Ceuta cuenta con muchas barriadas y cada una con sus peculiaridades. Eso sí, si hay un punto donde coinciden muchas de ellas: la sensación de “abandono permanente” que sienten de las administraciones, sobre todo si están ubicadas en la periferia. Ese es el sentir de las personas que viven en el campo exterior, como es el caso de los
vecinos del
Príncipe Felipe. El barrio se siente uno de los mayores perjudicados de la ciudad, siempre “olvidado” a la hora de tener que gestionar unas obras de remodelación. Por eso, Brahim Al-Lal Ahmed, vicepresidente de la barriada, ha querido denunciar públicamente la situación y pedirle al
Ejecutivo local que “cumpla con las promesas y arregle de una vez por toda los diferentes desperfectos”. “Para nada nos tienen en cuenta. Hasta Marruecos tiene mejores infraestructuras y servicios básicos que nosotros”, se lamenta el vicepresidente del movimiento vecinal. “Las carreteras están llenas de baches y eso dificulta la conducción. No entendemos por qué no se ha incluido esta barriada cuando se está asfaltando prácticamente toda la ciudad”.
La asociación de vecinos presentó un escrito ante la empresa municipal Obimace para que atiendan, no solo esta, sino otras muchas carencias que presenta la zona y que, desde hace al menos dos años, “están totalmente dejadas sin que ninguna consejería haga nada por resolver”. Así los vecinos conviven con situaciones que, a juicio de Al-Lal “son tercermundistas” en cuanto a que no disponen de un alcantarillado en condiciones. “Hay fuga de aguas fecales que nos impide vivir con un mínimo de higiene”, apunta. “Parece que estamos en el Congo”, añade el vicepresidente de la asociación de vecinos recordando que elementos tan básicos como la señalización de la parada de autobús y una marquesina que proteja a los usuarios de las inclemencias del tiempo, las bandas sonoras para impedir la circulación de vehículos a gran velocidad o las señales horizontales que garanticen la seguridad de los peatones son totalmente inexistentes en la barriada. Eso sin olvidar las continuas caídas de cascotes de los edificios, que supone un gran peligro para los habitantes de la barriada. En definitiva, un barrio que se siente “olvidado” y que solo espera que se realicen ejecuciones cuanto antes.