Mohamed Mustafa lo dijo claro en su discurso ofrecido en el debate de presupuestos, ojo con las partidas fantasma, esas que se incluyen para hacer propaganda, pero luego no se ejecutan. De eso el PP sabe bastante, nos podrían explicar cuántas veces nos han anunciado partidas para proyectos que nunca hemos visto. Uno, el más sangrante, la tan anunciada clínica de radioterapia.
En otros presupuestos se han anunciado montantes para su puesta en marcha, ¿ustedes la han visto? No. Ni la verán, porque aquí la clase política tira de rentabilidad y si un proyecto no lo es (o eso dicen), pues le importa bien poco la situación de los enfermos de cáncer y las vicisitudes por las que tienen que pasar.
Moha tenía razón, nadie se la puede quitar porque hay precedentes claros de partidas fantasma que solo sirven para hacer propaganda. Lo grave no es que el Gobierno lo sepa, sino que los que proponen esas partidas también, aunque gustan de hacer política y buscar el voto fácil en esta especie de circo en el que se ha convertido todo.
Así se engaña a la gente vestido de traje, así se cuecen las cuantiosas partidas explicadas de aquella manera en un debate que no cala en el ciudadano porque sabe perfectamente que esa maraña de números tiene trampa.
Cuando una ve el pleno se imagina aquellas concentraciones en los pueblos para hacer olla grande para todos. Miraban como la misma persona de siempre removía el contenido de la olla mientras los demás echaban sus ingredientes. Al final, ya saben, el resultado en nada se parece a lo pretendido porque la sustancia se lo llevan unos pocos.
Aquí sucede lo mismo. Nos vamos de 2024 con el presupuesto aprobado, sería bueno que a final de 2025 sepamos qué se cumplió y qué no. Esa examen de conciencia al que nunca nos enfrentamos.