A voces, dando golpes en la pared, en actitud desafiante y profiriendo amenazas de muerte. Esta es la estampa con la que se encontraron este sábado un grupo de funcionarios del centro penitenciario de Ceuta, Fuerte Mendizábal: la reacción de un recluso al que se le había recriminado que tardara al bajar de su celda para ir a cenar. Una estampa que se saldó incluso con una agresión a uno de ellos.
Los hechos se produjeron el sábado al filo de las 19 horas. El interno en cuestión, que cumple una sanción que le impide salir de su celda por las tardes, fue llamado por un funcionario para que saliese de su celda, bajase al vestíbulo de su módulo para acudir al reparto de la cena. Se demoró más de 25 minutos en ello.
Dada la tardanza, el guardia en cuestión le recriminó su actitud cuando bajó. En ese momento, el recluso comenzó a vociferar. “Me estás faltando el respeto, bajo cuando bajo, estoy en Ramadán, no me conoces y no os tengo miedo, ¡Allahu akbar!”.
Los funcionarios, que en todo momento intentaron tranquilizarlo, le conminaron a deponer su actitud. Lejos de ello, el preso continuó gritando: “¡Que no me toquéis que os mato, dejadme, no os tengo miedo, salgo en libertad el día 8, vosotros sobráis en esta tierra, Allahu akbar!”.
Fue en ese momento, en el que los funcionarios trataron de calmarlo, cuando uno de los movimientos violentos del interno alcanzó a uno de los guardias golpeándole severamente en el pecho. Dados los hechos, el preso fue trasladado a otro módulo escoltado por el personal del centro, mientras este seguía amenazando.
“¡Os voy a matar en la calle cuando os vea, sobráis en mi tierra!”. Las amenazas revisten gravedad dado que el interno es plenamente consciente de que su pena acaba esta semana. El recluso fue trasladado este fin de semana por unas horas al módulo de enfermería, en caso de que precisara atención médica o psiquiátrica.
En el centro se duda de si se trata de un caso de radicalización real o de si es simplemente algún tipo de enajenación mental. En cualquier caso, el suceso revela una vez más cómo este tipo de circunstancias, que abarcan lo cotidiano en las cárceles españolas, forman parte del ejercicio de funcionario de prisiones, algo en muchos casos desconocido y no valorado en la sociedad.
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