La barriada más televisiva de Ceuta reniega de su fama y lucha por mejorar respirando aliviada por la tranquilidad en sus calles desde hace meses, pero angustiada por las cifras más altas de desempleo
Buenos Aires. Ese fue el primer nombre de un barrio que hoy todos sitúan en el mapa, pero que antes tan sólo un centenar de militares que sirvieron en la Guerra Civil, decidieron poblar a las afueras del centro urbano de Ceuta y sobre el mar.
El Príncipe ha cambiado mucho y de ello da fe Paco, nonagenario ya y que vivió la transformación de cada calle y cada casa mientras ejerció su trabajo como cartero durante décadas. “Hace medio siglo el 80% de lapoblación era cristiana y hoy apenas llega al 1%”, explica.
El estilo árabe mezclado con infraestructuras europeas marca la dualidad de un caos urbanístico en el que las callejuelas y los colores de las fachadas imprimen personalidad al barrio más famoso de Ceuta. El Príncipe sigue adelante pese a haber tenido años de penumbra donde el narcotráfico, el yihadismo y los asesinatos trastocaron una tranquilidad que siempre formó parte del barrio.
“Hemos tenido años oscuros y aquí no se podía ni pasear pero hace unos 8 meses las cosas están más tranquilas”, explica el presidente vecinal, Abdelkamil Mohamed que lleva ocho años poniendo cara a unos vecinos cansados de promesas sin realizar y que achacan a los políticos una pasividad que les ha condenado a lo que caracterizan como abandono de las administraciones. Aún así, no cejan en su empeño de demandar servicios básicos y de mejorar la barriada.
Los más jóvenes. Preocupados por su futuro ... y por su presente
Los jóvenes parece que tienen las de perder en Príncipe Alfonso. Arremolinados en diferentes lugares del barrio que les vio nacer y crecer, lamentan la falta de oportunidades que les hace llegar a desesperarse. Ismael reconoce que abandonó los estudios en una época en que las malas compañías estaban a su lado.
Aún así, muchos estudian y se encuentran en la misma situación que él. Sin trabajo. Van pasando los años y comienzas a desesperar. Los jóvenes del Príncipe reconocen que algunos ven como única salida el trapicheo para conseguir algo de dinero pero es no es vida.
“Yo quiero trabajar de lo que sea, recogiendo caca, lo que sea con tal de ganar mi dinero”, explica Ismael lamentando que la mayoría de los jóvenes estén en su misma situación. Los datos lo demuestran. Un paro juvenil que alcanza el 85% no deja mucho espacio para frenar la desesperanza de la mayoría de jóvenes vecinos que ni siquiera tienen posibilidades de emprender una búsqueda de oportunidades en otro lugar.
Los veteranos
Mustafa Larbi nació hace 61 años en el centro del Príncipe. El barro de las calles fue sustituído por el adoquín y asfaltado y las barracas, cañaverales y chumberas por casas construidas por los propios habitantes de la barriada y pintadas de numerosos colores. Las puertas abiertas a cualquier hora del día también han sido sustituídas, en el caso de Larbi, por una de hierro que se cierra si descuida la vigilancia. “Mira no vamos a mentir, antes estaba la puerta abierta porque no había nada y estaba la GuardiaCivil en la calle, hoy tiene que haber una puerta de hierro porque quizá te pueden robar. Antes había chorizos y estaban colgados. Ahora están sueltos”. Los veteranos echan de menos la solidaridad que existía entre la vecindad hace años y lamentan que ahora “cada uno va a lo suyo”. Saben que hay problemas y a qué se deben, por eso animan a los jóvenes a luchar por conseguir trabajo.
Los niños piden un campo de fútbol
En cada rincón de la barriada se escuchan las risas y juegos de los niños. Un alto índice de natalidad riega de vida las callejuelas y las nuevas generaciones vienen pisando fuerte. Puestos a pedir, si se les pregunta por algo que necesitan en la barriada lo tienen claro: un campo de fútbol.
Saben que no tienen las opciones con las que cuentan otros pequeños de la ciudad. “Nosotros jugamos en la calle, el campo de fútbol está muy lejos y el parque de juegos también”, explican mientras recorren los alrededores del zoco. En su barriada, aún así, están encantados y aseguran que es la mejor de todas.
