“La violencia para alcanzar la justicia racial no resulta práctica y es inmoral...” Martin Luther King
Cuando los autodenominados medios de comunicación y prensa de la ciudad se llenan de publicaciones con cuestionables testimonios donde se calumnia contra alguien, llegando incluso a usar su imagen, alguien que aún no ha sido juzgado, es un acto violento.
Esto es lo que ha sucedido. Me entero por la prensa que mi compañero de trabajo es un racista. El artículo, además, aprovecha la figura del profesor para “hacer política” favoreciendo a una determinada formación y atacando a otras, y la información (o desinformación) acelera de los medios locales al populismo de Twitter.
Enredan a un profesor forastero que lleva en la ciudad menos de un mes, que ha tenido que lidiar experiencias muy negativas como timos inmobiliarios propios de la corrupción, o amenazas de juzgado, y lo utilizan para sus fines: ganar adeptos yendo de víctimas en lugar de preocuparse por lo que sucedió realmente.
Por mi parte, cada asunto se ha de solucionar donde corresponda, pero, desde luego, yo recomendaría a quiénes tienen la pluma tan deslizante que piensen antes de hablar en un foro público. ¿El cuarto poder haciendo de juez?
Si en Ceuta hay racismo o no, sería un tema tan arduo de tratar como la naturaleza humana, y le recomiendo al que esté interesado que dedique unas décadas a tal investigación.
Lo que sí es cierto es que la ciudad de Ceuta está a la cola europea en los informes Pisa, esos que nos dicen el nivel competencial del alumnado.
Lo que sí es cierto es que en la ciudad de Ceuta, hay un porcentaje muy alto de alumnado que fracasa en su periplo escolar por incompetencia lingüística. Como dijo una alumna en el aula: “profesora, mi hermana no puede aprender nada en clase porque los niños escolarizados aún no saben hablar español, y la maestra está enseñándoles a hablar”. Los que somos de escuela pública, sabemos estas cosas.
Lo que sí es cierto es que no hay que confundir ser de un determinado credo con hablar el idioma del país en el que se vive y, dado que en Ceuta alrededor del 50% de los matrimonios celebrados son con extranjeros y, de ellos, el 95% con ciudadanos marroquíes, habría que proponer escuelas para esos bienvenidos progenitores porque no saber un idioma es síntoma de autoexclusión social.
Lo que sí es cierto es que los profesores que llevamos décadas en la docencia, nos esforzamos para que nuestro alumnado, sea de la procedencia que sea, tenga un futuro digno. Ello porque queremos y necesitamos los mejores ciudadanos. Ciudadanos que palien las malas políticas de quiénes no hacen su trabajo porque jamás supieron qué es trabajar.
El problema, no obstante, radica en “politizar” las aulas hasta descalificar a la ligera a un docente o quitarle su autoridad.
Vivimos malos tiempos, en muchos hogares se cuestiona la autoridad de los progenitores; las redes sociales educan más que las familias o los profesores. Bajo estos criterios, utilizar la violencia en un medio como arma para inmiscuirse en asuntos concernientes a la comunidad educativa y a las familias, no beneficia a nadie, no soluciona nada y es humillante para esa persona.
“la violencia no resulta práctica porque supone una caída en espiral que conduce a la destrucción total. La vieja ley del ojo por ojo termina dejando ciegos a todos. Es inmoral porque persigue humillar al adversario en lugar de ganar su comprensión, busca aniquilar en lugar de convertir, prospera con el odio y no con el amor, resulta un monólogo en lugar de un diálogo. La violencia acaba por derrotarse a sí misma”, Martin Luther King.
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