Opinión

La Princesa Leonor levanta el telón de su salto a la vida institucional

Cinco años después de asumir el título de Princesa de Asturias, Su Alteza Real Doña Leonor, primera en la línea de sucesión al trono español como primogénita de Su Majestad el Rey Don Felipe VI y su consorte, la Reina Doña Letizia, recientemente ha protagonizado uno de esos momentos descritos como históricos; e incluso, me atrevería a considerarlo, como una estampa contorneada de primor, en los que difícilmente puede quedar en el olvido.
Y es que, el Teatro Campoamor de Oviedo, ha sido fiel testigo de la XXXIX Edición de los Premios Príncipes de Asturias, en los que S.A.R. ha ejercido por vez primera, como Presidenta de Honor de la Fundación Princesa de Asturias. Personificando su debut institucional con su primer discurso, acompañado de un mensaje cargado de ternura y pasión, que ha quedado grabado en las mentes y esculpido en los corazones de quiénes amamos y defendemos con empeño esta Patria; Doña Leonor, ha afirmado que su condición de heredera a la Corona “le compromete con la entrega y el esfuerzo de servir a España y a todos los españoles”.
Luego, la Princesa Leonor ha comenzado a comprender e intuir la gran responsabilidad y exigencia de los deberes a los que está citada. Bien es cierto, que esta ceremonia de indudable luminosidad como es la entrega de los Premios Príncipes de Asturias, S.A.R. ha estado rodeada del calor inconfundible de su familia. Tal vez, en estos instantes tan cercanos al Pueblo Español, ha vislumbrado un amplio panorama colmado de promesas, pero a la par, de incuestionables inquietudes que paulatinamente irá descubriendo.
Una tarde memorable e imperecedera, como la vivida el pasado día 18 de octubre, como uno de los hitos más sobresalientes de su todavía breve itinerario institucional, que ya forma parte de entre otras tantas efemérides del frontispicio de la Corona de España, junto a unas circunstancias extraordinarias como las que vive España, ante el quebrantamiento de las leyes y los preceptos constitucionales, derivados del desafío independentista de Cataluña.
Históricamente, S.A.R. ha pronunciado su primera alocución en público, en el mismo lugar, el Teatro Campoamor, donde su padre lo hizo hace treinta y ocho años. Por aquel entonces, la jornada del día 3 de octubre de 1981, un Don Felipe de Borbón niño que comenzaba primero de Bachillerato Unificado Polivalente (BUP), presidió los Premios Príncipes de Asturias acompañado de SS.MM. los Reyes Don Juan Carlos I (1938-81 años) y Doña Sofía de Grecia y Dinamarca (1938-80 años) y el Presidente del Gobierno don Leopoldo Ramón Pedro Calvo-Sotelo y Bustelo (1926-2008).
Su Alteza tenía la misma edad que hoy tiene su hija Leonor, que en la actualidad es estudiante del cuarto Curso de Educación Secundaria Obligatoria (ESO), aunque con unos meses menos; el heredero al trono se dirigió a una España convulsionada, en la que aún no se entreveía el golpe separatista catalán que décadas más tarde, haría su acto de presencia.
Años verdaderamente difíciles y arduos, en los que España vivía sacudida por una profunda crisis institucional: escasamente habían transcurrido ocho años del intento fallido de Golpe de Estado (23/II/1981) y la dimisión del Presidente del Gobierno don Adolfo Suárez González (1932-2014).
Era para menos, la democracia acababa de comenzar su andadura al cruzar el pórtico de la Transición, para tomar la senda de las libertades y los derechos hasta ahora cautivos, y evidentemente, el simbolismo de la juventud de Su Alteza, inundaba de esperanza y anhelo a todo un Estado que añoraba con ansias ese primer discurso.
Aquella tarde, Don Felipe, amparado por sus padres, nos ofreció lo mejor de sí, un corazón palpitante, lozano y frondoso con una voz delicada y algo tímida, ante un conjunto de personas ilusionadas elocuentemente.
Sus primeras frases que llevaba escritas en un folio decían literalmente: “He querido que las primeras palabras en público que pronuncio en mi vida tengan, precisamente, como marco este Principado de Asturias, cuyo título con tanto honor ostento”.