La fama no ha gustado
Fátima y Morey pusieron en primera plana de la parrilla de actualidad este barrio, poco acostumbrado a los focos y a la fama. El 4 de febrero de 2014 debutó una serie, en horario estelar, que cambió la percepción de la barriada e incluso la idiosincracia de la misma. La lucha contra el narcotráfico; su trama argumental giraría en torno a la presencia de un policía destinado en Ceuta que trata de luchar contra el tráfico de drogas en el Estrecho, y que persigue a un líder marroquí de cuya joven hermana se enamora perdidamente. El rodaje comenzó un año antes en diferentes localizaciones del
Príncipe y hoy por hoy, aunque ya ha pasado mucho tiempo desde aquel estreno y la serie ha finalizado, los vecinos lamentan que la imagen que se transmitió fue la de muchos problemas pintando a los habitantes como traficantes de droga, asesinos y yihadistas. Fue muy criticada por legitimizar opiniones islamófobas y estar en primera plana no benefició finalmente al barrio en opinión de los vecinos que, aseguran, vivían más tranquilos antes de la llegada de la fama.
“La serie hizo daño, la gente comenzó a ver con recelo las cámaras y a cualquier periodista que se acercara aquí”, reconoce el presidente vecinal lamentando finalmente las consecuencias de algo que al principio se presentaba como una oportunidad de mejora y progreso. “Hemos tenido años muy oscuros en los que no se podía ni pasear entre tiroteos, detenciones y el miedo de los propios vecinos que ni siquiera dejaban a sus hijos jugar en las calles y la televisión y la prensa han hecho mucho daño”, lamenta el presidente vecinal que se congratula de que al menos exista más tranquilidad y se haya recuperado la calma.
Quieren que el Mercado Central pase a ser gestionado por ellos ante el abandono que sufre
Los vecinos más ancianos calculan que el edificio se construyó en los años veinte. Decenas de puestos daban vida al centro de la barriada desde primera hora pero hace aproximadamente tres décadas llegó su declive.
Tras recuperarlo después de años de temor incluso a que la vetusta edificación se convirtiera en ruinas, se recuperó y rehabilitó y se dio luz verde desde el Gobierno a convertirlo en un centro de día para mayores. “Planteamos pedir que como Asociación Vecinal seamos nosotros los que gestionemos este espacio que ya está renovado y recuperado y no queremos que siga estando sin uso y que regrese al abandono. Esa no era la idea de su rehabilitación”, apunta el presidente Kamal Mohamed.
Los vecinos piden que en lo que iba a ser un centro de día para mayores donde tuvieran su propio espacio sin estar sentados en alguna silla en un rincón del barrio sino en un espacio cómodo en pleno centro, se haga algo. “La Asociación está ubicada en un local donde el techo se está ya cayendo y en muy malas condiciones”, explica Kamal planteando que ubicarse en el mercado supondría un aliciente para todos con la realización de talleres para niños y mayores y como centro de reunión vecinal.
Proyectos que se han quedado a medio hacer por falta de dinero
Los vecinos lamentan que existen infinidad de proyectos paralizados en los cajones del Ayuntamiento tan fundamentales como la renovación de servicios básicos en muchas zonas de la barriada.
Recientemente denunciaban que eran constantes los cortes de agua e incluso de luz en diferentes calles y la escasez de los servicios de limpieza. Incluso una plaga de la oruga procesionaria asusta a los niños que día tras día deben pasar a su lado con el riesgo que conlleva para acudir al colegio.
Una vecina con problemas de movilidad denuncia que apenas puede salir de casa por las condiciones del asfaltado y todas las barreras arquitectónicas que tiene que atravesar para llegar a la calle principal del barrio.
Además tiene a su cargo a una hija también con problemas de movilidad y lamenta que desde hace años se sienten prácticamente encerradas en su casa. Obimace realizó arreglos hace años pero se paralizaron unos metros antes de la puerta de su casa y solicitan una solución.
Mayor presencia policial para regular el tráfico y los aparcamientos
Ha habido sus más y sus menos con la Policía y lo reconocen, pero piden que los agentes acudan al barrio “para ayudar y no para cachear”. Están seguros que su presencia mejoraría el tráfico en la barriada que se ha convertido en insoportable, más aún desde que existen tantos problemas en la frontera. “Lo que no puede ser es que manden por aquí a los coches porque el barrio está intransitable entre los que aparcan encima de las aceras y todos los que pasan para evitar las colas de la frontera”, explican varios vecinos indignados con la situación actual.
El barrio está ahora más tranquilo tras una “época muy oscura”
Tras años de tiroteos, detenciones yihadistas y asesinatos en sus calles a plena luz del día, El Príncipe vuelve a respirar tranquilo desde hace unos meses. “Hemos vivido años muy oscuros y ahora parece que estamos mejor. Llevamos ocho meses con las cosas más tranquilas”, reconoce el presidente de la Asociación Vecinal Abdelkamil Mohamed y espera que todo continúe igual. En la barriada se han vivido episodios de mucho dolor y miedo donde incluso los padres no dejaban a sus hijos salir a las calles por temor a que terminasen siendo víctimas de un tiroteo.