El presidente mejicano, Andrés Manuel López Obrador (AMLO) está onbsesionado en exigir a España, al rey Felipe VI, al Gobierno español y al papa Francisco que pidan perdón a Méjico porque hace más de 500 años el extremeño Hernán Cortés lo conquistó. Por el Gobierno le replicó el entonces ministro de Asuntos Exteriores, José Borrell, manifestando que consideraba tal exigencia “inaceptable” y “extemporánea”, porque sería como si España exigiera perdón a los árabes por los 781 años que ocuparon España; o a Francia porque Napoleón nos invadiera en 1808; o que Francia exigiera perdón a Italia porque los romanos ocuparan las Galias (años 53 a 51, antes de Cristo).
Pero no hacía falta que Borrell rebatiera a AMLO su torpe exigencia de que España le pida perdón; porque el tiempo, que pone a cada uno en su sitio, se ha encargado de poner en el suyo al presidente mejicano. Así, el periodista mejicano Pascual Beltrán del Río, le acusa en su columna del periódico Excelsior que «la historia, sirve para estudiarla y aprender de ella, no para emprender revanchas». Y le recuerda, “como simple apunte de cultura general”, sepa que Méjico no existía en 1519, porque estaba dividido en numerosos señoríos indígenas, muchos de los cuales estaban sujetos a tributos por los aztecas, a los que Moctezuma había vencido en su guerra de expansión. Y pregunta Beltrán a AMLO: ¿Acaso los chilangos tendríamos que pedir perdón por las vejaciones de los mexicas contra los ancestros de poblanos, tlacatecas, veracruzanos y oaxaqueños?.
El senador mejicano Germán Martínez Cazáres, del partido Morena, en su artículo publicado en el periódico “Reforma”, pregunta a López Obrador: ¿Que nos pidan perdón (a Méjico) los frailes españoles franciscanos, fundadores del Colegio de la Santa Cruz de Tlatelolco, donde Bernardino de Sahagún escribió y enseñó la «Historia general de las cosas de la entonces Nueva España» para gloria del México antiguo?. ¿O Alonso de la Vera Cruz, por haber fundado la primera universidad, y trasladado la primera biblioteca a América?. ¿O Vasco de Quiroga, por defender a los indígenas de Michoacán, edificar hospitales para curar su dolor y fundar el Colegio de San Nicolás, cuna de la Independencia?. ¿O Hernán Cortés, por aliarse con Xicohténcatl Axayacatzin, jefe tlaxcalteca, y tomar Tenochtitlán?.. ¿O el arzobispo Alonso de Montúfar y el virrey Luis de Velasco por combatir la esclavitud de los indígenas?. ¿O Antón de Montesinos, por convertir a Bartolomé de las Casas en defensor de los indios de Chiapas?. ¿O Andrés de Urdaneta por unir en barco el trayecto Acapulco-Manila-Acapulco, que durante más de dos siglos usó la “Nao de China” para comerciar con Oriente?.
¿O los primeros jesuitas, que desde el siglo XVI al mando de Pedro Sánchez -antes de la Universidad de Harvard- fundaron colegios en Ciudad de México, Pátzcuaro, Oaxaca, Puebla, Morelia, Zacatecas y Guadalajara?. ¿O los novohispanos José Mariano Beristáin, Juan José de Eguiara y Eguren, y Francisco Xavier Clavijero, por construir con sus obras el México criollo y desmontar los prejuicios contra el Nuevo Mundo?. ¿O Junípero Serra por haber recorrido la Sierra Gorda queretana y todo el desierto mexicano, para dejar en San Francisco, California, un testimonio de la grandeza mexicana?. ¿O José Gaos, transterrado, por traer a México a Ortega y Gasset y a Xavier Zubiri?. O Manuel Azaña, refugiado y muerto en territorio diplomático mexicano?.
