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¿Preso y policía local?

El domingo pasado leíamos un artículo de Carmen Echarri sobre la querella criminal presentada por el teniente de la Compañía Fiscal de Ceuta contra un policía local detenido por la UDYCO del Cuerpo Nacional de Policía con 50 kilos de hachís.

La querella presentada por el teniente Cristóbal trata de desenmarañar el motivo por el que este policía local intentó ensuciar la imagen de este excepcional compañero y, de esta forma, saber la verdad y, por supuesto, evitar que le pueda suceder a otros compañeros.
La presentación de esta querella le honra y deja patente que no está dispuesto a que se dé un carpetazo a unas declaraciones que hicieron un daño tremendo a este oficial. Ahora el policía local preso y condenado trata de ocultar por qué realizó esa sucia y falsa acusación manifestando al ser preguntado "No recuerdo nada porque fue todo muy rápido. Empezaron a darme nombres, mostrarme fotografías, que si los conocía, que si no... estaba en estado de shock cuando me detuvieron... Me dijeron cosas pero no recuerdo nada, me pusieron una serie de nombres, me enseñaron un montón de fotografías... No recuerdo haber dado el nombre de nadie, no sé ni siquiera quién es ese señor, no le conozco, ¡no puedo dar su nombre porque no sé ni quién es! Yo no di nombre de nadie, señoría, no recuerdo haber dado nombre de nadie... Yo solo dije que el hachís no era mío".
Eso es lo que consta en la declaración de este policía local que cumple condena por narcotráfico. Ahora bien, uno se pregunta: ¿Qué fotografías y que nombre le dieron? ¿Por qué dio el nombre de este oficial y si el nombre y la foto del oficial fue uno de los que le mostraron? ¿Es cierto lo que ahora dice el policía local? Eso es lo que pretende el teniente Cristóbal, saber qué personas intentaron ensuciar su nombre, el de la Guardia Civil como Institución y por qué motivo. Este oficial tiene el derecho y el deber de conocer qué existe detrás de todas estas falsedades y maldades y los tribunales de justicia tendrán que realizar las gestiones pertinentes para tutelar la dignidad profesional y personal de nuestro compañero. Y nosotros como guardias civiles, representante de los guardias civiles y como Asociación Profesional también queremos saber qué fue lo que ocurrió.
Después hemos conocido que el Juzgado de Instrucción número 4 ha sobreseído las actuaciones, porque considera que el artículo 520 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal otorga al detenido el derecho a no declarar contra sí mismo, por lo que no estaría obligado a decir la verdad. Este razonamiento jurídico puedo compartirlo si el detenido en su estrategia de defensa no declara o se defiende como considere, pero no tratando de inculpar a un inocente y, en este caso, a una persona que por su empleo: "Guardia Civil", en caso de ser imputado tendría tristes y desagradables consecuencias, entre otras, perder el destino en Ceuta mientras se descubre la falsedad de la imputación. Un daño al que estuvo expuesto, además de la merma económica al tener que recurrir a un profesional del derecho y los daños morales. Esta falsa imputación puede parecer una anécdota, pero desgraciadamente sucede más de lo que parece y el compañero calumniado tiene que resignarse o querellarse y entrar en una dinámica que le cuesta dinero y desgaste personal. En este caso el oficial ha decidido seguir hasta el final y nosotros estaremos apoyándolo hasta el final, porque se lo merece.
Siempre que escribo digo que tengo absoluta confianza en la justicia y, en este caso, entiendo que el recurso prosperará y el policía local condenado por narcotráfico tendrá que decir los motivos por los que acusó al teniente de la Guardia Civil o será nuevamente condenado para resarcir el honor y la dignidad de nuestro compañero. Creo que esta respuesta es la única posible para hacer justicia con un teniente de la Guardia Civil honrado al que se implicó en un delito doblemente repugnante, porque a los guardias civiles y policías se nos paga precisamente para perseguir y evitar el tráfico de drogas y, por lo tanto, si reprochable es a los ciudadanos para un guardia civil es indecente, inmoral e imperdonable.
Tengo que decir que el articulo de Carmen Echarri no pasó desapercibido y no son pocos los ciudadanos y compañeros que me han preguntado sobre si es posible que el policía local condenado siga siendo policía y perciba sueldo alguno. A todos le respondí lo mismo: "Lo desconozco", aunque en la Guardia Civil en esas circunstancias sería expulsado del Cuerpo y no percibiría sueldo alguno, como bien recoge el Régimen Disciplinario de la Guardia Civil. No sería razonable que una persona que es detenida con 50 kilos de droga siga teniendo carácter de agente de la autoridad cuando cumpla la condena que le fue impuesta y este razonamiento es perfectamente aceptado por todos los guardias civiles. La sociedad no se merece pagar a un policía que ha defraudado a los ciudadanos y, mucho menos, por un delito que tanto daño causa a la sociedad.
La preocupación ciudadana por conocer la situación laboral de los funcionarios cuando son condenados por delitos, no de esta persona, sino de todos los que comenten delitos, demuestra que el interés de la sociedad por acabar y atacar la corrupción no es una cuestión baladí y que la mejor forma de combatir la corrupción es el rechazo social y legislar para que los servidores públicos no olvidemos el compromiso que adquirimos cuando juramos nuestros cargos y que defraudar la confianza que depositaron en nosotros tiene consecuencias disciplinarias, entre ellas, dejar de ser funcionario.
Para terminar quiero recordar la interesante reflexión de la filosofa estadounidense nacida en 1950, Alissa Zinovievna Rosenbaum, ella dijo: "Cuando adviertas que para producir necesitas obtener autorización de quienes no producen nada; cuando compruebes que el dinero fluye hacia quienes no trafican con bienes sino con favores; cuando percibas que muchos se hacen ricos por el soborno y por influencias más que por su trabajo, y que las leyes no te protegen contra ellos sino, por el contrario, son ellos los que están protegidos contra tí; cuando descubras que la corrupción es recompensada y la honradez se convierte en un auto-sacrificio, entonces podrás afirmar, sin temor a equivocarte, que tu sociedad está condenada".
Gracias a Dios, nuestra sociedad funciona, las Instituciones y los Tribunales cumplen a la perfección las tareas para las que fueron creadas. Somos UNA GRAN DEMOCRACIA y tengo la absoluta certeza que al final se hará justicia.

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