El Ramadán es una de las fiestas más importantes del calendario musulmán. Este año, la tradición estará marcada por la pandemia del nuevo coronavirus COVID-19 que ha dejado en pausa al planeta.
Los más de 1.800 millones de creyentes musulmanes alrededor del mundo deberán adaptarse para cumplir los rituales del Ramadán al mismo tiempo que siguen las medidas de prevención y confinamiento decretadas para frenar el coronavirus.
Amigos y familiares se reúnen en el desayuno que abre paso al ayuno diario, comen juntos en la cena o iftar y se encuentran en la mezquita para rezar. Ramadán es sinónimo de compartir. El coronavirus ha empañado sus costumbres, pero no la alegría con la que reciben esta fiesta.
Para la familia El-Andalosy Mohamed, el Ramadán es “algo muy sagrado”, un mes “muy bonito en el que nos reunimos toda la familia”, aunque este año “es muy diferente porque no podemos reunirnos con mis tíos, mis tías, mis primos, mi hermano y el resto de la familia en casa de mis padres. Tampoco podemos ir a celebrarlo con la familia ni a la mezquita ni nada, pero es igual de importante”.
Aunque ha pasado una semana desde que comenzó el Ramadán, Farida aún no se acostumbra a “este nuevo Ramadán” y a pasarlo confinados. Echa de menos las reuniones familiares de los viernes por la noche.
En casa de Farida Mohamed Mohamed este año la celebración es “más íntima” pues esta familia del Príncipe la componen Farida y su marido, Issam El-Andalosy; su hijo mayor de 7 años, Rayyam; el mediano de 6, Yusef; y el pequeño de solo 19 meses, Nadir.
Pero quizás este Ramadán hará que muchas familias se unan un poco más. El compartir más momentos de ayuno, de ruptura del mismo e incluso los momentos después, hacen que los familiares más cercanos puedan celebrarlo juntos. Eso sí, a través de videollamadas o en las redes sociales.
Las familias comparten sus tradiciones a través de videollamadas o redes sociales
Farida y sus hijos hacen videollamadas con sus familiares a diario. Fue así, “viendo a sus primos haciendo el ayuno”, como se le ocurrió a su hijo Rayyam que él también quería hacerlo “como los mayores”. Pero nadie le dijo que debía guardar ayuno, “sino que fue él solo el que quiso hacerlo”, explica la familia.
Su madre al principio no daba crédito y pensaba que sería cosa de niños. Pero para Rayyam ayer fue su sexto día de ayuno. “Al principio me dijo que no quería comer ni beber nada porque sino ya no estaría ayunando y yo le dije que no pasaba nada si lo hacía, pero no quiso comer en todo el día y lo ha seguido haciendo el resto de días”, explicó Farida.
Además, la ceutí quiso grabar el primer día de ayuno de su hijo para poder recordarlo siempre “como el momento especial que es para nosotros y para él”. Pero “al ser un Ramadán distinto”, Farida también grabó a sus tres hijos felicitando el mes sagrado a sus familiares y amigos, por lo que se mostró “muy orgullosa” de los tres.
Para los musulmanes, este Ramadán será recordado como uno de los más insólitos de toda su historia. Un Ramadán extraño, en tiempos de pandemia, pero que para esta familia será “más inolvidable aún”. El primer ayuno siempre es un momento muy especial y el ceutí Rayyam El-Andalosy Mohamed, de siete años, recordará “siempre con mucho cariño su año”: este año, en el que comenzó a “entender y disfrutar” aún más esta festividad, a ayunar y a rezar el Corán “como un mayor más”.
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