Opinión

La posverdad en la docencia

Me llamo Carlos, aunque mis alumnos me conocen como “mister”, palabra que se emplea coloquialmente en España, entre deportistas, para referirse al entrenador. He intentado siempre que las clases, los alumnos y la escuela fueran una especie de equipo en los que unos nos apoyamos en otros. A estas edades buscamos líderes; en mi caso intento hacer una deconstrucción del concepto y hacerles ver que cada uno es dueño de su liderazgo. La Filosofía, la Ética, la Psicología... son materias que nos entrenan a ser personas, a buscar referencias sin renunciar a la crítica, al pensamiento razonado y a darle la vuelta a este mundo en el que somos náufragos aunque lo ignoremos.

Esta semana sucedió algo que me hizo reflexionar sobre la posverdad; un concepto que se ha metido de lleno en todos los ámbitos y ofrece una estructura muy interesante sobre la imagen distorsionada de lo que acontece.

La posverdad, conocida también como mentira emotiva, implica la distorsión de la realidad primando las emociones y las creencias personales frente a los datos objetivos.

Así nos llegamos a creer y dar como verdaderas una serie de bulos y falsedades concatenadas, “verdades descafeinadas”, endulzadas con sacarina y engordada con aditivos que simulan sabores.

Reconozco que no guardo distancias con los alumnos, que mi cercanía no les suele beneficiar pues se rompen las barreras de profesor/ alumno; ellos no logran entender tu rol.

Esta semana, los alumnos marcharon a su viaje de fin de curso; uno de las mejores vivencias del Bachillerato. Realizamos un examen un día antes del viaje y les prometí que mandaría las calificaciones. Así fue.

Los resultados no fueron los esperados y, al parecer, se armó la de Dios es Cristo. Desde “ el esto es imposible, mis padres irán al Centro, mándanos todas las notas del trimestre”.

El tsunami emocional colapsó a muchos alumnos que no salían de su asombro. Hoy tenía previsto que una fila interminable de discentes acompañados por sus padres acudieran a ver sus exámenes y pedir explicaciones sobre la nota.

Me puse de chaqueta, yo que visto al estilo de Pablo Iglesias cuando acudía al Congreso de los Diputados.. . prescindí de la corbata por el peligro de pasarme con el nudo y parecer un profesor ahorcado.

"Me sigo sorprendiendo después de 34 años sobre qué hacemos mal en la enseñanza"

Permanecí impaciente cinco horas. A última hora se acercó una alumna para la revisión del ejercicio. Más solo que la una, como el que espera a Godot que nunca llega, les escribí mis cuitas al respecto.

“Buenos días chicos: Ayer estuve hasta las cuatro de la madrugada revisando exámenes uno por uno, llenándolo de notas e indicaciones sobre posibles errores. Me habíais reclamado las calificaciones durante vuestro viaje de fin de curso.

Después de 187 wassaps, volví a comprobar la puntuación de 17 actividades. Hoy la clase es que estaba vacía. Me sigo sorprendiendo después de 34 años sobre qué hacemos mal en la enseñanza.

Me tomo la docencia como la enseñanza de la libertad, la tolerancia y la crítica. Es la razón de la Filosofía y de mi estar en el mundo.

Os dije que era mejor revisarlo a vuestra vuelta dentro de dos días, que por teléfono era imposible atender a tantas reclamaciones, que disfrutárais de vuestro viaje, que cambiaríamos notas en caso de errores; pero volvíais a llamarme, algunos indignados y cabreados.

Ahora estoy en vuestra aula, en nuestra ágora, en nuestra zona de confort. Me siento como el filósofo que vuelve a la caverna y es amenazado por los que viven aún en ella.

Si no actuamos en la película “ La sociedad de la nieve” como eslabones de una cadena, todo está perdido, como decía García Marquez, en su último libro “En agosto nos vemo”’ yo os digo: “ En abril nos vemos”.

Buenas vacaciones y recordar que “las estirpes condenadas a 100 años de Soledad no tienen una segunda oportunidad sobre la tierra”.

De lo que sí estoy seguro es que nunca dejaré de quereros. Sois futuro, yo soy pasado. La siembra debe comenzar a despuntar.

También se propagó el bulo sobre que todos los alumnos tenían un 8. Recuerdo en el Siete Colinas que en las redes sociales anunciaron que me había muerto; el director me dijo que avisara a mi casa. En fin, y no sigo.

¿Cómo llegué a imaginarme que todos vendrían? la posverdad, la verdad travestida, inventada . “No dejes que la realidad te chafe una buena noticia”, dicen algunos periodistas.

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