ciudad. Y es que, la ubicación de Mendizábal al lado del perímetro fronterizo y el auge de este negocio delictivo la han situado en el punto de mira.

La cárcel de Ceuta se ha tenido que blindar ante estos intentos de burla de la seguridad

La cárcel tuvo que mejorar, desde diciembre de 2020 cuando se detectó el primer vuelo posiblemente con destino a los internos, sus medidas de control tanto en el exterior -donde está la Guardia Civil- como en el interior, con mayor vigilancia en las franjas horarias en las que se sospecha que puede haber mayor número de vuelos con destino a los internos.
Se reorientaron varias cámaras del Circuito Cerrado de Televisión de la cárcel y se reforzaron los controles tanto fuera como dentro entre los presos que podían ser sospechosos de tener relación con las entregas de narcodrones y facilitar la entrada de esos envíos en la cárcel, llegando a realizarse inspecciones de celdas o incluso cambios de internos, todo bajo conocimiento de las fuerzas de seguridad.
El manejo de estos elevadores es preciso, pudiendo depositar la mercancía en una zona concreta donde sea recogida por presos, incluso en las ventanas de las celdas. La alerta sobre esta posibilidad saltó en esa primera operación y se confirmó con la ejecutada a finales de 2021, la Etxea, cuyos detenidos están ya en libertad con cargos a la espera de juicio por montar una organización destinada al tráfico de sustancias mediante empleo de narcodrones.
A principios de este año, la Guardia Civil recuperó un dron con una carga de 600 gramos de hachís y teléfonos móviles que cayó dentro del propio centro penitenciario y que se sospecha que tenía como destino un preso. Fue el primero detectado en 2022.
Pero el negocio sobrepasa Ceuta, esta misma semana la Guardia Civil de Málaga abrió una investigación tras detectar dos drones sobrevolando la prisión de Alhaurín de la Torre que, se sospecha pretendían, al igual que en Ceuta, introducir drogas y teléfonos con destino a determinados presos de la penitenciaría.

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