La novia de un preso en Marruecos denuncia la mala higiene de la cárcel de Tetuán

Aquellas tristes noches entre frío y humedad darían bagaje al poeta, Miguel Hernández, para crear las Nanas de la cebolla, unos versos cargados de ternura y desolación que comenzaron a escribirse en un trozo de papel higiénico. Desolación como la que siente un granadino de 45 años preso en la cárcel de Tetuán. Angustia por no poder estar con sus tres hijos, de 21, 17 y 10 años, y su mujer en estos difíciles momentos. Incertidumbre también la de su mujer, una gaditana de 43 años “por no saber cómo está” y que ahora carga a sus espaldas con todo el peso de una familia. Una familia unida, pero a la que le falta “el pilar que todo lo sostiene”, indica a este periódico.

Pero este hombre no pudo con el peso de ese yugo. “Fruto de la desesperación porque debíamos dos meses de alquiler, él solo tenía un trabajo a media jornada y yo me iba a quedar sin trabajo en nada. Cayó en la trampa”, lamentó su mujer. El granadino fue detenido el pasado 6 de enero en la frontera marroquí con Ceuta intentando cruzar con su coche, en el que llevaba 15 kilos de hachís.

“Si ese día hubiese podido hablar con él, se lo hubiese prohibido y le hubiera dicho que ya saldríamos adelante como sea, pero no así y menos por lo que lo hizo, 5.000 míseros euros”, relató. Su novio le dijo que iba a Marruecos a arreglar el coche porque tenía un amigo allí, y “a mi me pareció bien porque llevábamos dos años sin coche, solo una moto y somos cinco personas, imagínate para ir a cualquier lado”, continuó.

“En la primera llamada que les dejan hacer, cuando me lo dijo, no me lo podía creer”, comentó, tras lo que explicó que posteriormente le llamaron desde el Consulado español para decirle que “lo mandaban a la cárcel de Tetuán”. Y así, la novia del preso tuvo que buscar un abogado marroquí que supiera hablar español, que “las veces que hemos ido nos ha acogido en su casa y nos ha tratado estupendamente, mejor que algunos familiares”, relató.

De esta manera, el 5 de febrero fue el primer juicio, en le pidieron 15 meses de prisión. “El abogado nos dijo que en el segundo juicio, el de apelación, se le podía quedar en la mitad la pena, pero ahora con toda esta situación, no sabemos cuándo va a poder celebrarse”, prosiguió.

La gaditana denunció que el Consulado español “no nos ha ayudado en nada y no tenemos noticias de que están bien ni de nada”. Además, la mujer del preso, que ha ido a visitarle en dos ocasiones, explicó que “aquello no es una prisión, sino una locura, las veces que he ido estamos todos en un salón sentados juntos y mezclados unas ciento y pico de personas”.

Por ello, lo que más le preocupa es la salud de su pareja pues “es muy propenso a tener fiebres altas y delirar”, además de la higiene de la celda en la que está porque “no tienen duchas ni papel higiénico ni nada, solo un balde para asearse y él está con otras 49 personas en la misma celda”.

No obstante confesó que ahora está más tranquila puesto que sabe que “ya no están recibiendo visitas, a los funcionarios les han puesto colchones para dormir allí y ahora le dejan llamar dos veces al día”. “Tampoco creo que limpien los teléfonos cuando hablan, o sea que imagínate si este virus llegase allí”, continuó. Por eso, su mayor miedo es que en la cárcel “hay habitaciones en las que hay cerca de 50 presos y con la falta de higiene y la sanidad marroquí, podría ser muy grave”.

No obstante, le alivia cada vez que le llama por la mañana temprano y a la hora de comer porque “llevábamos semanas que cada vez nos llamaban menos veces y menos tiempo”.

Por ello, su ruego y el deseo de la familia de este preso es solo uno: que el granadino “pueda continuar cumpliendo su pena en España”, donde puedan verle con más frecuencia y garantizar que va a estar bien. “Yo sé que ha cometido un delito, por eso no le pido a nadie que lo indulten porque si ha hecho algo malo que pague, pero que tenga los mismos derechos y condiciones que tenemos los españoles aquí”, imploró la mujer.

“Lo que pido es sentirme informada por el Consulado, tener algún tipo de garantía de que están bien, no tenemos nada de información, solo lo que él me dice y a él tampoco le cuentan mucho”, concluyó.