¿O a Lázaro Cárdenas, expresidente mejicano, por tejer un lazo inmortal con España, al cobijar a los niños de Morelia?. ¿O Carlos Fuentes, Octavio Paz, Sergio Pitol, José Emilio Pacheco, Elena Poniatowska y Fernando del Paso, por recibir el Premio Cervantes de manos de la monarquía española? ¿O Don Quijote de la Mancha, por haber cabalgado de aquel lado del océano Atlántico, y afirmar que por el honor y la libertad se puede y debe aventurar la vida...?. ¿O los españoles que aventuraron su vida por México deben pedir perdón?. Los mexicanos que amamos a España, no tenemos perdón de Dios”.
Más el periodista mejicano Salvador García Soto, en El Universal, reprocha duramente a AMLO, bajo su título de “Pernicioso revisionismo histórico», le acusa de: «Más que buscar reparaciones, la propuesta del presidente busca sentar las bases para reivindicar un nuevo nacionalismo indigenista (…), acusando al presidente que reivindique una visión de la historia nacional propia del nuevo régimen y de la llamada “Cuarta Transformación», que apunta hacia el «plan ideológico» de AMLO para «impulsar un revisionismo histórico y una nueva versión de la historia nacional». El periodista también subraya que, ante críticas como las del escritor Arturo Pérez Reverte -que le llamó «imbécil»-, no ha recibido un respaldo masivo de los miembros de su Ejecutivo (…)».
El mandatario mexicano considera que este perdón es la vía para «lograr la reconciliación». Ahora, sus palabras han sido criticadas en su propio país, y desde distintos flancos. «Los españoles que aventuraron su vida por México deben pedir perdón; y los mexicanos que amamos a España no tenemos perdón de Dios», le espetó el senador Germán Martínez Cázares en un artículo publicado en el periódico «Reforma». También Mario Vargas Llosa se pronunció contra el gobernante mexicano: «Debió de mandársela [la carta] a él mismo y responderse, respondernos, a la pregunta de por qué México, que hace cinco siglos se incorporó al mundo occidental gracias a España, y que es independiente desde hace 200 años, tiene todavía tantos millones de indios marginados, pobres, ignorantes y explotados».
AMLO, ha sido también criticado de manera contundente en México por el líder del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, cuyo subcomandante insurgente Moisés, ha reprochado al presidente mexicano utilizar el pasado como cortina de humo de su gestión. «Los zapatistas – le ha dicho - no queremos volver a ese pasado, ni solos, ni mucho menos de la mano de quien quiere sembrar el rencor racial y pretende alimentar su nacionalismo trasnochado con el supuesto esplendor de un imperio, el azteca, que creció a costa de la sangre de sus semejantes». Además, ha anunciado una gira por España para 2021, en la que quiere «decirle al pueblo de España dos cosas sencillas. Una: que no nos conquistaron, que seguimos en resistencia y rebeldía. Dos: que no tienen por qué pedir que les perdonemos nada”.
Los zapatistas también han anunciado un viaje por el mundo, que tendrá su parada en Madrid el 13 de agosto de 2021, quinientos años después de “la supuesta conquista”, para hablarle al “al pueblo español”: “No para amenazar, insultar ni reprochar, ni exigir, no para que nos pida perdón… Ya basta de jugar con el pasado lejano para justificar, con demagogia e hipocresía, los crímenes actuales”. El comunicado está firmado por el subcomandante insurgente Moisés, en el que el EZLN reprocha al presidente mejicano los miles de feminicidios que se comenten cada año, unos 3.000 en México, en lo que dan en llamar una “guerra de género”.