Un hecho imperecedero, que quién suscribe estas líneas, lo recuerda melancólicamente con catorce años de edad, sentado junto a mi padre que e.p.d., en aquella emisión de televisión en blanco y negro.
Transcurridos treinta y ocho años, el recorrido de Doña Leonor por la alfombra azul, naturalmente, es el del futuro relevo generacional; fundiéndose en recónditos recuerdos de un adolescente como su padre, en el que desde ahora será su nuevo rol como soberana, ampliando su aportación en los actos oficiales de la Corona.
Con estas connotaciones preliminares, nos aproximamos a S.A.R. Doña Leonor, cuyo nombre secular Doña Leonor de Todos los Santos de Borbón y Ortiz, de acuerdo con lo determinado en el art. 57.2 de la Constitución de España, ostenta desde ese momento la dignidad de Princesa de Asturias, junto con los títulos de Princesa de Girona y Princesa de Viana, correspondientes a los primogénitos del Reino de Castilla, de la Corona de Aragón y del Reino de Navarra, cuya unión formó en el siglo XVI la Monarquía Española. Asimismo, S.A.R. posee los títulos de Duquesa de Montblanc, Condensa de Cervera y Señora de Balaguer.
Para la Princesa Leonor, primogénita de un vasto linaje monárquico, los cuentos de reyes y reinas han conservado un tono terrenal, a diferencia de ese universo soñador que las coronas despiertan para el resto de criaturas; desenmascarándose, que para ella, el hecho de convertirse en una princesa heredera, no es el vestido que un día ha de llevar, sino que se concreta en un destino y deber que cada jornada está más cerca.
Doña Leonor designada a ser Reina, fue un bebé madrugador que llegó al mundo a la 1:46 horas del día 31 de octubre de 2005 en el Hospital Ruber Internacional de Madrid, con un peso de 3,54 kilogramos y 47 centímetros, la primera en llegar de los que en aquel momento eran los Príncipes de Asturias, Don Felipe de Borbón y Grecia y Doña Letizia Ortiz Rocasolano y séptima nieta de los Reyes Don Juan Carlos I y Doña Sofía.
Era la primera vez, en más de un centenario, que en nuestro país nacía alguien llamado a ocupar el Trono Real; junto a su hermana, S.A.R. la Infanta Doña Sofía, actualmente es una de las familias más queridas y entrañables de la realeza europea.
Pocos días más tarde, aquella pequeñuela de ojos azules y cabello rubio que le daban un porte angelical, recibía el Sacramento del Bautismo en un acto sencillo y tradicional, pero, a su vez, lleno de simbolismo. Si bien, tres hechos destacaron del de los otros seis nietos de SS.MM. los Reyes: el primero, que los padrinos confiados recayera en sus abuelos paternos, los Reyes; el segundo, que se utilizara para esta ocasión la pila bautismal de Santo Domingo de Guzmán, reservada únicamente para Príncipes e Infantes de España; y el tercero, que el rito se oficiara en compañía de las Altas Instituciones del Estado.
Hoy, a sus trece años, la Princesa de Asturias es una joven inteligente y observadora, preocupada por todo aquello que le envuelve; pronuncia inmejorablemente el inglés, estudia chino y se cultiva esmeradamente en las muchas lenguas cooficiales de España.
Igualmente, es amante de la lectura y siente gran interés por el cine; muy segura de sí misma a pesar de su corta edad, despierta e ingeniosa y consecuente del trascendental encargo que le corresponde cristalizar; de ahí, que más adelante S.A.R. deba recibir la misma preparación que su progenitor, con una amplia formación y enseñanza universitaria y castrense; sin soslayarse, que al cumplir los dieciocho años, prometerá lealtad al Rey y su firme acatamiento a la Carta Magna.
Alcanzado este gran día que me lleva a historiar brevemente este acontecimiento, S.A.R. Doña Leonor se atavió con un vestido azul de fino labrado de flores y luces radiantes, en corte princesa y manga 3/4 con una abotonadura en los puños.
Como contraste, se calzó con balerinas doradas y el cabello totalmente suelto con suaves ondulaciones.
Posteriormente, ocupó su asiento con una almohadilla que de manera disimulada aguardaba en su sillón, con el propósito de dispensarle más elevación en la mesa presidencial; muy próxima a su padre, S.M. el Rey Don Felipe VI, tras dar por inaugurado el acto, escuchó respetuosamente el Himno Nacional de España interpretado magistralmente por la Banda de Gaitas “Ciudad de Oviedo”.
En esta edición se han distinguido a don Peter Stephen Paul Brook, Premio Princesa de Asturias de las Artes; Museo Nacional del Prado, Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades; don Salman Amin Khan y la Khan Academy, Premio Princesa de Asturias de Cooperación Internacional; doña Lindsey Vonn, Premio Princesa de Asturias de los Deportes; doña Siri Hustwedt, Premio Princesa de Asturias de las Letras; don Alejandro Portes, Premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales; doña Joanne Chory y doña Sandra Myrma Díaz, Premio Princesa de Asturias de Investigación Científica y Técnica; y por último, la Ciudad de Gdansk, perteneciente a Polonia, Premio Princesa de Asturias de la Concordia.
Seguidamente, tras hacerse entrega de los diplomas, S.M. el Rey Don Felipe VI otorgó alternativamente la palabra al Premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional, así como al Premio de Comunicación y Humanidades y, finalmente, a S.A.R. la Princesa de Asturias.
Doña Leonor, poniéndose en pie y alzando el papel entre sus pequeñas manos, ha comenzado a leer ante los micrófonos, que con anterioridad su padre le había colocado a una altura proporcionada.
Con aparente calma y voz pausada ante la atenta admiración del público asistente; pero, muy particularmente, de unos padres y abuelas muy orgullosas de su hija y nieta, ha manifestado gran seguridad y destreza en sí misma, con el mismo talante que ya lo había ejemplificado su padre en el año 1981.
Una retórica dulce cargada de nobles sentimientos reales, con las que se ha atrevido a ir contemplando a la vez que conjugaba la lectura, a sus padres, hermana, abuelas e indiscutiblemente, a los premiados.
Irremediablemente, en tres de los intervalos de su célebre intervención, ha sido interrumpida con fuertes aclamaciones que han persistido durante varios segundos, concluyendo con una tanda de ovaciones hacia el Rey y Su Alteza, en las que Doña Leonor ha puesto énfasis a sus raíces asturianas y en su compromiso con España.
No obviándose, que entre la amplísima geografía española, figura este punto de encuentro del Principado de Asturias, lugar de nacimiento de su madre la Reina Doña Letizia y con el que guarda un estrecho arraigo la Familia Real.
Pero, tampoco ha podido ser menos, el merecido homenaje que ha tributado a su abuela la Reina Doña Sofía, para darle las gracias con estas palabras: “Ella sabe lo importante que es para mí su presencia en esta ceremonia, que significa tanto para Asturias y para toda España”; e incluso, se ha atrevido a emitir una frase con un inglés perfecto en su pronunciación para los premiados e invitados de lengua extranjera.
De igual forma, ha deseado ponerse de lado de quienes infatigablemente se afanan por un mundo más acorde a las necesidades reales, dando las gracias a las personas implicadas desde que se instauró la Fundación que se denominó Príncipe de Asturias hasta la coronación del Rey en 2014; pero, sobre todo, ha puesto en valor de los galardonados, su servicio brillante por “fomentar la cultura y la ciencia; impulsar la solidaridad; mejorar la educación; trabajar para preservar la naturaleza y reducir las injusticias, la discriminación, la pobreza y la enfermedad”.
Doña Leonor, sensiblemente entusiasmada y sonriente tras su impecable exposición, ha buscado la mirada cómplice de su padre, quien le ha felicitado con un apasionado beso y apretón de manos, que inmediatamente lo ha recibido de su madre y hermana. Probablemente, uno de los instantes más hermosos de la gala, lo ha refrendado el emotivo abrazo en el que ambas hermanas se han fusionado; además, del gozo con el que S.A.R. Doña Sofía admiraba a la futura Reina mientras leía.