Por tanto, la condena se extiende más allá del Gobierno mexicano, pero las críticas hacia sus políticas golpean uno de los discursos más machacones de AMLO cuando se refiere a: los pueblos originarios, su sufrimiento y sus carencias. Y le acusan de usarlos “para alimentar su nacionalismo trasnochado con el supuesto esplendor de un imperio, el azteca, que creció a costa de la sangre de sus semejantes". "Nos quiere convencer de que, con la caída de ese imperio, los pueblos originarios de esas tierras fuimos derrotados”. Los zapatistas rechazan cualquier petición de perdón. “¿De qué nos va a pedir perdón España? ¿De haber parido a Cervantes? ¿A José Espronceda? ¿A León Felipe? ¿A Federico García Lorca? ¿A Manuel Vázquez Montalbán? ¿A Miguel Hernández? ¿A Pedro Salinas? ¿A Antonio Machado? ¿A Lope de Vega? ¿A Bécquer? ¿A la república? ¿Al exilio?. Hay un párrafo entero donde figuran artistas, intelectuales, cineastas, escritoras.
Lo mismo hace con la Iglesia, mencionando figuras como Bartolomé de las Casas, la hermana Chapis y otros religiosos y seglares “que han caminado al lado de los originarios sin dirigirlos ni suplantarlos”. “Ni el Estado español ni la Iglesia tienen que pedirnos perdón de nada. No nos haremos eco de los farsantes que así esconden que tienen las manos manchadas de sangre”. Desde el sureste mexicano, donde firman la carta, los zapatistas se detienen en el actual sufrimiento de las mujeres, el acoso, la violencia y las muertes que sufren “con el aval de una impunidad estructural” que convierten estos asesinatos en una “lógica criminal del sistema”.
Y, desde aquí, yo deseo finalizar exponiendo, ahora de mi propia cosecha, que la denuncia que en muchos de mis artículos vengo haciendo sobre lo injusta que fue - y aún sigue siendo - la leyenda negra sobre el supuesto genocidio que con mentiras y patrañas se montan contra Hernán Cortés y España referentes a la conquista de Méjico, pues con esta serie de recriminaciones e imputaciones con que los medios y redes sociales mejicanos últimamente vienen acusando a su propio presidente, López Obrador, no vienen sino a darme la razón y a reforzar sólidamente mi tesis que vengo manteniendo sobre la fecunda, generosa e ingente obra de España en América.
España y los españoles (las figuras más estelares fueron extremeños), realizaron en América la mayor de las gestas que en el mundo se ha realizado. Llevaron allí la civilización occidental más avanzada: la romana, más la filosofía griega y el cristianismo europeo entonces tan arraigado. Consiguieron poner fin allí a los sacrificios humanos de miles de indígenas ofrecidos descuartizados a sus dioses. Los españoles terminaron también con el canibalismo sangriento y con la esclavitud entre los indígenas. Cuando España llegó a América, había allí 12 millones de indígenas y cuando se marchó de ella había ya 16 millones. Esa es la prueba inequívoca de que el genocidio español sólo existió en las mentes calenturientas y fraudulentas de las resentidas potencias europeas por no haber sido ellas las que descubrieran América, en lugar de España. Comunicaron el continente americano descubierto con el europeo, llevándoles la democracia, la libertad, la cultura, la lengua española que hoy habla toda Hispanoamérica y también su sangre, que los españoles mezclaron con la de los indígenas dando lugar al mestizaje, sin ningún prejuicio racista. Ninguna otra potencia colonialista hizo cosa igual.
Aclaro que el abuelo de López Obrador era José Obrador Revuelta, nacido en Ampuero (Cantabria), que en 1917 emigró a Méjico escondido de polizón en un barco. Fue a reunirse allí con sus hermanos Manuel y Félix con los que en Tabasco montó una tienda de telares y comestibles. Su abuela materna era Úrsula González, también española, de Asturias. En 2017, AMLO visitó, junto con su esposa, la casa de sus abuelos en Ampuero, invitado por el presidente cántabro, Revilla, que lo condecoró con la Medalla de Cantabria, donde manifestó que su abuelo siempre sentía orgullo diciendo que era de Ampuero. Y, digo yo: Dada su doble condición de origen español por ambas estirpes familiares, ¿no debería ahora su nieto, el presidente de Méjico, pedirse perdón a sí mismo?.
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