Las palabras íntegras de puño y letra de S.A.R. Doña Leonor dicen textualmente:
“Hoy es un día muy importante en mi vida que he esperado con mucha ilusión. Desde muy pequeña he visto el cariño y la emoción con que mis padres, Sus Majestades los Reyes, vienen cada año al Principado para presidir esta ceremonia y vivir todo lo que sucede en esta tierra durante los días de nuestros premios. Esto ya es motivo suficiente para que hoy me sienta muy feliz por estar aquí.
Mis padres siempre nos han hablado a mi hermana, la Infanta Sofía, y a mí de Asturias, de su cultura, historia y tradiciones. También, de su naturaleza. Pero, sobre todo, nos han enseñado a querer y a admirar a los asturianos. Estaba pensando ahora en todo lo que vivimos durante nuestra visita a Covadonga el año pasado.
Asturias es, también, la tierra de mi madre, la Reina. Yo llevo sangre asturiana.
Es, además, la tierra que da nombre al título que ostento como Heredera a la Corona, al igual que hizo mi padre, el Rey, durante tantos años. Y lo hago con responsabilidad; me siento muy honrada con ello. Es un título que me compromete con la entrega y el esfuerzo de servir a España y a todos los españoles. En mi casa, las palabras España y Asturias siempre están unidas con la misma fuerza con que las ha unido la historia. Así lo siento en mi corazón. Quiero dar las gracias en especial a quiénes crearon esta Fundación hace casi 40 años, y a todos los que cada día le dedican su trabajo, su inteligencia y su generosidad.
Y, claro, quiero felicitar a los premiados, los protagonistas de este acto. Gracias por fomentar la cultura y la ciencia, por impulsar la solidaridad, por mejorar la educación. Gracias por trabajar para preservar la naturaleza y reducir las injusticias, la discriminación, la pobreza y la enfermedad. Estamos aquí para rendiros homenaje. Vuestras obras nos recuerdan que hay millones de personas que piensan y actúan para que el mundo sea mejor.
Me gustaría dar las gracias también a mi abuela, la Reina Sofía. Ella sabe lo importante que para mí es su presencia en esta ceremonia, que significa tanto para Asturias y para toda España. Gracias también a todos los que habéis querido acompañarnos y a los que apoyáis y ayudáis siempre a la Fundación. Este momento será inolvidable para mí. Como dijo mi padre a mi edad y aquí mismo, será un día que llevaré siempre en lo más profundo de mi corazón.
Muchas gracias”.
De la misma manera, en este emblemático escenario, S.M. el Rey Don Felipe VI, ha querido conceder un mensaje a SS.AA.RR. la Princesa de Asturias y la Infanta Doña Sofía. El Jefe de Estado ha recordado a su primogénita, que la Presidencia de Honor que ejerce en la Fundación Princesa de Asturias “corresponde al compromiso personal e institucional que tiene con España como Heredera de la Corona”.
Un compromiso que como S.M. le ha indicado: “deberá renovar permanentemente con dedicación, espíritu de servicio, lealtad y responsabilidad. Siempre con humildad y consciente de tu posición institucional, haciendo de la Corona día a día una referencia de servicio a nuestro país, porque eso es lo que esperan nuestros ciudadanos”.
Mismamente, el Monarca ha expresado ante la atenta mirada de la S.M. la Reina Doña Letizia y la menor de sus hijas, la Infanta Doña Leonor: “Tu madre y yo estamos muy orgullosos de ti y felices por acompañarte y ser testigos de este día, tan especial y único”.
Como broche final, Don Felipe VI se ha referido al valor de estos premios, como “homenaje y tributo a la ejemplaridad”, teniendo una distinción fundamental para los más jóvenes a los que ha dirigido unas expresivas palabras: “Tenemos la obligación de dejarles un mundo mejor y de ayudarles a construirlo. Y también, tenemos la responsabilidad de fomentar en ellos el espíritu crítico, el deseo de verdad y la capacidad de preservar los valores profundos y perennes de la cultura y el humanismo”.
Consecuentemente, S.A.R. la Princesa de Asturias Doña Leonor, con la lectura de su primer discurso de cara al público, ha afrontado con creces un paso institucional manifiesto.
Confirmándonos, que la naturalidad y sencillez que desprende junto a esa sonrisa sublime que nos seduce, le hacen ser una gran comunicadora, que sin lugar a dudas, conquistará lo más recóndito de quiénes configuramos el Reino de España.

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